Toca empezar a caminar por la localidad orensana de Ribadavia, capital del Ribeiro que luce su Castillo de los Dioses Sarmientos y la Iglesia donde se venera a Nuestra Señora la virgen del Portal.
La antigüa muralla medieval que protegía la villa aun conserva la Puerta Nueva o Puerta de Celanova,
dando paso a su importante judería con estrechas callejuelas que nos conducirán hasta el precioso románico gallego de la Iglesia de Santiago del siglo XII.
Todos sus fascinantes rincones y el privilegio de caminar por sus calles lo podeís descubrir en este bonito paseo por Ribadavia,
nosotros abandonamos la localidad sumidos entre las profundas fragancias de hortensias y
el hermoso colorido de sus macetas asomándose a la brillante estela que ostenta el río Avia.
Para no perder el rumbo del viaje y sin salir de Ribadavia, podemos visualizar todos los datos del itinerario en 👇👇👇
Como el calor apretaba, decidimos continuar hasta las inmediaciones de la Isla de Toralla, en
concreto a la playa y puerto de Canido, para pasar una estupenda mañana disfutando de un
nagnífico baño y saboreando el relajante trajín de las numerosas embarcaciones pesqueras
y de recreo que atravesaban el azulado lienzo marino frente a las costas de las Islas Cíes.
La imagen veraniega captada en la Playa del Vao nos recuerda que tenemos que volver a la
ruta del río Miño, entre afables y acogedores matices de las flores de la autovía A-55, que en
30 kms aproximadamente nos dejara en Tui, la puerta de entrada del Camino de Santiago Portugués en Galicia.
En el Paseo de la Corredera podremos visitar la Iglesia de San Francisco y junto a la vieja muralla el crucero del Arzobispo Manuel Lago,
dando paso a la Plaza del Concello con la curiosa y espectacular mezcla de gótico y románico con el que se trajea la Catedral de Santa María,
abriéndose en la Plaza San Fernando su maravillosa portada principal con un amplio atrevimiento iconográfico y un gran esplendor gótico.
Sus estrechas callejuelas nos trasladan hasta la capilla de San Telmo, una muestra del barroco portugués
que se asoma de forma esplendorosa al enorme cauce del río Miño, el mas largo y caudaloso de la comunidad gallega.
Los resquicios y las suaves melodías de la Fuente y Lavaderos del siglo XII cercanos al Monasterio de Santo Domingo,
escuchan los aires y danzas populares de las "Muñeiras", terminando este gratificante paseo entre estos vistosos y típicos bailes tradicionales gallegos.
El hierro y las celosías metálicas del Puente Internacional cruzan el Miño hasta el vecino pueblo portugués
de Valença do Minho que nos sorprende con su impresionante arquitectura militar en una poderosa fortaleza que nos da la bienvenida por su Porta da Coroada,
muy cerca de la estatua de San Teotonio, religioso portugués que fundo la Orden de Canónigos Regulares de Santa Cruz y situado delante de la Capela do Bom Jesus.
Tras cruzar la Porta do Meio y através de un largo pasadizo, alcanzamos la Fonte y Lavadoiro da Vila
desde la que podemos divisar la estructura abaluartada, las murallas y garitas de vigia que servían de garantías y seguridad a esta portentosa ciudad.
Nos topamos con la arquitectura neoclásica de la Iglesia de Santo Estevao, cuyos aledaños
notan la presencia del "miliario" que marca la Vía Romana IX Antonina que unía las ciudades de Braga (Bracara Augusta) con Lugo (Lucus Augusti).
Un lóbrego túnel en curva arroja nuestra presencia sobre la hermosa Puerta de la Gaviarra,
regresando al núcleo urbano para admirar la cuna eclesiástica de las Iglesias de Santa María y la Capilla de la Misericordia,
asomándonos al Mirador de la Fortaleza para esclarecer las bellas tierras fronterizas por las que serpentea esta hermosa corriente.
La carretera portuguesa N-13 transcurre paralela a la margen izquierda del Minho, ejecutando una parada sobre el arte callejero de la localidad de Vila Nova de Cerveira.
Desde la Cámara Municipal admiramos su Iglesia Matriz de Sao Cipriano, dando comienzo una interesante y
atractiva excursión por la Rua César Maldonado que sigue el perímetro de su castillo y fortaleza
hasta la Avenida dos Pescadores, asomándose con maravillosas panorámicas a la radiante
lozanía que transpira el delicado espacio natural engendrado y gestado por el fiel río Minho.
Terminamos la visita en la Plaza de la Libertad entre la imponente Casa Verde, una construcción palaciega de estilo brasileño del siglo XIX
y entre los elaborados trabajos de ganchillo que adornan la prolongada Rua Queiroz Ribeiro.
Nuestra siguiente parada atisba la bella confluencia del río Coura cediendo aguas a nuestro protagonista
junto a la Iglesia Nossa Senhora da Assunçao en la tranquila y apacible localidad de Caminha,
siguiendo travesía por la Rua Direita hasta su icónica Torre do Relógio, formando un agraciado conjunto
con su antigüa Cámara Municipal y la Iglesia da Misericordia que guarda celosa la patrona de la localidad, Santa Rita de Cassia.
La Avenida Doctor Dantas Carneiro percibe la inmensa amplitud y holgura de este vasto Minho
que se escapa hacia el Atlántico entre la portuguesa Punta de Cabedelo y la española Playa O Puntal.
La bella ensenada y playa de Foz do Minho está frecuentada por numerosas embarcaciones,
permitiéndonos el paso a través de pasarelas de madera y alcanzando el océano entre el sistema dunar
que protege y ampara a la perfección la radiante luminosidad con la que brilla la ventosa Playa do Camarido.
