Iniciamos esta pequeña excursión desde la Ermita De Santa María de Oneta para penetrar en el reducido núcleo de viviendas que forma esta localidad
y que nos deja una atractiva y sugerente arquitectura popular de hórreos y pizarras
como preámbulo al estudio del mapa y a todos los datos del itinerario de la ruta: CASCADAS DE ONETA
Los primeros pasos nos sumergen entre minúsculos huertos rodeados de maizales
con suculentos y apetitosos frutales que hacen las delicias de nuestros ojos
y que mas pronto que tarde serán recolectados para ser consumidos.
Caminamos por la intensa y aguda luminosidad de sus "Praos"
con un ritmo cadente, resuelto y decidido.
Seguimos descendiendo valle abajo hacia la zona de las cascadas
quedando a nuestras espaldas los picos y colinas que se alzan sobre el caserío de Oneta.
Un extraordinario verdor demuestra la portentosa dimensión paisajística de la zona,
acrecentando una maravillosa innovación en este punto de la geografía asturiana
con detalles que rozan la delicadeza, la elegancia y el buen gusto.
El camino abandona la planicie para escuchar los primeros acordes del río Oneta
que va perfilando los primeros saltos de agua
por la inmensidad del valle que cierra el Pico Villayón con sus 524 metros de altitud.
Poco a poco la senda se va internando en el bosque
en busca del rumor del agua que alcanza la espectacular Cascada de Firbia,
un espléndido y sensacional entorno de rocas en el que rompen estrepitosamente las aguas
y caracterizado por una frondosa vegetación que hace del lugar algo único,
constituyendo un verdadero espacio de paz, sosiego y tranquilidad.
Abandonamos este primoroso pozo de aguas cristalinas
siguiendo la infinidad de pequeñas y bellas cascadas
que se deslizan entre piedras y musgos
y atrapan la localización privilegiada del pequeño Molino de Abajo,
respetando los vínculos entre este fenomenal paisaje asturiano y su etnografía relacionada con el agua.
Seguimos la hermosa estela de la corriente donde se refleja una variada vegetación
de fresnos, robles, alisos, abedules y castaños principalmente,
amenizado todo ello por el frescor y la musicalidad del río
que ofrece diversas subidas de volumen y tono a cada salto de las numerosas cascadas.
Nuestros pasos se aprietan entre los muretes del viejo conducto por donde el cauce del agua avanzaba entre los molinos
y serpentea entre la umbría y frondosidad de un impresionante bosque
que ampara y protege este portentoso y enérgico camino de agua, mostrándose unas veces agreste y salvaje
y en otras mas calmado y reposado,
aunque en todas ellas prevalece la belleza y la hermosura.
No podemos dejar este espléndido lugar sin la firma de nuestro paso,
disfrutando del tranquilizador y confortable sonido de la naturaleza
y del hechizo y la magia que sentimos y que nos rodea.
Continuamos explorando el vetusto y primitivo cauce
convertido ahora en callejón y trinchera
para dar con nuestros huesos en el siguiente molino
con otra variada exposición de elementos que intervienen en el proceso de la molienda.
Tras la visita del molino, toca descolgarnos por un pequeño terraplén
hasta bajar a las sombrías y espesas riberas del río,
continuando entre las nítidas y cristalinas aguas de pequeñas lagunas y pozas.
Tras unos pequeños resbalones sin importancia
nos asomamos a la magestuosa Cascada de Ulloa
rodeada de un fresco verdor de árboles, musgos y piedras que crean un marco incomparable en este delicioso rincón asturiano.
Comenzamos un desfile por esta impresionante pasarela
para ir posando entre la fina lluvia que desprende la cascada,
articulando nuestros mejores gestos y posturas
y reflejando nuestros ánimos y semblantes.
Nos tomamos un tiempo prestando atención al sugerente rumor y a los susurros que desencadena este apasionante paraje,
volviendo sobre nuestros pasos por el camino que acudimos
acompañados por un insultante y llamativo estribillo que se propaga por los alrededores.
Si queremos llegar a la tercera Cascada de Maiserúa, el grado de dificultad se incrementa notablemente,
decidiendo prolongar unos metros mas por este magnífico bosque
que sigue escondiendo enternecedoras imágenes en su seno.
Entre la arrolladora luminosidad de la naturaleza
nos arrojamos hacia un perfecto y pulcro recoveco
que permite refrescarnos con un buen baño y remojón,
además de apresar con nuestra cámara alguna libélula despistada
y algún pequeño ofidio desorientado.
Aspiramos embriagadoras fragancias de diferentes tesoros escondidos en el corazón del bosque,
decidiendo regresar entre el brillo lúgubre de la densa vegetación.
Vamos abandonando con tristeza estos radiantes y lozanos rincones
prestados y garantizados para soñar
asomándonos por admirables fachadas en medio de una increíble espesura.
Regresamos escudados en la trinchera
y enfundados en labores de molienda
sin olvidar el proceso erosivo de los ríos asturianos empeñados en dejarnos imágenes inolvidables e imperecederas.
Remontamos un corto repecho bajo el paraguas arbóreo
saliendo a espacios mas abiertos y despejados
tras haber realizado este gratificante paseo que nos regaló intensas experiencias.
Nos vamos acercando al final de la ruta
contemplando un escenario de orografía prodigiosa
por la que se van despeñando todos los arroyos y caudales que descienden de la Sierra de Panondres para tributar al río Navia, dueño y señor de estos lugares.
Nos seducen estos estupendos prados y maizales
que encienden e inspiran verdaderos paisajes para enmarcar,
orientándonos al punto y final del itinerario en el pequeño caserío de Oneta.
Grabamos su ilustre silueta entre las montañas
y bajamos en coche a visitar los maravillosos hórreos de la localidad de Villartorey
tras haber disfrutado de una intensa mañana que nos convirtió en singulares observadores de una naturaleza vibrante desplegada en estos poderosos emplazamientos.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
ÁLBUM DE FOTOS: CASCADAS DE ONETA y también en Facebook: CASCADAS DE ONETA
No hay comentarios:
Publicar un comentario