miércoles, 27 de abril de 2022

CAMINO DEL AGUA

El Camino del Agua es un grato paseo que nos permite la visita de los pueblos salmantinos de Mogarraz y Monforte de la Sierra entre el colorido de castaños, robles y cerezos y la adorable musicalidad del agua de sus arroyos. Es día 19 de febrero de 2020, comenzamos.

La Fuente del Humilladero que congrega sus aguas en una pila bautismal es el comienzo de
nuestra aventura en MOGARRAZ, declarada Conjunto Histórico Artístico desde el año 1998 y
donde podremos admirar la fabulosa exposición de retratos que adornan y decoran sus calles.
El murmullo del agua nos conduce entre el relente y frescor de la Fuente Cabo la Aldea para
mas adelante alcanzar la aislada Torre Campanario de la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves
y la maravillosa arquitectura popular serrana que sobresale en su esbelta Plaza Mayor cuyas
casas ostentan sus pequeños balcones y los típicos entramados de madera, piedra y adobe.
Subimos por las estrechas y apretadas calles de Fuente Arriba y Nueva hasta la carretera 
de La Alberca donde verificamos y revisamos todos los datos de este CAMINO DEL AGUA.
La perfecta señalización de la ruta nos apremia a descender entre el perfume de varios olivos
en busca del galanteo y los piropos del primer protagonista y colaborador, el Arroyo Bocinos.
Tras la tanda fotográfica de rigor, continuamos la magnífica senda empedrada hasta donde
aparece "K´oa", la primera representación artística del autor salmantino Miguel Poza, en la 
que dos jaulas metálicas se abren al paisaje y los horizontes de la cercana Sierra de Béjar.
Vamos sintiendo los ricos y profusos rayos de luz que penetran entre las ramas del bosque
mientras aprovechamos el escenario para posar y retratarnos en medio de un camino que se
maquilla con los mas sobresalientes y destacados claroscuros con los que brilla la arboleda.
De repente abordamos y atracamos en el puente que salva la corriente del Arroyo Milanos
para descubrir "Serena", una obra de Virginia Calvo con una iconografía vinculada a las sirenas
en el que las pequeñas cascadas del riachuelo repiquetean una jovial y agradable sinfonía 
y cuya canción se dispersa y propaga a lo largo de esta intrincada y esplendorosa garganta. 
Renovamos el agua de nuestras cantimploras en el caño de la fuente situada en el lugar,
ascendiendo paulatinamente entre el placentero y atrayente crepitar de la hojarasca mientras
mantenemos esa entretenida conversación en la que el tiempo transcurre sin darnos cuenta.
Saboreamos la estupenda perspectiva de la localidad de Mogarraz en el preciso momento
que alcanzamos la carretera, ejecutando con cuidado y atención una corta travesía hasta un
excelente mirador en el que simulamos el valor y el mérito del lance taurino de Don Tancredo,
encontrando también, junto a estos asientos, la obra artística realizada por Alfredo Sánchez.
Abandonamos por momentos el camino para colarnos entre la genuina arquitectura rural
que nos propone la bella localidad de MONFORTE DE LA SIERRA, ofreciendo una brillante pasarela 
con curiosos y peculiares detalles que embellecen y acicalan las calles y portadas del pueblo.
La Calle de la Iglesia nos enseña los cuidados planteamientos y diseños de sus fachadas,
subiendo hasta la sencilla y discreta portada de la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel
en el que sobresale, como en otros pueblos de la comarca, su aislado y solitario campanario. 
Entre las Calles del Solano y Las Huertas surge la preciosa y apreciada Fuente de la Cruz
que nos regala la frescura de sus aguas y propaga los suaves murmullos de sus caños entre
 las rústicas y tradicionales viviendas que se alzan en esta localidad hospitalaria y acogedora.
Nos alejamos de Monforte entre la violenta belleza de coloridos rosáceos de sus camelias,
las profundas y acentuadas fragancias de innumerables limoneros y algún que otro naranjo
