domingo, 21 de noviembre de 2021

VALLE DEL RÍO CEA

Desde el cuidado mudéjar de la localidad leonesa de Sahagún, comenzamos un viaje por los pueblos asentados en las riberas del río Cea, entre las huellas de viejas iglesias y desvencijados castillos que nos llevarán hasta los inicios de este río en las localidades de Prioro y Tejerina. Es día 7 de octubre de 2021 y este nuestro recorrido.

Arrancamos entre las ruinas del Monasterio de San Facundo en SAHAGÚN, cuyos arcos nos presentan el maravilloso arte románico en ladrillo de la Iglesia de San Tirso
y de la Iglesia de San Lorenzo, convirtiendo a la localidad en la capital mudéjar del Camino de Santiago.
Desde el puente memorizamos y visualizamos el itinerario por el VALLE DEL CEA
para ir remontándolo, entre los dulces aromas que desprenden una infinidad de higueras,
y alcanzar en pocos kilómetros la Parroquia católica de San Lorenzo en Villapeceñil.
El rastro y las señales de esta fría mañana quedan grabadas en los campos aledaños
a las ruinas del Monasterio de Santa María de Trianos que luce altivo su profundo declive y su alargada decadencia.
La carretera LE-232 surca y navega muy próxima y paralela al hermoso cauce del río Cea
que atraviesa el majestuoso "Puente Romano" de la localidad de CEA  que otorga y asigna su nombre al río.
Los grandes palacios y casonas solariegas abandonadas entre la Calle Doña Margarita
nos llevan hasta las inmediaciones de la Iglesia de Santa María de la Asunción
en medio de inscripciones en las que aparecen nombres, como Pedro García Ongallo y Francisco de Medina y de la Gala, pertenecientes al año de 1798.
En la zona mas alta del pueblo localizamos los restos de la vetusta fortaleza desde la que 
se dominan magníficas panorámicas y estupendas vistas de la fabulosa vega del río Cea.
Aparecen motivos y argumentos con apariencias gélidas y casi heladoras en el momento 
que aterrizamos en la pequeña población de Saelices del Río para admirar y contemplar
el Monasterio de San Felix de Cea cuya cabecera data del siglo IX y el resto del XIII.
Entramos por la Calle Real de Villaverde de Arcayos y su exquisita arquitectura rural
en el que sus callejuelas dejan notables muestras para percibir su gran variedad y riqueza,
constituyendo un precioso patrimonio elaborado por las diversas generaciones que habitaron estas tierras.
Una vez revisada y reconocida su Iglesia Parroquial dedicada a San Juan Bautista,
cruzamos sus campos recién labrados para desviarnos por momentos y ascender hasta 
el espléndido y luminoso Santuario de Nuestra Señora de la Yecla, donde el largo silencio 
y la rebosante soledad solo pueden ser rotos por el sonido álgido de sus campanas
y el incesante y persistente murmullo de la fuente aposentada en sus inmediaciones.
Tierras ocres y desnudas acompañan las choperas y alamedas que abrigan este sigiloso río
hasta los frescos caños de la Fuente de la Reguera en la localidad de ALMANZA que nos 
invita a un agradable paseo por el maravilloso lienzo amurallado de su primitiva fortaleza.
Su enigmático arco ojival nos empuja y nos incita a penetrar por su estrecho urbanismo
que nos dirige, en primer lugar, hasta la portada de la Iglesia católica de Santa Marina
y después convidarnos a subir hasta su imperiosa y arrogante Torre del Reloj.
Tras disfrutar del grato sabor medieval del pueblo, bajamos al encuentro del cauce del Cea
que cruza raudo y portentoso las sillerías del puente construido entre los siglos XI y XII.
El otoño se asoma con fuerza y vigor una vez pasados los pueblos de Espinosa y Cabrera de Almanza,
haciendo parada para tomarnos un descanso entre la tranquilidad y la inmensa serenidad
que se respira en los derredores de la Iglesia de Santa María Magdalena en La Vega de Almanza.
En el horizonte y por encima de esta fértil vega se huele y se olfatea la montaña leonesa
acercándonos para penetrar entre las viviendas y las casas del pueblo de Villamorisca
cuyo edificio mas significativo y relevante es el de su Iglesia consagrada a San Felix 
y un delicioso emplazamiento para disfrutar alejados del ruido una excursión sin urgencias y sin prisas.
No nos perdemos el formidable remanso de paz que supone llegar hasta PUENTE ALMUHEY
donde los afilados tajamares de su Puente Viejo dividen y trocean la corriente del Cea
que camina lenta y perezosa junto a la románica Ermita de las Angustias del siglo XII.
En el alargado perfil del pueblo aparecen los rasgos y trazos de la Parroquia de San Ignacio de Loyola
que nos expulsa del casco urbano arrojándonos por un sugestivo entorno natural que nos 
instala en la sencilla y elemental esencia rural y calidez del pueblo de SOTO DE RUEDA.
Gallos, pollos y gallinas campan a sus anchas en busca de todo tipo de comida, mientras se
sumergen en un modo de belleza expresado por adobes, tapiales, maderas y tejas que 
