CAMINANDO, AL VIAJERO LE BROTAN DE SUBITO ALAS EN EL ALMA Y DESCONOCIDOS MUNDOS EN EL MIRAR

lunes, 4 de marzo de 2024

ARRIBES DEL ABADENGO

El día 28 de febrero de 2024 nos vamos hasta uno de los pueblos mas occidentales de la provincia de Salamanca, la localidad de La Fregeneda, conocida también con el sobrenombre de la "Finisterre Salmantina" y apretada entre los cañones fluviales de los ríos Duero, Huebra y Águeda. Desde este insigne lugar comenzamos uno de los itinerarios mas bonitos de la comarca del Abadengo. Comenzamos 👇👇👇

La Iglesia Parroquial de San Marcos Evangelista constituye el inicio de un relajado paseo por
su casco urbano, visitando su peculiar Fuente y la sencilla arquitectura popular de sus calles,
alcanzando en su parte mas norteña el refrescante abrevadero bautizado como Caño del Gato.
El recorrido realizado con nuestra bicicleta de montaña consigna los siguientes datos👇👇 ,

empezando un apacible pedaleo junto a viejos utensilios aparcados en las eras del Arroyo del
Lugar y entre una suculenta combinación de aromas de olivos y almendros para conducirnos
hasta la Fuente de Pozabajo, con su hermosa bóveda y su pequeña pila sinuosa donde se afilaban navajas y hocinos mientras abrevaba el ganado.
Desde la fuente emprendemos la última etapa del GR-14 Senda del Duero por un espacioso
camino hasta la solitaria Cruz de Canto, tomando la vereda vallada a nuestra derecha para
sumergirnos en el Pago de La Garita, inundado por los ademanes centenarios de varios olivos.
El trazado de la senda se asienta por un terreno muy desigual entre continuas ondulaciones,
mostrando la fantástica y maravillosa floración de los almendros en un magistral espectáculo 
de la naturaleza para rubricar y etiquetar los primeros síntomas de una inmediata primavera.
Tras haber cruzado las vaguadas del Val de los Álamos y del Arroyo de los Poyos, la senda
continua hacia La Borrezuela, una amplia pradería tapizada con infinidad de flores amarillas.
Flanqueados entre pequeños muros de piedra y el verdor de algunas encinas, alcanzamos la
meseta de la Calzada Vieja, cuyos verdes prados apuntan hacia las Arribes del río Águeda,
mientras centenares de almendros enfilan disciplinadamente hacia las montes portugueses.
Una vez cruzada la carretera CL-517 van apareciendo los pequeños refugios y tenadas de la
Calleja de Valicobo, desde donde se puede escrutar el ganado que pasta y sestea en los pastizales.
Camino de la Fuente de la Hiedra, nos vuelven a asaltar las suaves fragancias del almendro
en un hermoso paraje que detalla el momento álgido y culminante de sus maravillosas flores.
Numerosos apriscos y corrales van construyendo la tradicional arquitectura rural del lugar, en 
el momento en que nos damos cuenta de la gradual desaparición del olivo en beneficio de un
progresivo aumento de almendros, mostrando su efímero momento para un eterno recuerdo.
Cruzando los Altos de La Dehesilla y Castilmoro hacia el este, podemos otear las Peñas del
Monte, un poderoso frente montañoso que acuna en su seno las bellas Arribes del río Huebra.
Nuestro avance sigue aglutinando magníficos paisajes y peculiares entornos, despidiéndonos
de una extraordinaria pasarela de color entre viejos modelos y prototipos que a buen seguro
ofrecerán una suculenta cosecha de almendras con las que endulzar una rica gastronomía.
La Senda del Duero franquea la puerta metálica y portera que delimita la Finca de Valicobo y 
entre los deliciosos efluvios de algunas lavandas se empieza a dibujar un fabuloso horizonte,
un auténtico paraíso cuya brillantez y hermosura retrata la profunda hendidura troquelada por
el río Duero durante siglos y uno de los cañones mas espectaculares de toda la Comunidad.
El pronunciado descenso nos deja ver los minuciosos y concienzudos viñedos y olivares de la
vertiente portuguesa, alcanzando el Cortijo de Valicobo con una bella capilla de estilo colonial.
Una última vereda a nuestra derecha nos enfrenta hacia la mole del Penedo Durao, mientras
sus verticales paredes y laderas se precipitan hacia la majestuosa grandiosidad del río Duero.
La recompensa final nos estalla entre las estupendas panorámicas de la localidad portuguesa de Barca d´Alva,
llegando al Centro de Recepción de Visitantes Vega Terrón, punto final de la Senda del Duero
tras haber disfrutado de una aventura emocionante y de unos escenarios que parecen sacados de un cuento.
Para complementar el trazado, disfrutamos de la fantástica confluencia del Águeda y Duero,