y las esencias de las vides que a finales de septiembre tornarán en buenos caldos y vinos.
Iniciamos un largo y fascinante descenso entre un desnudo y desvestido robledal ilustrado 
por la intensa luminosidad de un cielo jaspeado y moteado con la blancura de las nubes,
intentando absorber el olor suave, secreto y aromático que exhala esta suntuosa espesura.
Tomamos un descanso para evocar el rítmico palpitar de las piedras de los molinos, sintiendo
los aromas de la harina triturada y desmenuzada con la fuerza del agua del río Arromilano
que baja rastreando con presteza y celeridad la búsqueda y la persecución del denominado 
Puente de los Molinos, una bella encrucijada en la que únicamente se percibe el exquisito y
melodioso entusiasmo del arroyo, acicalado con dignos e insinuantes rasgos ornamentales.
Tras cruzar el puente, remontamos entre las risas y carcajadas de una buena conversacion,
atravesando las esencias y extractos de algún castaño despistado con sus frutos a los pies
y donde nos sorprenden las rutilantes tonalidades y equilibrados colores de algunas plantas.
En la parte alta de la subida encontramos un desvío señalizado con dirección a Mogarraz y 
después de una breve tregua y descanso para beber un trago de agua y "echar un pitillo" nos
arrojamos por una estrecha y pedregosa vereda extremando todos los cuidados y cautelas.
Un amasijo de bulbos y raíces acompañan nuestras sólidas pisadas, embarcándonos sobre
el lecho de la corriente, inquieta y bulliciosa, con la que se descuelga este travieso río Milano 
que vadea los robustos y vigorosos pilares que sostienen el espléndido Puente del Pontón. 
El espíritu de aventura y el ansia de explorar se adentra en las profundidades de su entorno,
subiendo hasta la creación "Siete sillas para escuchar" del autor Manuel Pérez de Arrilucea,
invitándonos a escuchar los sonidos del agua, las aves, el viento y su naturaleza aledaña.
Comienza el tramo mas exigente y riguroso de la ruta por una preciosa trocha empedrada
que nos arrancará voluptuosas inhalaciones de aire para poder oxigenar nuestros pulmones
entre los apretados y recios vallados de piedra colonizados por la frescura de sus musgos.
Un completo e impecable colorido que se puede confundir con viejos tintes otoñales, aunque
los nidos de seda blanca de la oruga nos advierten del adorno habitual al finalizar el invierno.
El itinerario parece seguir empeñado y decidido en conquistar y adueñarse del firmamento,
sometiéndonos a un completo y exhaustivo examen para diagnosticar nuestras mermadas fuerzas. 
Solo nos queda un duro repecho entre esta naturaleza desbordada, que con su hechizo nos
instalará en el sensacional y extraordinario mirador que vislumbra la cercana Sierra de Béjar
y donde se alza la "Cruz de Mingo Molino", última obra escultórica del autor Florencio Maíllo.
La frescura de la hierba y el suave rumor del agua engendran esa delicada poesía del paisaje
que se adorna con las cándidas tendencias cromáticas que sueltan algunos almendros, todo
ello rodeado de una amplia y dilatada serenidad y con una enorme sensación de tranquilidad.
Sentado en un poyo de piedra al agradable sol de febrero, Miguel nos espera a la entrada de
MOGARRAZ que nos vuelve a recibir con las arrolladoras misivas del agua de sus fuentes y los
humildes detalles y composiciones que engalanan esta bella localidad de la Sierra de Francia.
La exposición "Retrata2-388" nace como homenaje a los llamados "Guardianes de Mogarraz"
que apostaron por seguir en el pueblo en pleno éxodo rural hacia las ciudades. Sus retratos
reflejan las eternas miradas que hacen sentirnos observados entre sus apretadas callejuelas.
Un capitel ornamentado con calaveras destaca en el Crucero de los Judíos del siglo XVII y
despide este grato sendero entre idílicos paisajes y el arte escultórico integrado en el recorrido.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes. 

ÁLBUM DE FOTOS: CAMINO DEL AGUA

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