viernes, 27 de octubre de 2023

PAÍS VASCO FRANCÉS

Aunque parezca que vamos a viajar a Euskadi, no es cierto, puesto que ésta aventura se desarrolla por los pueblos y lugares mas característicos del País Vasco Francés, una especie de Euskal Herria nada mas cruzar la frontera con Francia. Comenzamos una andanza realizada los días 9 al 12 de octubre de 2023.

La hermosa bahía donde el río Bidasoa funde sus aguas con el Mar Cantábrico es el lugar idóneo para iniciar un itinerario con las siguientes referencias 👇👇

y nada mas cruzar el Puente Internacional de Santiago saldrán a nuestro encuentro la famosa Estación de Hendaya y la blancura de su Iglesia de Saint-Vincent.
El Boulevard du Générale de Gaulle nos alojará en el tranquilo remanso de su atractiva zona
portuaria, guardando la esencia y los posos de un pasado ballenero sustituido y desbancado
por una larga y numerosa retahíla de embarcaciones para el disfrute del ocio y tiempo libre.
Hendaya, la de los pescadores, la que comparte y simpatiza con su vecina Hondarribia esas
premisas arquitectónicas tan típicas y representativas del territorio vasco y la que nos invita a
pasear por las finísimas y delicadas arenas de su extensa Playa de Ondarraitz hasta alcanzar
y avistar en su extremo oriental los afamados Deux-Jumeaux, sus "dos gemelos" graníticos.
Justo al lado, podremos caminar por el presumido Domaine d´Abbadia, un pequeño espacio
natural sometido y dominado por un frondoso bosque para perderse entre la naturaleza y en
el que surgirá, de manera presuntuosa, la esbelta silueta del Castillo y Fortaleza de Abbadie.
Terminamos por los estupendos caminos entorno a la abadía con espectaculares vistas de la
costa y entre la inmensa sucesión de acantilados que nos regalarán una serie de fotografías inolvidables.
Aromas y colores otoñales nos van a acompañar hasta las márgenes izquierdas de La Nivelle
para presentarnos el bonito y coqueto puerto pesquero de la localidad de Ciboure. Este bello
balneario sobre el Océano Atlántico nos intentará enamorar con su animado entorno portuario,
sus admirables casonas con entranados de madera y con su dulce ambiente de pura autenticidad.
Protegiendo la entrada al puerto de Ciboure se encuentra la Fortaleza y Castillo de Socoa, un
guardián y vigilante construido hacia el año 1627 que defendió su ahora relajada y tranquila bahía.
Tras cruzar la playa y las aguas del pequeño cauce del río Untxin, alcanzaremos el Puerto de
Socoa y la entrada al antigüo baluarte y guarnición, desplegándose la totalidad del sistema
defensivo que precinta, asegura y acordona la arrogancia y el orgullo de esta fortaleza militar.
La parte marítima del fuerte nos invita a disfrutar del silencio, un silencio roto por el oleaje del
del Atlántico que choca con impetuoso estrépito sobre los acantilados, en el momento que las
miradas persiguen el atardecer y la luz del sol se pierde entre el horizonte del mar, en una de
las mejores ofrendas que nos regaló nuestro primer día en éste noble y generoso territorio francés.
Con las apremiantes tonalidades que lucen algunas flores cruzamos el Puente Charles de Gaulle,
accediendo al ambiente pesquero que se respira en la majestuosa ciudad de San Juan de Luz.
 La fuente con reloj de su mercado nos incita a un pormenorizado paseo por sus tradicionales
calles vestidas con fachadas de blancos inmaculados y entramados de rojas maderas en una
arquitectura sencilla, colorida y elegante que nos sorprenderá y nos dejará un soberbio sabor
de boca y la suficiente tranquilidad y serenidad para disfrutar de cada rincón de esta bella localidad.
En el corazón de la ciudad fluye la Rue Gambetta, mostrando la Iglesia de San Juan Bautista