acercándonos hasta las inmediaciones del hermoso Puente Internacional sobre el río Águeda
cuya infraestructura ferroviaria estuvo activa desde el año 1887 hasta el 1 de enero de 1985.
El otro puente, el de la carretera que comunica España con Portugal, nos sitúa en los inicios
de las portentosas riberas que formarán las preciosas Arribes del Águeda y nos muestran los
 soberbios destellos y las colosales perspectivas del definitivo suspiro hacia el Padre Duero.
Hasta aquí llegó nuestra aventura del año 2014 en la que a través de 13 puentes metálicos tipo Eiffel y la sucesión de 20 túneles, se consiguió una de las obras maestras de la ingeniería del siglo XIX, el CAMINO DEL HIERRO
Entramos en la localidad portuguesa de Barca d´Alva entre los viejos edificios de cocheras y 
los destartalados inmuebles que formaban parte de la línea ferroviaria entre Salamanca y Oporto,
admirando los atractivos motivos decorados con lanas y vellones en los árboles de la plaza y
respirando los placenteros perfumes que desprenden y arrojan los numerosos almendros de la zona.
Accedemos al Ponte Sarmento Rodrigues, construido por el arquitecto Edgar António de 
Mesquita Cardoso en 1955, mientras quedamos asombrados por la visión deslumbrante de
las aguas del Duero que riegan viñedos y olivares de la lozana Quinta y Valle da Barreiras.
Por el lado español asistimos al orgulloso y altanero abismo de vida que en su camino hacia 
Portugal nos ha de enamorar y seducir con un sutil, delicado y clarividente éxtasis paisajístico.
Olivos y almendros preparan nuestro regreso a territorio nacional por la carretera CL-517,
abandonando definitivamente los impolutos y organizados olivares del Cabeço do Baranda,
una fértil y fructífera ribera irrigada por las aguas internacionales y fronterizas del río Águeda.
Decimos "adios" a los puentes internacionales para emprender una progresiva ascensión por
la carretera de La Fregeneda, quedando a nuestra derecha el estilizado Puente de las Almas
y remontando por el sinuoso asfaltado paralelo al cauce fluvial del arroyo del mismo nombre.
En el km 108 hacemos una pausa en la subida para admirar de nuevo el hechizo y la magia
de los preciosos bancales poblados de jóvenes almendros y vetustas encinas y carrascas,
perfilando un paisaje de tonalidades blancas y rosáceas con elegantes manojos de flores que
deciden uno de los momentos mas esperados que la madre naturaleza nos regala cada año.
Entre los kms 107 y 106 aparece a la izquierda la vieja portada de la heredad de Viña Monje
y un amplio camino en vertiginoso descenso que nos conducirá, raudos y veloces, entre los
los vetustos corrales y las innumerables colmenas de los Pagos de Alora y Valdatrés hasta el
impresionante y llamativo Mirador de Mafeito, un balcón privilegiado que se asoma al Duero.
En este lugar podrás relajar tu mirada y desliza tus ojos por las deslumbrantes panorámicas de las Arribes del Duero,
observar minuciosamente las vertiginosas laderas portuguesas que se funden en sus aguas
y sentir la delicada brisa del aire que recorre los cultivos de naranjos, vides y olivos hasta casi
alcanzar el final de la Sierra de Poiares, donde el Duero cambiará su nomenclatura a Douro.
De vuelta a la carretera, vamos cruzando algunos chozos pastoriles abrazados por mil flores,
tomando un camino que atraviesa los primaverales Prados de Tresviñal y proporcionando al
mismo tiempo, una placentera sorpresa y una brillante impresión de calma y de tranquilidad.
Alegres, satisfechos y entre la feliz calma del final, volvemos a las calles de La Fregeneda,
buscando de nuevo la Cruz de Canto desde donde comienza la ruta local del Camino del Río,
mientras dejamos atrás numerosas fincas con almendros resguardando la Torre de la Iglesia.
En poco mas de un kilómetro y entre el brillo y los destellos de algunos nopales y chumberas
alcanzamos el alargado Mirador del Tumbo de la Caldera que rodea el Teso de la Racha, en
donde empezamos a divisar las estupendas panorámicas de la imponente Peña del Sastre,
las magníficas vistas del Valle del Arroyo del Lugar bajando a buscar la corriente del Águeda
y la brutal perspectiva de uno de los puentes mas altos que conforman el Camino de Hierro.
Este ha sido el final de nuestro itinerario, regresando al calor de La Fregeneda después de
haber sentido la fuerza de las tierras del Abadengo, una histórica comarca salmantina junto a la frontera de Portugal.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
GALERÍA FOTOGRÁFICA: ARRIBES DEL ABADENGO