lunes, 5 de diciembre de 2022

MOLINOS DE RIOFRÍO DE ALISTE

Aprovechamos la buena predicción atmosférica del día 25 de noviembre de 2022 para realizar una pequeña incursión en la comarca zamorana de Aliste, encontrándonos con un maravilloso pasado en el que su arquitectura tradicional se resiste a la desaparición.

La localidad de RIOFRÍO DE ALISTE constituye el preámbulo de nuestros pasos donde el río Frío
o Becerril nos marcará el camino para descubrir su legado molinero con un itinerario que podeis descargar en  MOLINOS DE RIOFRÍO.

Estas tierras adolecen los tremendos achaques del abandono, aunque el enconado empeño
de sus habitantes han logrado proteger un bello y magnífico universo de cuarcitas y pizarras.
Desde la Calle Fonda, un apretado callejón baja en busca de un rústico y bucólico pontón 
que nos conduce hasta el restaurado Molino de la Colaga, pudiendo continuar el escaneo del
río hasta escudriñar, aguas arriba, las ruinas, el desamparo y la nostalgia del Molino Mayada.
Volvemos sobre las agradables caricias de este sugestivo urbanismo doméstico que sigue 
las cuidadas líneas y los pulidos trazos de una inmensa proliferación de grandes portones y
coloridos umbrales, dibujando ornamentados dinteles y cerraduras con  elaborada factura.
A la salida del pueblo se sucede una hilera de pajares que figuran e imaginan la vida laboral
de sus moradores, aspirando las dosis de tranquilidad necesarios para continuar el camino.
Avanzamos por un fabuloso soto ribereño que capta las primeras luces de un sol que trata de
colonizar los dos enormes molinos harineros situados en el paraje de Las Fuentes, pudiendo
proyectar los delicados rumores de rodeznos y volanderas que acaecieron tiempos pasados.
La zona se ha transformado en una sosegada y bonita área recreativa en la que la serena
corriente del río Frío se retiene para acondicionar una bonita y encantadora piscina natural.
Tras un pequeño respiro y entre la cautivadora musicalidad que reverberan sus dos fuentes,
continuamos por una primorosa y destacada vereda con una clara sensación de comodidad
que va atravesando un largo reguero de pequeños huertos con varios artículos de la época.
Las luces y las sombras comienzan una alternancia que van despojando un paisaje de otoño,
colándose los retales de otras construcciones anexas a los molinos y cuyas ruinas destacan
entre los esplendorosos destellos que rezuman e imprimen esta maravillosa estación otoñal.
Las últimas y abundantes lluvias nos permiten un animado juego de reflejos y refracciones 
justo en el momento que nos acercamos al entorno del Molino del Puente de San Cibrián.
Las tonalidades del bosque siguen conduciéndonos por esta elegante columna vertebral que
va cosiendo las ubicaciones de los molinos, alcanzando los restos del Molino del Prado de 
Santiago Jacobo al que llegan los bravíos ecos y la violenta repercusión de las aguas del río.
Caminos totalmente encharcados y embarrados nos obligan a circular por sus márgenes en
un tramo en el que tenemos la ocasión de conseguir un cortejo con la frescura de musgos y 
"ombligos de venus", además de comenzar un romántico flirteo entre un reluciente robledal.
Nuestros corazones siguen latiendo con una fuerza inusitada al ser tocados por esos tonos
ocres, amarillentos y anaranjados con los que parece haberse incendiado el bosque, yendo 
a parar mas adelante a un claro donde existieron los molinos de Francisco Casas y La Raya.
Los chaparrones de los últimos días, el sol y las temperaturas agradables, abren y estrenan 
una tardía temporada de setas, encontrando un gran catálogo de estos apreciados tesoros
micológicos junto al deteriorado semblante y la decadente fisonomía del Molino de Sarracín
que instalado entre las zarzas nos permite inhalar y aspirar el relente y la humedad del río.
Al apacible y placentero paseo, llegan los virtuales ecos de la actividad frenética producida 
en la molienda del grano, horadando cada uno de los resquicios de este excepcional bosque
en el que las luces del mediodía van dotándole con fulgidos brillos y una clara luminosidad.
La continuidad de la senda colisiona con la vía ferroviaria que enlaza Zamora con Galicia,
aunque un túnel con acera permite la circulación de agua y caminantes bajo las vías del tren.
Seguimos remontando la estela plateada y el susurro monótono de esta hermosa corriente
que acelera su bajada entre enormes lajas de piedra, creando y erigiendo rústicos pontones. 