La experiencia se puede completar con un largo y apasionante paseo hasta la Playa de Moledo,
otro bonito arenal de la costa de Portugal afamado por el surf y el kitesurf, aunque las fortísimas rachas de viento en el día de hoy la han dejado desértica y casi virgen.
Antes de abandonar este precioso lugar hechamos una ojeada al Forte da Ínsua, una fortaleza abaluartada con los restos de un antigüo convento en plena desembocadura del Minho
mientras en nuestra retina queda grabada el perfecto e impecable triángulo del Monte Santa Tecla sobre la fina arena de la playa.
Esta aventura portuguesa concluye en el soberbio y ostentoso estuario formado en la desembocadura del río Âncora,
cruzando un largo y moderno puente entre las Dunas de Caldeiroes para sentir la fuerza, la frialdad
y la extrena soledad de la Playa Duna do Caldeirao cuyas aguas arrivan desde el corazón del Océano Atlántico.
La bonita Vila de Âncora seguirá sorprendiéndonos con su excelente y atractiva Plaza de la República
decorada y ornamentada con multitud de florecillas que realzan la esbelta Capela de Nossa Senhora da Bonança.
Nos marchamos entre el profundo griterío y los frenéticos graznidos de un grupo de gaviotas,
saliendo entre un desordenado maremagnum de oscuras rocas donde está dispuesta una
larga hilera de columpios denominados Bancos de Camboa, desde los cuales disfrutamos de un claro y sereno atardecer.
El nuevo día nos emplaza en el mágico lugar del Monte de Santa Tecla que contempla las vistas espectaculares de la desembocadura del río Miño y la frontera portuguesa.
Desde su pequeño Museo Arqueológico descendemos por un Vía Crucis hacia la devoción que impera en la Ermita de Santa Tecla,
dejando atrá un erecto obelisco cercano a una amplia escalinata en la que termina y finaliza el antigüo calvario del siglo XVII.
Otro artístico Vía Crucis adorna el camino con cruces de piedra y medallones de bronce con escenas del Calvario de Jesucristo,descolgándose por el monte hasta las inmediaciones de la Citania de Santa Tecla, uno de los ejemplos de cultura castreña y romana que tiene su origen en el siglo IV a.C
y que su ordenada reconstrucción refleja la disposición de como estaban estructurados estos asentamientos preromanos.
Sus 340 metros de altitud le sitúan en un lugar privilegiado desde el que se domina la cuenca y desembocadura del río Miño
y las estupendas panorámicas de la costa y litoral de La Guardia sumida en los brazos y tentáculos del majestuoso Océano Atlántico.
La localidad de La Guardia mantiene nuestra atención ante su enigmático puerto y su curiosa Playa de la Ribera,
comenzando otra atractiva caminata desde su populoso Convento de San Bieito a través de
un largo paseo marítimo en busca de la réplica de un torreón defensivo o atalaya que constituye el pequeño Museo do Mar da Guarda.
Su bella ensenada, sus típicas casas y el Monte Santa Tecla nos animan para seguir descubriendo
su enrevesado entramado urbanístico, alcanzando la Estatua de Cuqui Piñeiro en los aledaños
de la Iglesia Parroquial de Santa María, un rincón agradable y acogedor muy próximo a la
Plaza del Reloj cuya torre formaba parte de la vieja muralla medieval que escudaba y defendía la localidad.
Aunque nos alejamos del Miño, no podíamos dejar sin escrutar los numerosos miradores situados en la carretera PO-552, una vía que coincide con el Camino de Santiago Portugués
y un misterioso balcón hacia el Atlántico resguardado y protegido por las montañas de la Sierra de A Groba.
A mitad de camino ejecutamos parada obligatoria en el sorprendente y sensacional Monasterio de Santa María de Oia,
un templo monumental del siglo XII que formó parte de la Orden del Císter con elementos románicos, góticos y barrocos.
Un poco mas arriba, el caudal del Regato da Lavandeira movía los rodeznos del viejo molino y saneaba el agua del lavadero donde las mujeres lavaban la ropa.
Atrás quedamos esta joya del Atlántico y el aura misteriosa de éste mágico lugar, siguiendo
la espectacularidad de esta carretera hasta el Faro Silleiro, marcador que apunta la entrada a la Ría de Vigo
y que a pie de mar encontraremos las ruinas de un viejo cuartel militar en la que estuvo establecido el antigüo faro.
Observamos el magistral escenario que se abre ante nosotros con las Islas Polveiras en primer plano y las Islas Cíes mas al norte
y un poco mas a la derecha las Islas Estelas y el redondeado perfil y contorno de Monteferro.
Llegamos a la preciosa localidad de Baiona, presentando un agradable paseo desde el Santuario de Santa Liberata, una capila con trazas toscanas y platerescas
muy cercana a la inmensa Colegiata de Santa María, mezclada con los típicos esbozos y particularidades de los estilos barroco y románico.
Por estrechas callejuelas llegaremos hasta la Plaza del Concello donde conviven el Ayuntamiento y la Capilla de la Misericordia,
saliendo a su largo Paseo Marítimo y buscando la Playa de la Ribera junto al Castillo de Monterreal.
La Puerta del Sol permite el paso a esta maravillosa fortaleza y principal reclamo turístico de la ciudad,
pudiendo disfrutar del estupendo entorno y del soberbio panorama que nos ofrece su enorme Puerto Deportivo.
Además, es casi obligatorio y preceptivo patear los diferentes recorridos e itinerarios por sus murallas y baluartes
que nos enseñarán todos y cada uno de los rincones que esconde esta trepidante ciudadela fortificada.
Sin duda, este viaje por la frontera del río Miño supuso una experiencia conmovedora y un regreso, casi espiritual, a ese Atlántico inmenso, azul y con una estampa inolvidable.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s viajeros y caminantes.
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