y su hermosa portada que nos estimula para entrar a conocer su precioso interior rodeado de
tres galerías de roble superpuestas y presidida por un espléndido altar y retablo del siglo  XVII,
colgando en su parte central un barco para recordarnos la incesante actividad marinera del lugar.
Esta costa francesa sigue imprimiendo el carácter y la personalidad de los territorios vascos
y alcanza la extraordinaria plaza en honor al rey Luis XIV donde se sitúa el Monumento Histórico
de la "Maison Louis XIV" construida en 1643 por Joannis de Lohobiague, un rico armador de Luz.
La mayoría de sus calles comerciales confluyen hacia su espectacular embarcadero con un
gran catálogo de barcos y arrastreros dedicados cronologicamente a la pesca de ballenas, bacalao, atunes y sardinas.
La desembocadura del río La Nivelle traza el camino para alcanzar las nuevas panorámicas 
de su lozana y radiante playa que luce todo su esplendor en un ambiente de calma y placidez.
El Paseo Jacques Thibaud cuenta con varias pasarelas de madera que salvan los desniveles
existentes para permitir el paso a las puertas de las casas, pudiendo relajarse con las vistas
impresionantes que nos depara el faro de Sainte Barbe, elegante atalaya sobre el Cantábrico.
Abandonamos la ciudad entre la maraña de redes y la frenética actividad marinera, llegando
hasta los núcleos de población de Guéthary y Bidart junto a la desembocadura del río Uhabia. 
Desde el Consistorio Guetaiarra cruzamos por encima de las vías del tren para acometer una
profunda bajada hasta las coquetas instalaciones del Puerto Viejo, un lugar con encanto que 
sobrevive al paso del tiempo y donde un buen acopio de piraguas se mezclan entre algunos
navíos situados en la pronunciada rampa donde antaño los pescadores deslizaban sus capturas balleneras.
Como el tiempo y las temperaturas son elevadas en estos primeros días de octubre, vamos a
aprovechar la tarde para darnos un gratificante baño en los tostados arenales de la preciosa
Playa de l´Uhabia, acorralados por entrañables tonos argentados primero y regocijándonos
después con los cálidos matices e instantáneas que el tiempo y la luz trabajan para disfrutar de una fabulosa puesta de sol. 
Avanzamos Atlántico arriba por una costa salvaje, bravía y de extremada belleza que alcanza
uno de los enclaves surferos mas elegantes de toda Francia, la Playa de Côte des Basques,
cuyas olas oceánicas atraen a surfistas de medio mundo para desplegar sus elegantes cabalgatas.
Estamos en la ciudad de Biarritz para conocer el encanto y preciosidad de su Playa del Puerto Viejo
y pasear por el maravilloso Mirador del Rocher de la Vierge, con la sensación de pisar el mar
entre la fuerza de su cautivador sonido, en un entorno natural colmado de rocas erosionadas
donde será casi obligado realizar varias fotografías con las vistas litorales de esta lujosa ciudad.
Nos colamos por la alargada Rue du Port Vieux hasta llegar a su centro histórico en plena 
Plaza de Santa Eugenia, donde su Kiosque à Musique escucha el bullicio de bares y restaurantes
y donde se alza la impresionante, colosal y majestuosa catedral e iglesia de Sainte-Eugénie,
luciendo un orgulloso tímpano de La Adoración bajo los arcos apuntados de su solemne portada.
Sus perturbadoras vistas al mar nos acucian para bajar hasta la pequeña Playa des Pêcheurs
en las inmediaciones de su antigüo y vetusto puerto ballenero, con sus viejas infraestructuras
que guardan celosamente las presumidas y acicaladas embarcaciones de su discreto puertecito.
La radiante mirada desde el Rocher du Basta nos emplaza a una larga caminata por su Gran Playa 
hasta tomar la privilegiada ubicación del Faro de Biarritz, finalizando el trayecto por éste elegante destino.