alcanzan el promontorio donde se aposta la Iglesia de la Degollación de San Juan Bautista.
Nuestro viaje continua entre gente soñadora que mantiene las esencias y tradiciones de su trabajo
en una "España Vaciada" que resiste como puede y a duras penas en la pequeña población de VILLACORTA.
Descubrimos el patrimonio amenazado de algún edificio noble con sus recias heráldicas
y un estilo de vida que persiste, apartado y solitario en cuadras y corrales, al paso del tiempo. 
Nos despedimos de la Iglesia de San Martín para bajar de nuevo al encuentro del río
cuya orografía se erige con síntomas mucho mas abruptos, intrincados y escarpados.
La sencillez y la simplicidad marcan la estampa de la Ermita de Nuestra Señora de la Vega
y la Iglesia de el Salvador en el municipio de VALDERRUEDA que engloba los últimos pueblos visitados.
Remontamos la corriente del Cea que se empeña en esconderse entre la abundante vegetación,
recalando nuestros pasos frente a la Iglesia de San Vicente en LA SOTA DE VALDERRUEDA
donde vuelve el influjo y la magia de una evocadora e insinuante arquitectura popular
que tan armoniosamente se funde entre el rumor y los destellos que establece el río.
Infinitos aromas y perfumes se extienden entre una delicada inmensidad de tonos y matices
que abrazan y estrujan las inmediaciones de la Iglesia de San Andrés en MORGOVEJO
en el que van desfilando fachadas de piedra y balcones de madera, conformando una entrañable fisonomía rural que marca la belleza y el encanto de estos pueblos.
Tímida y humilde, la pequeña espadaña de la Capilla San Juan, reparte los tañidos de su esquila 
hasta el idílico, encantador y paradisiaco puente que salva las aguas del Arroyo del Valle, 
progresando hasta el pintoresco paisaje que busca con ahínco el paraje de LAS CONJAS.
La sinuosidad de la carretera nos muestra este pequeño desfiladero que luce sus conglomerados cuarcíticos
abrazando el magnífico paisaje que el río Cea a ido modelando con el paso del tiempo
y cuya sonoridad se extiende y se divulga entre la masa de pinar que brota entre sus rocas.
Abandonamos esta maravilla natural estrujados entre las afiladas garras de estos colosos
para seguidamente serenar el viaje junto a los hórreos de la localidad de PRIORO que nos
incitan y suplican una inspección y cita con la pequeña y curiosa Ermita del Santo Cristo
y con el notable crucero emplazado frente a la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol.
Entre hermosas praderías podríamos llegar hasta el nacimiento del Cea en la Fuente del Pescado, pero eso será en una próxima y apasionante aventura.
La salvaje naturaleza que respiramos nos deleita con estas espectaculares imágenes
y nos animan a buscar la solitaria y callada TEJERINA, en el que el agua resbala por sus callejuelas
y donde el bosque y la montaña arremeten con ímpetu su bello y estupendo caserío.
A mitad de la villa, nuestros huesos se topan con la Iglesia y Parroquia de San Pedro Apóstol
y con la sucesión tangible y evidente de una arquitectura tradicional enraizada y adaptada
en las que las viviendas no alteran la fisonomía y las pautas típicas de esta noble comarca.
Rincones vestidos de piedra, tejas y maderas van conformando un patrimonio amenazado
hasta alcanzar el Monumento a los Pastores, una preciosa representación con un pastor que cuida sus cabras y ovejas vigiladas por sus mastines.
En la bajada y de regreso, saltamos las aguas del Arroyo Tejerina en las que se refleja
la humilde y campechana Ermita de Nuestra Señora del Río perdida en un radiante claro del bosque.
Nos da tiempo a sentir la placidez y la quietud de estos emblemáticos territorios y tras la reposada charla con un paisano,
nos convida a reconocer la extraordinaria vega por la que fluye y discurre el río Tuéjar
que remonta por el universo rural del pueblo de SAN MARTÍN DE VALDETUÉJAR.
Su Iglesia luce con rotundidad y contundencia en lo mas alto del paraje y nos conduce 
por las veredas del Vallejo del Soto hasta las espléndidas y estupendas Lagunas de San Martín
donde la fabulosa luz del otoño crea y origina una función escénica difícil de olvidar.
Desde el Palacio de los Señores del Prado en la localidad de Renedo de Valdetuéjar,
seguimos progresando por el valle entre los arcos y escudos de grandes casas solariegas,
dejando atrás la pequeña población de Otero de Valdetuéjar para finalizar junto a la Fuente
del MONASTERIO VIRGEN DE LA VELILLA, también llamado "El Escorial del Valle",
una perfecta construcción renacentista que impresiona por su gallardía y grandiosidad.
Terminamos el viaje con un dulce sueño que huele a campo y a montaña y que sabe a origen y tradición.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes. ÁLBUM DE FOTOS: VALLE DEL CEA

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