jueves, 30 de noviembre de 2023

HAYEDO DE ORZONAGA

Muy cerca de León se oculta un emblemático valle por el que se extiende el hermoso Hayedo de Orzonaga, un pequeño y espectacular bosque que en otoño estalla en mil colores y tonalidades. Conscientes de que hemos llegado tarde a la cita, vamos a desentrañar un delicioso paseo para disfrutar de sus bellos paisajes y estupendos escenarios. Es día 24 de noviembre de 2023, comenzamos 👇👇

Nuestros pasos se inician junto a la Iglesia de San Pedro Apóstol de la localidad de Llombera
entre los pilones y abrevaderos de su fuente, con agradecimientos a la Sociedad Hullera Vasco Leonesa y a su ilustrado director Don Bernardo Zapico.
La Calle Emilio del Valle nos ira dejando una notable arquitectura popular con encantadores
patios y corralizas, dándonos tiempo para el estudio y visualización de todos los datos que presenta nuestro itinerario 👇👇

La Ermita del Cristo nos arroja hacia el este por los arrabales de Las Murias, atrapando una 
sombría y melancólica pista de tierra que a estas horas de la mañana presenta y exterioriza
los síntomas y señales de las gélidas temperaturas sufridas la noche pasada por estos lares.
Los 1402 metros del Pico Sextil aparecen en esta emocionante partida, poniendo la sintonía y
la serie de recompensas que fluctúan y oscilan sobre los verdes y frescos prados de La Vega.
Los hielos y la escarcha siguen acompañándonos por esta amplia calzada hasta atravesar el
incipiente caudal del Arroyo de Tablizo, dejando atrás la gigantesca mole del Alto de la Peña
y ascendiendo sin ninguna dificultad las suaves y moderadas rampas del Collado de Gudina.
Con dirección hacia el pueblo de Orzonaga y en tranquilo descenso, entramos en el corazón
del Robledal de Lamargos, un gratificante paseo con desmesuradas dosis de belleza y entre
los cálidos y ardientes contraluces que la luz solar ejerce sobre las entrañas de este bosque.
Aun resiste el delicado sabor de algunas zarzamoras, invitándonos a seguir su estela entre la
luminosidad e incandescencia que destilan el implacable silencio y la discreción de la mañana.
El suelo se oscurece mientras respiramos los efluvios del viejo cargadero minero situado a la
altura de La Rebollona, guardando con celo y esmero un curioso y pintoresco Portal de Belén.
Recuperamos el paso entre lodos y barros y sin darnos cuenta alcanzaremos el cerro y otero
desde el que un elegante y fornido mastín vigila nuestra entrada a la localidad de Orzonaga.
Antigüos cuadros mineros componen el bonito artesonado que cubre su peculiar merendero
situado junto a la fuente, donde damos buena cuenta de nuestro almuerzo y aperitivo matinal.
Sacudimos la pereza para volver a la tarea de poner palabras a una estupenda arquitectura
en piedra ornamentada con multitud de jardines en los que desfilan ranas, pollitos, gnomos y
hormigas entre otros, respirando los gratos aromas y perfumes de algunas rosas silvestres y
admirando el intenso brillo y las enérgicas tonalidades que segregan y supuran algunos acebos.
Seguimos el rastro y las huellas de sus viviendas tradicionales, encontrando un pasado que
ha sabido evolucionar hacia un presente en virtud del progreso y prosperidad de nuestros días,
manteniendo el esfuerzo de nuestros antepasados en una tierra contagiada por el abandono.
Seguimos tejiendo el precioso entramado del pueblo hasta llegar a una nueva fontana en la
que cuelga la historia del pasado con heráldicas y blasones de linajes familiares y militares.
Guiados por el Arroyo de la Portilla, vamos dejando atrás la Plaza Mayor para encontrarnos
con el cuerpo y espadaña de la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, así como una serie
de pinturas que ensalzan y enaltecen a Santa Bárbara, patrona y protectora del colectivo minero.
Por último y a la salida de la localidad probamos la comodidad del gigantesco asiento que emerge
entre vetustos utensilios y herramientas utilizados y usados en esta amplia comarca minera. 
Damos comienzo un fuerte repecho para serpentear entre las laderas de La Pedreguera por
un desnudo robledal cuyos restos duermen a nuestros pies y desde donde podremos otear la
leyenda del "Elefante de Orzonaga", cuya escultura sobresale en uno de los montes de sus alrededores.
Varias revueltas mas arriba y hundido entre suaves tintes otoñales asoma de nuevo Orzonaga,
alcanzando mas adelante el Collado del Horno que divisa la ribera del río Torío y el pueblo de Matallana,
los 1665 metros de la Peña Galicia y de La Canga en la cercana localidad de Aviados y los
esculturales y apolíneos perfiles de los 2007 metros del Pico Polvoreda en el pueblo de Correcillas.
En el robledal del Cotorro de la Quemada nos encontramos con una simpática pareja leonesa
que se habían dado la vuelta por temor a un grupo de mastines, sumándose a nuestro grupo