Nos trasladamos hasta el bello Pont du Génie en la orilla del río Nive en la ciudad de Bayona,
la "capital" administrativa y cultural del País Vasco Francés, iniciando derroteros entorno a la
Fuente y Torre de Sault, muy cerca de la Puerta de España y una de las entradas mas esculturales a esta gran urbe.
Admiramos su atrayente configuración urbanística para guiarnos hasta la cercana y comercial
Rue d´Espagne, una de las calles mas bonitas y encantadoras del casco antigüo de la ciudad
y la que marca el ritmo y el pulso a través de su indiscutible atractivo y su increíble glamour.
El gran ambiente de sus callejuelas nos conducen hasta el claustro de la catedral, uno de los
mas grandes y seductores de Francia construído entre los siglos XIII y XIV y donde un sereno
paseo nos aportará un agradable reencuentro con su gótico monumental y sus habilidades técnicas.
Entramos a la Catedral de Sainte-Marie por su bella portada norte de la Plaza Louis Pasteur,
sorprendiéndonos con su elegancia y gallardía, mientras el sol colorea sus esbeltas vidrieras 
e ilumina las prodigiosas capillas y deambulatorios decorados con alegres frescos y pinturas.
Bicis, motos y microbuses eléctricos componen una movilidad sostenible que acercan la visita
al Castillo Viejo, una vetusta fortaleza militar del siglo XI que se comunica, a través de un largo
pasadizo, con la Puerta de la Poterne, dando acceso al parque que engloba el Jardín Botánico.
Símbolo de Francia, el armónico sonido de la acordeón se convirte en una parte de su cultura
alcanzando con sus agradables notas el Ayuntamiento situado en el entorno de la Plaza de la Libertad.
Una clara estampa otoñal acoge y protege las aguas del río Adur, permitiendo recibir el caudal
del río Nive por su Puente Mayor y adentrándonos hacia el Barrio de la Petit Bayonne por su
Rue Marengo, pudiendo observar el edificio donde se depositaban los menores abandonados.
El arte urbano empieza a hacer su aparicion junto a la pequeña plaza del barrio, para en unos
cincuenta metros admirar el impresionante estilo neogótico de la Iglesia de Saint-André, cuyo
interior rezuma varias tonalidades rojas y azuladas desplegadas en altivas naves y capillas.
En la misma Plaza Paul Bert sobresale el Castillo Nuevo y todas la instalaciones del Campus Universitario de Bayona,
regresando por la Rue Pannecau entre su arquitectura popular neo vasca para encontrarnos
los muelles del Nive, que formaron el puerto medieval y que hoy recrean una postal icónica de la ciudad.
Por último visitamos el sistema defensivo del "Royal Belvedere Bastion", trasladándonos en
los microbuses eléctricos y gratuitos que recorren ésta metrópoli hasta el Puente Saint-Esprit
en donde observamos la amplia anchura y el poderoso caudal con el que desciende el río Adur.
El Barrio de Saint-Esprit nos brinda la entrada a su Iglesia convertida en Colegiata por Luis XI
y nos anima a embobarnos con sus vidrieras y  bóvedas góticas de gran belleza y atractivo.
Muy cerca se puede ver la llamativa Torre del Reloj de la Estación de Tren de Bayona, cuyo
entorno e instalaciones se asemejan con idénticas perspectivas a su homóloga de Hendaya.
Terminamos entre aromas de chocolate, recorriendo sus callejuelas entre el sabor "vintage"
de su numerosísimo arte urbano y entre la calidez entrañable de sus pequeñas tiendas y boutiques
que confluyen y convergen entre los batientes colores de las ventanas de la Plaza de la República.
La tarde declina mientras el astro rey va dibujando un lienzo único e irrepetible, al mismo tiempo que el mar se mezcla con mágicos colores anaranjados. Sencillamente maravilloso !!
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes y viajeros.

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