sábado, 26 de febrero de 2022

CAÑÓN DE VILDÉ

Quizá sea su cada vez mas acusada despoblación la que da fama de recia, agreste y solitaria a Soria, aunque el río Caracena, próximo a su desembocadura en el Duero, nos obsequia con un paraje lleno de hermosura con altas dosis de magia y seducción. Es día 22 de febrero de 2022 y éste el relato de nuestra visita por esta estupenda provincia.

Nuestros pasos comienzan junto a la Iglesia de San Pedro Apóstol, en la pequeña localidad de VILLANUEVA DE GORMAZ, exhibiendo ciertas ambiciones y varias pretensiones arquitectónicas
y en donde resuenan y retumban los potentes susurros de los caños de La Fuente entre un silencio demoledor, 
saliendo hacia las idílicas panorámicas creadas por la Ermita del Santo Cristo del Humilladero y la cercana Fortaleza Califal de Gormaz.
Nos hacemos una idea del recorrido con todos los datos del itinerario en CAÑÓN DE VILDÉ 
y nos alejamos por el camino de la Pedriza del Monje enmarcados por un áspero y severo entorno
donde podemos otear los viejos y decrépitos palomares situados en el Pago de El Majano,
mientras saboreamos la nostalgia y melancolía que transitan por sus áridos y desolados páramos.
Nos ceñimos a estas tierras en la que estamos inmersos para subir hasta la Cerrada del Alto
en donde divisamos las fincas y tierras de labor que se deslizan y resbalan valle abajo,
aunque nosotros ponemos la diana y el punto de mira en la espectacular entrada y puerta de acceso al Cañón de Vildé.
Hemos llegado a la pequeña presa del pantano en el que sus preciosas aguas turquesas se
encajonan entre los enormes farallones graníticos de mas de 70 metros de altura, perfilando 
y dibujando un hermoso remanso de tranquilidad y un sereno, espléndido y radiante paisaje.
Seguimos la corriente del Caracena por su margen derecho y entre un brutal horizonte calizo
en el que se aposenta una gran colonia de buitres leonados que vigilan con celo todos nuestros pasos y movimientos.
La acogedora senda soporta nuestro tenaz avance junto a la exuberante vegetación del río
que sigue entre una prolongada fila de chopos y un enorme y descomunal paredón calcáreo,
escuchando los suspiros de este magnífica garganta y levantando nuestras miradas para
seguir admirando y contemplando a los auténticos reyes y soberanos de estas latitudes.
Sumergidos en las preciosas entrañas del cañón, vamos despidiendo estos colosos pétreos
en el momento en que las tierras se abren para sentir el placer de la huida y la evasión,
alcanzando la amplia y holgada Vega del Caracena muy cerca del la localidad de Vildé.
VILDÉ huele y desprende aromas de uvas y cepas consagradas en el fragor de sus bodegas
y rezuma una sugestiva arquitectura popular en el que la teja, el adobe y la madera son su bandera.
Adentrándonos en el pueblo podemos visitar y citarnos en la Ermita de la Virgen de las Angustias,
acercarnos hasta la Plaza Mayor en la que se sitúa la sencilla Iglesia Parroquial de Santa María
y reponer cantimploras en la Fuente de Tres Caños que surte y abastece un alargado abrevadero.
Disfrutando del cálido sol de febrero nos encontramos con alguno de sus pocos habitantes
que nos cuentan y relatan las duras y difíciles condiciones de vida que se dan a lo largo del año.
Tras un "adios" sincero, retomamos el camino entre las ruinas de un patrimonio que se hunde y se desmorona,
reflejando las evidencias y la belleza sobria que cimentaron y construyeron nuestros antepasados.
A la salida de la localidad prestamos atención a la frescura y frialdad de su Fuente Vieja
en la que antaño bajaban a beber los pequeños rebaños de ovejas y cabras existentes en el pueblo.
Nada mas cruzar el río Caracena, giramos a la derecha para seguir el Camino de la Pisa con
las vistas de varios apriscos para el ganado y de algún que otro palomar, localizando en sus
inmediaciones las ajadas ruinas y vestigios de la Torre de la Mora, una construcción funeraria
romana destinada a lugar de culto y enterramiento que se remonta y tiene su origen en el siglo II.
Caminamos entre las sentencias de un refranero que promulga que "en febrero busca la sombra el perro, pero a últimos, no a primeros"
y que "si no llueve en febrero, ni buen ganado ni buen sementero", esperando que la ansiada lluvia riegue pronto estos maravillosos campos.
Continuamos entre pardos y áridos promontorios iluminados con los destellos del sol que van
irrigando un perturbador e inquietante silencio entre aislados refugios y tenadas pastoriles.
Una desdibujada senda a media ladera y con numerosos espinos nos vuelve a intercalar
entre los prominentes acantilados calizos que se alzan desde la intimidad del Caracena,
atravesando con cuidado y atención la mayor dificultad que entraña este bonito itinerario.
Atentos y vigilantes desde sus posaderos, los buitres leonados custodian sus crías y retoños
mientras nuestros pasos remontan y progresan la inmensa tranquilidad del desfiladero.
Disfrutamos despreocupados de un extraordinario, prodigioso y soberbio entramado natural 
que rompe y desgarra de manera abrupta y escarpada la superficie caliza del páramo. 
Ocultos recovecos de un paisaje que nos transmite y nos contagia esa calma y serenidad
para seguir proporcionándonos un sinfín de placenteros detalles y agradables sorpresas.
Alcanzamos los aliviaderos del pequeño embalse entre dos bellas cascadas en la que el Río Grande es el propio cauce del río
y el Río Pequeño es un canal para el aprovechamiento agrícola y regadío de las huertas.
Sentimos el aliento dulce y cálido de esta pequeña alhaja que forma el Pantano de Vildé
encajado entre los rotundos y colosales riscos y peñas que alcanzan mas de setenta metros
y saturado por el hechizo de azules esmeraldas que la luz solar crea en este fantástico lugar.
En la vida, todo depende del punto de vista desde el que se mire, comenzado a ascender por
el borde del acantilado mientras nuestros móviles y cámaras fotográficas empiezan a echar humo
ante unas panorámicas realmente espectaculares y algunas de ellas, de auténtico vértigo.
No podíamos dejar pasar este fabuloso escenario para dejar impresa nuestra rúbrica y firma,
 atendiendo también a la vasta e interminable visión de sus sinuosos y erosionados montes 
en los que se infiltran y tamizan los tonos castaños, pardos y rojizos de sus tierras de labor.
Se apodera de nosotros una inmensa impresión y una adorable sensación de estar volando
y recorriendo una conmovedora escenografía que nos permite contemplar el paraje desde una privilegiada perspectiva,
conquistando el punto mas alto de la ruta desde el que se otean los cercanos Picos de Urbión,
la insigne FORTALEZA CALIFAL de Gormaz y la alejada y apartada Sierra del Moncayo.
La senda sigue escudriñando diferentes atalayas y balcones con vistas privilegiadas y con la
experiencia única y exclusiva de la que pocos lugares de Soria pueden presumir e imaginar.
Nos vamos despidiendo de este majestuoso emplazamiento tras haber rozado los cielos,
iniciando un entretenido descenso junto a una de las gargantas mas ostentosas de la provincia
excavada y perforada por el río Caracena y con tremendas similitudes al gran Cañón del Colorado.
Un último saludo a los singulares y exclusivos compañeros que compartieron nuestros derroteros,
continuando la bajada en busca del suave relente y la tibia frescura del cauce y lecho del río.
El camino tropieza con la estética típica y tradicional del adobe y su naturaleza ecológica
en medio de las ruinas y la desolación que envuelven los aledaños de dos viejos molinos y
donde podremos escuchar y percibir los rotundos y contundentes aullidos del silencio.
El carácter natural de la senda sacude nuestra pereza y nos anima a recuperar el paso para
centrar nuestra atención en la desnudez del bosque y las transparentes aguas del Caracena"a la vez quieto y en marcha", como diría el magnifico poeta santanderino Gerardo Diego .
Abandonamos la pletórica y frondosa alameda en la misma medida que nos alejamos de los cortados,
saliendo entre varias haciendas cerealistas cuyos brotes y retoños comienzan a germinar.
Desde la exaltación del comienzo hasta la feliz calma del final hemos atravesado diferentes
paisajes y distintos horizontes, sintiendo el goce de cada respiración y notando los recios 
latidos que nos llevarán, satisfechos y orgullosos, hasta nuestra meta y nuestro destino.
Concluimos este excelente y sugestivo viaje enredados entre el noble oficio del pastoreo, 
conmovidos por el implacable silencio y la deliciosa tranquilidad de VILLANUEVA DE GORMAZ.
Un saludo especial para la cocinera y el personal del Restaurante Antonio de SAN ESTEBAN DE GORMAZ que nos hicieron sentir como en nuestra propia casa. 
Después de comer un nutritivo menú nos acercamos a visitar GORMAZ
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes. 