El itinerario nos obliga a retirarnos de esta atemperada guarida boscosa y nos emplaza para
emprender la huida por la vereda Los Medianos con vistas de Peña Valdemera en la lejanía.
Hemos abandonado el robledal para dar paso a los prados de El Resguardo, vadeando el río
para llegar hasta la misma puerta del Molino del Picón, recién restaurado y en buen estado 
de conservación y en el que los aromas de cereales y de harinas nos vienen a la mente tras
abrir puertas y ventanas y escuchar el sonido del río en un entorno rodeado de naturaleza.
Molinos y agua, cómplices y colaboradores para diseñar una ruta con un pasado histórico y
etnográfico que nos cuesta abandonar, aunque los nuevos alicientes del viaje nos impulsan
a seguir conociendo inéditos derroteros y horizontes que a buen seguro nos entusiasmarán.
Atrás queda el Valle del río Frío, enfrentándonos ahora a la cruel pesadilla de los incendios 
forestales que arrasaron las techumbres y tejados del conjunto de Corrales de la Mayada.
Los livianos pespuntes de color contrastan con la profunda herida y la desoladora estampa
que el fuego dejó en la hermosa Sierra de la Culebra y en las comarcas de Aliste y Sayago.
Me reservo la opinión hacia la Junta de Castilla y León por esta nefasta gestión, bajando 
hasta el Area Recreativa del Picón donde se encuentra la fuente abovedada de La Cebral en
la que sus cuatro caños calmarán nuestra sed escuchando su suave armonía entre las hojas.
Ascendemos hacia el Alto del Picón por onduladas fincas cerealistas moteadas con encinas
y seducidos con las bonitas y peligrosas tonalidades de innumerables amanitas muscarias
que van conjugando y armonizando con los rojos encarnados de varias zarzas y zarzamoras.
Aparecen los primeros corrales vallados de piedra y su peculiar portada con viejos somieres,
dando paso a los túneles que salvan la vía para entrar de lleno al corazón urbanístico de la
localidad de SARRACÍN DE ALISTE, ataviada con su categórica y rotunda arquitectura tradicional.
Pajares, cuadras y palomares van desfilando con la enérgica disposición de una tradición
constructiva que utilizaba los materiales mas humildes como el barro, la piedra y la madera.
El reciente estreno de la restauración de la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel supone
una contrastada disparidad con las imágenes de los antigüos picaportes y cerraduras que 
aseguran y atrancan este ambicioso y espectacular tejido urbano que puebla este municipio.
Callejuelas, rincones y recodos que el sol es incapaz de calar por esta interioridad zamorana 
que también muestra sus luces proyectadas en esta amplia licenciatura de ingeniería rural.
Dice el refranero que "del veinte de noviembre en adelante, el invierno ya es constante", no
este año, que con su prolongado "veroño" da rienda suelta a multitud de acebos y madroños
con una maravillosa puesta en escena de colores y matices que entretienen el itinerario.
Los tiernos y reconfortantes "maullidos" de este simpático gatito parecen decirnos "adiós" 
mientras buscamos los Prados del Carballal, cerrando nuestro periplo por Sarracín de Aliste.
Para no regresar por la carretera, tomamos un camino paralelo a ella por una llanada natural
salpicada por las cercanas fragancias y los deliciosos bálsamos de un penetrante encinar.
El carácter y la candidez del camino va atravesando los áridos prados de Los Pozos y la
obstinada llanura cerealista que, con delicada sutileza, comienza a brotar y germinar entre los
solitarios "espantapájaros" que ahuyentan y asustan las aves de los "majuelos" y melonares.
Por último desfilamos sobre la intensa animación que proporciona  la vereda de La Urrieta
para ir descendiendo de manera sosegada hacia el desenlace y colofón de nuestro trayecto.
Entramos en RIOFRÍO DE ALISTE a través de una senda llena de inspiración y con los suficientes
estímulos para no pasar de incógnitos entre unas cuidadas manifestaciones artísticas que
fueron gestadas y moldeadas al calor y la fuerza del fuego y las manos expertas del herrero.
Nos despedimos con una grata tertulia entre el brillo inexpresivo del sol de noviembre y con
la música lejana de esquilas y cencerros del perezoso ganado hacia sus apriscos y tenadas.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
Galería Fotográfica: MOLINOS DE RIOFRÍO 

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