La primera mirada a San Martín del Castañar nos hace intuir esa especie de belleza rural tan
apegada a los pueblos de la comarca de la Sierra de Francia y una vez que penetras por sus
callejuelas empiezas a sentir la delicada fusión de sus construcciones con el bello entorno rural de la zona.
Continuamos la dirección del itinerario que vamos a seguir 👇👇👇 a través de su alargada
alcanza el entorno de la Plaza Mayor, con su excepcional fuente y pilón de puro granito y su
amplio y espacioso "portalón" que permitía al antigüo Consejo de San Martín presenciar con
comodidad, bienestar y desahogo los actos y festejos que se realizaban entorno a la plaza.
Su rico patrimonio urbano se convierte en un interesante viaje en el tiempo capaz de evocar
y despertar todos nuestros sentidos en una experiencia inolvidable hacia épocas pasadas.
La Calle Larga nos ayuda a abandonar este maravilloso museo al aire libre, conduciéndonos
hasta el vetusto y formidable Puente Romano, un bonito y pequeño pontón de piedra sobre
las limpias aguas del Arroyo Canderuelo que progresa por la Calzada Romana hasta acariciar
los muros de la cercana Ermita del Socorro, también conocida como Ermita de San Sebastián.
Siguiendo el recorrido junto a los cruceros de piedra del viacrucis, aparecerá en pocos metros
la Ermita del Humilladero, guardando entre rejas renacentistas un bello artesonado mudéjar.
Nos lanzamos por la Cuesta del Fraile entre los agradables aromas de lavandas y cantuesos
y las brillantes tonalidades con las que nos deslumbran una multitud de guindales y cerezos,
además de admirar el verdor de viñas y "majuelos" que empiezan a brotar con impetuosa vitalidad.
La primavera se adueña de un camino iluminado por la belleza de "centaureas" y "azulejos"
combinadas con otras muchas especies que adornan y decoran nuestro entretenido paseo.
Terminamos el asfalto en las inmediaciones de lo que fue el viejo Convento de San Benito,
inundado y colonizado por una alfombra de helechos y entre un grandioso ejército de robles,
tomando una preciosa vereda entre típicas fincas al abrigo y sombra del robledal de Las Tapias.
galantería de un suelo poblado con multitud de flores y el rigor de numerosas retamas y genistas.
Un alto en la cota de los 1014 metros nos muestra las soleadas vistas de la Peña de Francia,
acercándonos con nuestro "zoom" al plácido y encantador santuario de los Padres Dominicos.
Hemos alcanzado el entorno del Área Recreativa de La Legoriza, con un servicio disponible
de fuentes, columpios, mesas y merendero donde damos buena cuenta de un nutritivo almuerzo.
Una pista asfaltada llega al Campamento Juvenil entre primorosas "digitalis purpureas" o
dedaleras, persiguiendo los suaves aleteos de alguna lepidóptera en funciones polinizadoras. Alojados en la maravillosa claridad del robledal y justo enfrente del campamento, chocamos
con el Yacimiento Arqueológico de La Legoriza, unos canchales graníticos de una supuesta
aldea visigoda del siglo VII convertida en un campamento minero y actividades metalúrgicas.
Nuestros siguientes pasos atraviesan la zona de La Picotina y la meseta de Los Lanchares
con amplias panorámicas y horizontes de la Peña de Francia y de la Mesa del Francés, en
cuyo seno logramos atisbar la localidad de La Alberca entre un extenso océano de bosques.
Nada mas traspasar la travesía entre San Martín del Castañar y La Alberca, caminamos por
una delimitada trocha escoltados entre altaneros berrocales de los que brotan y florecen las
vaporosas vainas y alargados látigos de un sinfín de esplendorosos tojos, piornos y aulagas.
El Valle del Río Francia aparece como por arte de magia entre toda su riqueza y celebridad,
prolongando la marcha pegados al borde la abrupta y escarpada arista de "Valdelosriscos" y
colgarnos sobre el vacío del novedoso y metálico Mirador del Pico Manceras y la Campana,
divisando a "vista de pájaro" el entorno del Río Francia y escuchando los ecos de sus aguas.
Nos enfrentamos a una vertiginosa bajada con mucha piedra suelta, debiendo asegurar cada
pisada hasta llegar a un amplio y dilatado lanchar, acompañados en todo momento por una
intrincada y enrevesada vereda con grandes estructuras graníticas y donde se han cincelado
y tallado una serie de escalones de piedra para ayudarnos a descender hasta el corazón del río.
