lunes, 26 de agosto de 2019

MONTE BRUSCO

En esta ocasión proponemos un tranquilo y relajante viaje desde la localidad cántabra de Noja por la kilométrica Playa de Trengandín, hasta su fusión con la pequeña barrera montañosa del Monte Brusco. Es día 22 de agosto de 2019 y este es el relato de nuestra aventura. Pincha en el "play" y comenzamos.
Antes de comenzar a caminar repasamos el mapa de orientación y todos los datos del itinerario en: MONTE BRUSCO 
La iglesia de San Pedro inaugura nuestros primeros pasos
que nos conducen hasta el frescor del Parque de Trengandín,
saliendo hacia la amplitud de la playa y abandonando el perfil urbanístico de la localidad Nojeña.
Mentiríamos si dijéramos que no nos gusta un agradable y apacible paseo por el mar y la playa
pero esta de Trengandín nos enamora por su silencio y por su fina y dorada arena
moteada en todo momento por pequeñas rocas que la dan un curioso toque de distinción.
La extraordinaria temperatura hace que la brisa nos acaricie suavemente
mientras vamos disfrutando de la tranquilizadora laxitud de las aves del entorno,
al mismo tiempo que recibimos las bondades y bendiciones de este hermoso día soleado.
Tan pronto navegamos por un atractivo ambiente plateado entre el mar y el cielo
como nos toca embarcarnos para cruzar el canal de salida de las Marismas de Victoria que mueren en esta pequeña Playa de Helgueras.
Nos topamos con las primeras estribaciones del Monte Brusco, también llamado Monte Mijedo
continuando entre las afiladas y agudas formaciones rocosas 
que simulan un marítimo e inconfundible paisaje lunar.
Nuestras miradas siguen escapándose hacia el mar que viene envuelto en un aura 
saturada de algas y con apetitosos regustos salíneos.
El aire besuquea nuestros rostros entre la arena y la vegetación
corriendo a lo largo de este extenso y apabullante paisaje 
y bronceándonos de manera reposada y cariñosa.
Alcanzamos el final de esta maravillosa y fantástica Playa de Trengandín
para comenzar a ascender la emblemática barrera natural del Monte Brusco,
subiendo por los escalones naturales formados en la ladera.
La vereda atraviesa una áspera y escabrosa espesura
entre bonitos detalles de gran belleza y tonalidad
con un ritmo trepidante en nuestras cámaras fotográficas y móviles
para captar y atraer todo el enorme potencial paisajístico del lugar.
Continuamos ascendiendo por la encajonada trocha
para tomar El Brusco, que pese a su escasa elevación constituye un magnífico balcón que nos proporciona una exquisita panorámica costera
y una mirada distendida hacia la profundidad del Cantábrico.
Como un grupo musical de los años 70, posamos para ir asimilando
la belleza salvaje de la Playa de Berria, perteneciente a la localidad de Santoña,
y el resto de las hermosas marismas que junto con las de Noja configuran la Reserva Natural.
Iniciamos el descenso entre la caricia del verde
y la espectacular postal de Playa Berria,
internándonos entre una vegetación exuberante
y dedicando una atenta precaución en la bajada.
Aprovechamos el carril-bici de la carretera siguiendo el verdor de la ladera este del Brusco
y sus ardientes y violentos matices 
que conjugan a la perfección las antigüas casonas solariegas
con las mas modernas y actuales en la localidad de Argoños.
Varios iconos católicos van desfilando por las calles del pueblo en el que la Ermita de la Virgen de la Soledad
nos traslada hasta el pequeño crucero situado delante 
de la Iglesia de El Salvador levantada en el siglo XVI.
El sol va arrancando divertidos y vistosos contrastes
subiendo hacia un pequeño bosque de eucaliptos,
combinando aromas y fragancias 
de apetecibles vides y manzanos.
Seguimos el rumbo del camino entre la variedad,
la serenidad y la bonanza que nos devuelve el refrescante verdor de la campiña,
atestada de moras y zarzamoras
que endulzan y acaramelan esta afable, simpática y tierna estampa.
Seguimos el escrutinio de este maravilloso espacio
que nos vuelve a aderezar con multitud de frutos y colores
que anuncian el final del verano y el principio del otoño.
A nuestro cálido y largo paseo veraniego
se suman e incorporan este dócil y simpático rucio
y este magnífico trío de corceles.
La ruina y el olvido de viejos edificios
dan paso a la belleza escénica de prados
y huertas que cultivan los ganaderos y hortelanos de la zona.
Nos adentramos en la Marisma de Victoria,
una zona pantanosa influenciada por las mareas
en la que podemos ver multitud de fochas, ánades, zampullines 
y garzas reales que a provechan los limos y arcillas que aportan los ríos,
el mar y el viento para su subsistencia y manutención.
Visitamos su precioso y bello Molino de Mareas
rodeado por las azuladas aguas de la marisma,
constituyendo un magnífico mirador para otear muchas de las aves que viven en este delicioso entorno.
Tras el posado de nuestros "jóvenes" integrantes
abandonamos este regalo paisajístico
para acercarnos hasta el Puente de Helgueras,
una posible solución de comunicación para salvar las marismas y facilitar el paso a los  peregrinos del Camino de Santiago.
La salida y desagüe de las Marismas de Victoria
nos empujan a un reconfortante y distendido baño en el Cantábrico
acaparando toda la frescura y el color de sus limpias y cristalinas aguas.
La rapidez con la que se han zambullido unos, contrasta con la recatada y cautelosa
entrada de los demás. No lo penseis mas que es peor: "al aguaaaaaaa patos"
La tarde va declinando entre los esponjosos reflejos del mar, siendo la hora del regreso,
una vez que hemos atrapado el innegable placer de sentir esas emociones marineras tan arraigadas en estas soberbias y extraordinarias tierras de Cantabria.
Saludos de "COMANDO SENDERISTA" a tod@s caminantes.
Hasta una próxima aventura.
ÁLBUM DE FOTOS: MONTE BRUSCO 

No hay comentarios:

Publicar un comentario