En una de las zonas mas septentrionales de Cantabria surge el pueblo de Isla, perteneciente al municipio de Arnuero y ubicado en plena comarca de La Trasmiera. Es 22 de agosto de 2017, un día perfecto para conocer estas hermosas tierras entre la ría de Ajo y las marismas de Joyel. Pincha en "play" y comenzamos este delicioso paseo.
Entre la estupenda luminosidad matinal comenzamos a caminar desde la misma Playa del Sable, con un mapa de orientación y el itinerario para descargar en: COSTA DE ISLA
Un corto repecho rodea la Playa y Punta de Ardanal,
elevándonos entre el verdor del praderío
y ante la atenta mirada de un pequeño rebaño de cabras.
Aparece delante de nuestros ojos un monumental paisaje que se alía y se hace cómplice de nuestros pasos
reconociendo el potente y hermoso acantilado que forma el Cabo de Quejo,
dejando a nuestra espalda las Playas de Joyel y De Ris que delimitan la costa oeste de Noja.
El mar Cántabrico y sus praderas suponen una gran recompensa
al dirigirnos hacia el Cabo Quejo, el segundo saliente mas norteño del litoral cántabro.
En él podemos ver restos de alguna edificación vinculada a la caza de ballenas y mediante señales de humo, se avisaba a los marineros de su presencia en la costa para ir en su captura.
Disfrutamos de los relajantes reflejos del mar
y de la braveza montaraz que supone esta prodigiosa costa cantábrica
que alcanza su punto mas nórdico en el Cabo de Ajo.
El camino continua por una profunda hondonada entre los bellos pastizales
con espectaculares tajos y grandes grietas
y un fornido repecho donde se sitúa un pequeño refugio de piedra.
Seguimos entre helechos
hasta encontrar un reconfortante lugar para seguir divisando
los sensacionales y espléndidos acantilados del litoral.
Transitamos por un caótico escenario rocoso
que se amansa, por momentos con las vistas hacia el interior,
aunque unos metros mas adelante, la estampa se vuelve a convertir en una imagen salvaje, despiadada e implacable.
Aprovechamos para realizar unas cuantas fotos
descubriendo algunos mariscadores junto a las rocas del mar.
En apenas 15 minutos las nubes se han adueñado del cielo azul, aunque nosotros seguimos hacia Cueva Colina, el punto mas alto de la ruta de hoy.
En la subida cruzamos algún "paso de madera"
y a la espalda dejamos todo el recorrido efectuado hasta el momento.
Desde el Mirador de Corporales obtenemos excepcionales vistas de la ría y cabo de Ajo,
los ahora oscuros acantilados que se extienden hacia el este
y la iglesia de Isla en lontananza.
Descendemos con bastante desnivel hacia la Punta Cueva Colina
donde se localiza un observatorio de aves
para seguir el sendero
que nos asoma y nos muestra
un colosal portal acantilado
y un lavadero en desuso de alto valor etnográfico.
Descendemos suavemente
hacia una nueva anarquía,
vorágine
y desconcierto rocoso,
penetrando seguidamente por un idílico encinar
recorrido por una lozana brisa con momentos de frescura
y que nos acomoda frente a la ría de Ajo,
en plena Playa de la Arena,
en la que la marea baja permite darnos un paseo por su arenal.
En sus alrededores podemos tomar un aperitivo de dulces moras
o esperar a que maduren las nueces de algún nogal.
El camino penetra por el exuberante bosque de la zona de La Mina
bordeando la tersa y agradable ría de Ajo
gozando del suave y delicado meandro que forma hacia tierras adentro.
El encinar asociado a la Playa de la Arena nos proporciona
endrinas, laureles
madroños y aladiernos.
Terminado el encinar, atravesamos pequeños bosques de eucaliptos
y verdes prados donde sestea el ganado del lugar.
En el Barrio del Hoyo encontramos la Torre Medieval de Cabrahigo,
antes de entrar en Isla
para visitar su Iglesia Parroquial de San Julián y Santa Basilisa,
sus casonas montañesas
y el Palacio de los Condes de Isla-Fernández.
Abandonamos Isla entre aromas de maizales,
judías verdes
y chumberas
alcanzando la zona urbanizada de Gracedo
y finalizando nuestra ruta en la coqueta ermita de San Roque y San Sebastián.
Después de un buen ágape de "garbanzos con calamares y bonito del norte" nos damos un refrescante baño
en las cristalinas aguas de la Playa del Sable.
Hemos disfrutado de la esencia de la libertad por unos territorios
entre el mar, las praderas, la arena y la montaña,
y por si piensan ustedes que estoy exagerando les dejo la confesión de Hazlitt en su ensayo "Ir de viaje": Dadme un cielo azul y claro sobre mi cabeza, un prado verde bajo mis pies, un mar limpio y cristalino, un camino tortuoso y tres o cuatro horas de marcha antes de la cena. Y luego, a meditar.......
Saludos de COMANDO SENDERISTA. Hasta una nueva aventura.
ÁLBUM DE FOTOS: COSTA DE ISLA
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