ÁLBUM DE FOTOS: CAÑÓN DE VILDÉ

4 comentarios:

  1. No dejan de sorprendernos los recónditos parajes sorianos, salpicados de pequeños pueblos que temen ser atrapados por la despoblación.
    Impresionante el cañón de Vildé, ahí escondido en la recia tierra soriana, esperando a que todo visitante disfrute de la naturaleza y vida que atesora.
    Tus buen y descriptivo relato por estos tranquilos horizontes nos anima a conocer sus valores, naturaleza y cultura. Excelente labor la que realizas, Lanchero.
    Un saludo de 'Ojolince y Sra.' para ti y tu Comando Senderista.

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    1. Lo descubrimos por casualidad y nos ha gustado enormemente su mezcolanza de paisajes, la tranquilidad de los pueblos, las aguas esmeraldas del pantano, los marrones y ocres de sus cortados calizos y los numerosos buitres leonados que son los auténticos reyes de este fantástico espacio. Recibid un saludo cordial, nos vemos caminando.

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  2. Lo cierto es que lo disfrutamos un montón ese día gracias a tus labores de investigación y organización. El artículo está genial y nos parece más impresionante todavía el lugar. Enhorabuena.

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    1. Es verdad, aunque con algunas prisas nos salió un día redondo, tras haber disfrutado del cañón, un buen menú en San Esteban y una espléndida tarde en la Fortaleza Califal de Gormaz. Como siempre, muchas gracias por vuestra valoración. Un saludo cordial para vosotros.

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