Tomamos contacto con la placentera melodía del Río Francia para conocer su noble intimidad
y apreciar sus exclusivas y elegantes riberas vestidas con estampas lindas y arrebatadoras.
Sabemos que remontar la salvaje corriente del río y la exuberante vegetación nos va a costar
"Dios y ayuda" para alcanzar unos del los rincones mas bello y deslumbrante de todo el valle:
el hermoso y soberbio paraje de La Olla, un bonito y espectacular cuenco granítico presidido
por la fantástica y portentosa Cascada del Caozo en un paisaje de embriagadora naturaleza.
No hemos podido resistir el firme y poderoso impulso para probar la frescura y pureza de sus
aguas en un "spa" natural que nos ayudará a relajar la musculatura y estimular la circulación.
Nos despedimos de esta auténtica atracción de la naturaleza salmantina, retomando la senda
paralela a la corriente del río por una estrecha vereda adosada por un bosque impracticable
de robles, fresnos y alisos que siguen percibiendo la exagerada composición musical del agua.
Caminamos por una postal idílica cuya luminosidad alumbra las huellas y vestigios molineros,
y admirando de nuevo, la enorme energía y la extraordinaria viveza primaveral difundida por
todo este maravilloso valle, que a cada paso dado nos sorprende y nos encandila delante de
una abrumadora e inigualable procesión de tonalidades, colores y aromas únicos en esta estación.
Seguimos avanzando hasta una encrucijada donde podremos observar el vigía impertérrito
del Campanario del Diablo, una torre granítica que muestra su autoridad en una profunda y
recóndita revuelta del río Francia, en un paisaje dominado por el agua, los robles y castaños.
La confluencia del Camino de la Horca nos hace reflexionar con una interesante cuestión y
mientras respondemos a la pregunta nos posicionamos en la pasarela y puente metálico que
contempla los múltiples y diversos hilos de agua que forman la denominada Cascada Sin Fin.
La caminata se asoma por difíciles y fragosos vericuetos que muestran la grandeza del valle,
consiguiendo llegar hasta el canal de entrada del Molino del Tío Enrique, cuyo mirador otea
las pozas de agua de baño con sus chorros de hidroterapia generados por los rápidos del río.
cuidada colección de atributos florales, alegrando nuestra vista y preparando la mirada hacia
los impresionantes horizontes perfilados por las cimas y cumbre de la Sierra de Béjar y Candelario.
Tras cruzar el Puente Tabla y aspirar los gratificantes efluvios de las rosas, volvemos a entrar
por la exquisitez urbanística de San Martín del Castañar, admirando su esbelta escenografía
repleta y desbordante de imágenes que rezuman y combinan historia, naturaleza y tradición.
empedradas y sus casas de piedra, dando testimonio a esa gran herencia arquitectónica que
nos llevará en volandas hasta su majestuosa Plaza Mayor donde finalizamos esta apasionante jornada.
Después de comer en el Mesón San Martín, terminamos de conocer y admirar esta hermosa
localidad, paseando hasta su Iglesia Parroquial en honor a San Martín y ascendiendo hasta
la curiosa y pintoresca Plaza de Toros del siglo XVII situada sobre el antigüo Patio de Armas
del Castillo. Está construida a base de toscos y rudimentarios burladeros de granito, además
de estar considerada como la segunda plaza de toros mas antigüa de España, después de la de Béjar.
El Castillo de la Biosfera se encuentra en la zona mas alta del pueblo y fue construido allá en
el siglo XV. Su interior acoge un pequeño cementerio y en su rehabilitado recorrido podremos
visitar el Centro de Interpretación de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia.
Terminamos la visita a través de su increíble mirador hacia el Valle del Río Francia, volviendo
por su acogedora Calle de la Fuente y sintiendo el placer y la satisfacción de pasear por este
estupendo y maravilloso Conjunto Histórico Artístico declarado en el año 1982 por la belleza
se su arquitectura popular serrana y sus casas tradicionales típicas de la Sierra de Francia.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
Todas las fotos en: SAN MARTÍN, LEGORIZA Y RÍO FRANCIA
Sin duda, leerte nos ha hecho regresar a la Sierra de Francia por unos momentos. Excelente trabajo, un abrazo. Irene y Edu.
ResponderEliminarMuchas gracias por volver a acompañarnos en esta preciosa aventura por la Sierra de Francia y muchas gracias por vuestras palabras. Recibid un saludo cordial.
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