y acompañándonos cómodamente entre el resplandor y los destellos de la Robleda de Riazo.
La vertiente meridional del Canto de Lombada nos aseguran unas vistas maravillosas y nos
proporcionan espectaculares panorámicas de la agradable alfombra forestal que cubre la sierra. 
Numerosos charcos y remansos de agua nos obligan a circunvalar este hermoso camino para
llegar entre pinos al solitario Refugio Cimero, una pequeña Área Recreativa donde poder descansar.
Siempre es un placer y una gran satisfacción pasear bajo un cielo azul y claro, como también
lo es sentir la frescura y lozanía de un prado verde bajo nuestros pies que distraigan la mente y exciten todos nuestro sentidos.
Con ritmo tranquilo y sosegado nos vamos acercando al Collado Cimero mientras percibimos
el "tintineo" de esquilas y campanillas de un abultado y numeroso rebaño de ovejas y cabras,
 cuyos protectores se acercan a nosotros con sonoros ladridos para marcar su territorialidad
y donde segundos después su agresividad se convierte en un encuentro de confianza y cordialidad.
Las praderas y herbazales del Cotorro de Lagón nos sorprenden con su Espiral Litográfica y
nos marcan la trayectoria a seguir entre extraordinarios horizontes y prodigiosos escenarios.
La pureza del aire de la montaña nos provoca una borrachera de emociones, contemplando
todos y cada uno de los rincones de nuestro alrededor como si estuvieran dentro de un sueño.
Nos sumergimos entre los demoledores gritos del silencio reinantes del Hayedo de Orzonaga,
únicamente roto por el dulce crepitar de la hojarasca a nuestros pasos, experimentando una
inusitada alegría y percibiendo un auténtico contacto y un pletórico amor por esta naturaleza.
La belleza que encierra este umbrío hayedo en todas las estaciones del año es única e inolvidable
y las palabras se van quedando cortas para describir y detallar este inestimable espacio arbóreo.
Aprovechamos algunas plataformas y miradores para rubricar y refrendar nuestra presencia
en un marco que refleja la grandeza, el esplendor y la amplitud de este vasto territorio leonés.
La suavidad del camino nos permite disfrutar con plenitud todos los aspectos sensoriales del bosque,
alcanzando un "despejado" bajo la tutela de las prestigiosas cúspides del Águila y del Sextil.
Continuamos entre su mágica atmósfera y su depurada belleza, intentando descubrir todo el
encanto y seducción que nos transmite esta reliquia biológica y cuya desnudez y desabrigo
favorecerá el ambiente misterioso para hacernos sentir los protagonistas de un hermoso cuento.
El glamour y la fascinación de éste paraje nos hace dudar entre realidad y fantasía, además
su espectacular condimento de musgos, hojas y troncos dorados van creando una sinfonía
perfecta y un murmullo impecable para sentir el embrujo de perdernos entre la frondosidad del otoño.
Atrás queda la joya de Orzonaga, enlazando con el camino de vuelta junto al Collado Gudina
para ir descendiendo de forma tranquila y contemplativa entre una placentera conversación. 
El colosal peñasco del Alto de la Peña nos hace sentir insignificantes y diminutos, terminando
esta velada entre los sorbos de tranquilidad y serenidad que transitan por los Praderíos del
Corollo con estampas e impresiones que se apoderarán fácilmente de todo nuestro corazón.
Atravesamos la pista asfaltada que une las localidades de Santa Lucía y Rabanal de Fenar
entre los detalles y peculiaridades que nos deja noviembre y su tránsito del otoño al invierno,
alcanzando el relajamiento del Prado de la Vega y las primeras casas y viviendas de Llombera
Nuestros músculos adquieren esa agradable laxitud sabiendo que el final se acerca, además
las protestas y gruñidos del estómago nos indican que solamente hay tiempo para una mirada
rápida y apresurada por las calles del pueblo, tras haber pasado una emocionante jornada de
senderismo por uno de los hayedos leoneses de mayor encanto y de una excepcional belleza.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes. Hasta un próximo destino.
Toda la ruta en fotos: HAYEDO DE ORZONAGA

2 comentarios:

  1. Atractivo, bien narrado y mostrado el paseo por ese coqueto hayedo y sus pueblos llenos de historia y cultura. Se nota que el otoño va dando paso al invierno que, esperemos, venga como sus necesarias nieves para que el bosque pueda dormir y desperezarse en una hermosa primavera.
    A seguir disfrutando, Lanchero!
    Un saludo de 'Ojolince y Sra.' para ti y tu Comando Senderista.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aunque sabíamos que no llegábamos al esplendor y exuberancia del otoño en esta hermosa joya de Orzonaga, disfrutamos enormemente de los paisajes y pueblos de esta comarca leonesa.
      Muchas gracias por vuestra opinión y valoración y siempre un placer volver a saludaros.

      Eliminar