La tranquilidad y el sosiego de nuestro primeros pasos nos ayudan a marcar un itinerario que
Nos acercamos a la Iglesia de San Juan Evangelista que luce ojo de buey con estrella de cinco puntas,
un templo privado del siglo XIII con numerosas bóvedas y arquerías sobre las que vuelan un
montón de escudos y heráldicas de los Marqueses de Villena, hilvanados y pespunteados
por un precioso ábside románico cuyos aleros presumen con una larga serie de desgastados canecillos.
Los bellos arcos y capiteles de su portada nos dedican su despedida y nos arrojan hacia la
luminosa Calle de San Juan con un marcado contraste entre la modernidad y la antigüedad
de sus nobles y hidalgas casas solariegas que van desfilando con impetuosas y vehementes
insignias esculpidas con todo lujo de detalles sobre las piedras y dovelas de sus extradós.
La Calle Doctor Tapia nos conducirá hasta los robustos contrafuertes del Convento de las Madres Concepcionistas
cuya portada nos brinda un elegante dintel con escudos y una hornacina con una imagen deteriorada de la virgen.
Las calles de Ayllón nos muestran la compañía de decorados balcones con el sabor antigüo
y añejo de innumerables blasones apostados en sus fachadas y dinteles, envueltos en un
imponente procedimiento constructivo con una sublime y estupenda arquitectura tradicional.
Seguimos respirando ese halo de quietud e impasibilidad localizado en cada rincón y recodo
de este atrayente lugar de paso que nos tiende una mano para ir ascendiendo a la zona mas
alta de la localidad en la que el olvido y el abandono se funden y se fusionan con las pruebas
y testimonios de una edificaciones e inmuebles mucho mas novedosas, actuales y contemporáneas.
El Paseo de las Bodegas muestra el horadado lugar donde se guardan los aromas de los caldos de la villa,
a la sombra y al amparo de las reminiscencias árabes de la presuntuosa Torre de la Martina.
Ejercitamos nuestras piernas por la rampa de escaleras que suben hasta el Cerro del Castillo
hasta dar con nuestros huesos en el flamante monolito de piedra donde podemos ver la talla
del Cristo del Sagrado Corazón, consagrando y bendiciendo todo el conjunto urbanístico de Ayllón.
La extensa llanura del altozano nos descubre un largo pasado de restos celtíberos y romanos
y se asoma con gallardía al encuentro de los bellos claustros del Convento de San Francisco,
además de gozar de las mejores estampas y perspectivas de la alfombra de tejados inmersa en este territorio segoviano.
La inmediata Torre de la Martina es el distintivo y seña de identidad de la localidad de Ayllón
con capacidad y funciones de campanario solventados en la espadaña de este bello torreón
que se levanta en planta pentagonal con sillares de piedra y provista de algunas almenas.
Junto a ella, aparecen los restos de las tapias y muros de piedra de la Iglesia de San Martín,
adivinando en lontananza Los Paredones, un vestigio solitario de los lienzos murales de la época musulmana.
Es hora de ir descendiendo entre las viejas viviendas de la Travesía del Castillo para recalar
sobre las fragancias y perfumes que emanan de los pequeños "Jardines del Tío Herrerón",
traspasando un estrecho y ceñido pasadizo situado mas abajo, situándonos en la zona
mas céntrica de la localidad y con la vista meridional de la Iglesia de Santa María La Mayor.
Recorremos su perímetro hallando una curiosa y reducida portada sur que nos guía por sus
"esquineras" con elementos de otras parroquias desaparecidas en el pueblo, ejecutando un
atractivo estilo neoclásico que se procrea a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII.
Desde la Iglesia de Santa María y el crucero de la Plaza del Ángel del Alcázar, salimos hacia
la soleada Calle Doctor Tapia que sigue una amplia estela de palacios y casas nobiliarias con
numerosas divisas en perfecto estado que decoran y ejercen la memoria de varias alcurnias
y abolengos, destacando el monumental híbrido en piedra de la consistente Casa del Águila.
Es esencial e indispensable llegar, entre regios y espléndidos soportales, hasta su magnífica
Plaza Mayor, un espacio amplio y despejado donde encontramos el edificio del Ayuntamiento
con sus arcos y columnas de piedra desde las cuales nos llama la atención las vistas y las
perspectivas de la Iglesia de San Miguel, que con su precioso y apuesto ábside del siglo XII
y sus labrados canecillos, forman un exclusivo y privilegiado conjunto de enorme sabor románico.
Nos sorprende su curioso pórtico y balcón privado para las altas jefaturas eclesiásticas y nos
conmovemos con su sensacional portada envuelta con un batallón de arcos semicirculares
esculpidos con "hordas" de elementos decorativos y rematados por deslumbrantes capiteles.
Terminamos el análisis de este humilde templo junto a su fachada occidental, rematada por
una espadaña con dos campaniles y con anotaciones mas actuales de reformas posteriores.
La Casa de la Torre se convierte en uno de los inmuebles mas antigüos y veteranos de la villa
mientras seguimos escuchando el latido incesante y persistente de la Fuente de los Caños.
En Castilla, las plazas son el alma y el aliento de los pueblos, donde realmente tiene lugar la
convivencia y la vida en común, siendo uno de los lugares mas adornados y mimados para el
disfrute, regocijo y ocio de todos los habitantes y vecinos que se establecen y residen en el.
Continuamos el agradable paseo sumidos a la sombra de pórticos y galerías que nos alojan
en la sinuosa Calle de los Pellejeros azotada por el riguroso y severo calor del mes de junio,
culminando entre las ventanas y balcones de la casa-palacio del Obispo Vellosillo que luce
poderoso blasón en la actual Biblioteca y Museo de Arte Contemporáneo de la localidad.
A nuestros oídos llegan los exacerbados y enconados "crotoreos" de las cigüeñas, marcando
el ritmo y la cadencia para llegar a alcanzar el estilo gótico isabelino del Palacio de los Contreras
cuya fachada recoge tres escudos ladeados y encuadrados por un bonito cordón franciscano.
Salimos por el Arco de la Villa, una puerta medieval que sostiene y sustenta los linajes y la
alcurnia de los cuatro escudos del siglo XVI pertenecientes a los marqueses de Villena,
don Diego López Pacheco y Portocarrero y doña Juana Enríquez Luna Velasco y Portugal.
Varios edificios reestructurados y reformados siguen la continuidad de las murallas que ahora
se asoman al delgado cauce del río Aguisejo, un hermoso paseo fluvial que divide al pueblo
separando su magnífico casco histórico medieval de la parte mas moderna y contemporánea.
Saltamos de orilla, acercándonos hasta la Plaza del Hospital y regresando de inmediato a las
orillas del río para disfrutar de un merecido descanso junto al puente con orígenes romanos.
De nuevo nos ponemos en marcha junto a la fachada exterior del Palacio de los Contreras,
discurriendo paralelos a los "paseos de ronda" donde antigüamente se levantaban los largos
y estrechos adarves que permitían ejecutar y emprender la ronda de vigía por los centinelas.
Oteamos de nuevo la espadaña mudéjar del Convento de la Purísima Concepción, viajando
a los designios románicos del año 1528 y al aposento rural en el que se convirtió a día de hoy.Nos despedimos de Ayllón totalmente complacidos pero con la pena de abandonar uno de los pueblos mas carismáticos de Segovia y uno de los mas bonitos de España.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
GALERÍA FOTOGRÁFICA: AYLLÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario