La Iglesia de la Magdalena y su sencilla espadaña barroca es el punto de inicio y el arranque
de un hermoso trayecto y derrotero que atesora los siguientes datos y referencias 👇👇👇
montañesas con largas galerías de madera que exhiben multitud de tonalidades y fragancias.
El Palacio de Mier es una obra neoclásica de siglo XIX y es conocido como "El Asilo", ya que hasta 1931 fue atendido por las religiosas franciscanas de Nuestra Señora del Buen Consejo.
Continuamos atravesando el precioso Puente Medieval de nueve ojos que cruza las aguas de "La Fuentona",
alcanzando algunas construcciones con los cánones propios de una elegante arquitectura en piedra de sillería,
cuyas balconadas dominan las vistas del austero y discreto edificio formado por la Casa Consistorial.
La "Casona de la Nogalera" data de un barroco de 1786 y es la típica vivienda de dos alturas con soportal o zaguán, amplia solana y galería en el piso superior.
Abandonamos el pueblo entre los aromas y colores que engalanan sus viviendas, haciendo
acopio de agua en la fuente junto a la carretera, cuyo frescor quedará patente en nuestras cantimploras.
El nuevo y moderno puente sobre el río Saja nos ayudará a vadear su corriente, desde donde
obtendremos una espectacular panorámica del Canto Redondo y la bella Braña de las Tiesas.
Aquí es donde empieza la verdadera ruta y en estos primeros pasos nos vamos a encontrar
con multitud de parcelas y prados de siega para alimentar una numerosa cabaña ganadera
que convive y coexiste entre pequeñas explotaciones diseminadas por la Sierra del Escudo.El sol, resuelto y atrevido, ilumina con fuerza estos hermosos pastizales con un frescor que sigue
estimulando la hermosa andadura escoltada en todo momento por alargados vallados de piedra.
En estas fechas cercanas al inicio del verano nos encontramos con una interesante variedad
de coloridas y vibrantes flores que alcanzan su máximo esplendor en esta época del año, ya
que sus airosas estampas nos dejarán experiencias sensoriales para la vista, olfato y el tacto.
La musicalidad del Arroyo de Monte Aá nos acompaña durante la ascensión, encontrando en
sus encantadoras riberas gran cantidad de alisos y avellanos envueltos en el frescor del río.
Seguimos avanzando por la pista principal obviando los pequeños senderos que llegan a ella,
disfrutando las elegantes y primorosas brañas que los claros del bosque nos van permitiendo.
La vertiente sur de la Sierra del Escudo sigue ofreciendo un abrumador mosaico de paisajes
y escenarios, apareciendo excelentes prados y pasto comunales que alegran nuestra subida. Devorados y engullidos por la exuberante opulencia del bosque, aprovechamos los accesos
al cauce fluvial del arroyo para refrescarnos en su delicada y maravillosa umbría, tentados en
todo momento de un fresco y relajante "chapuzón" en sus reconfortantes y calmadas aguas.
Con aires decididos nos disponemos a penetrar en el corazón de un frondoso robledal en el
que van apareciendo las primeros argumentos y testimonios que engrandecen este noble y
generoso Monte Aá dominado por cajigas, en menor medida por hayas, roble albar y algunos rebollos.
El calor y la humedad empiezan a impregnar nuestros cuerpos sabedores de la cercanía de
la Fuente del Toro Roza, donde podremos ejecutar un pequeño descanso para refrigerarnos.
Mucho mas relajados y distendidos, nuestros pasos continúan con el ritmo de ascenso entre
una pista con varios virajes y zigzags, pudiendo distraernos y recrearnos con embelesadoras
y sugerentes tonalidades que surgen en ambas orillas del camino, formalizando una atractiva
pasarela de color y logrando arrinconar los avatares y vicisitudes de los rigores del verano.
Las luces y sombras del bosque nos van regalando experiencias inolvidables, además nos
harán respirar, observar y sentir el hermoso regalo de una naturaleza que impacta de pronto
con la espesa, tupida e intrincada muralla de árboles que pueblan esta enigmática montaña.
Ha llegado el momento de abandonar la pista e introducirnos por una elevada cambera para
buscar algunos robles centenarios de gran tamaño, cuya notoriedad y fama les han llevado a
ser protegidos con la figura de "Árboles Singulares" por el Gobierno Autonómico de Cantabria.
Cruzamos por delante del roble "El Arriaga" 👆 que entre otros de menor importancia 👇nos
acercarán al célebre e ilustre cajigo del "Cubilón", cuyos vecinos relatan que era capaz de dar cobijo a una pareja de vacas Tudancas y sus pastores cuando les sorprendían las tormentas.
Como homenaje, en el año 2022 se levantó una escultura anexa en honor a este roble.
Junto a su historia y a su honorable pasado nos sentamos a disfrutar de unas ricas viandas.
Partimos de nuevo, retrocediendo unos metros para comenzar el descenso por una estrecha
vereda muy marcada y perfectamente iluminada por la bella cúpula vegetal de algunas hayas
y que a los pocos minutos nos lleva hasta la majestuosa cajiga del "Mellizo", un roble común
cuyas investigaciones técnicas datan del año 1400 con una edad real cercana a los 622 años.
Continuamos por la escultural y atractiva arboleda, alcanzando en pocos metros los dominios
de la otra gran cajiga que sigue en pie, el "Belén", con el tronco hueco y vacío, con forma de
portal, llegando a tener una amplia circunferencia de unos 10 metros y una altura de dieciseis.
Seguimos descendiendo por el entorno y la serenidad que emanan estos sofisticados árboles,
fijándonos y precisando nuestras miradas en los pequeños tesoros que germinan en la tierra
y destacando esa serie de matices que muchas veces pasan desapercibidos a nuestros ojos.
Es destacable y no nos vamos a olvidar de los numerosos acebos que se entremezclan con
otras especies, así como la enorme comunidad de helechos que colonizan estas bellas colinas.
Proseguimos este fabuloso "baño de bosque" de manera tranquila y apaciguada, caminando
entre las últimas muestras de estos colosos naturales y abrazados por un profundo e intenso silencio.
Pequeños prados y seles rompen la continuidad de esta encantadora espesura que tiene su
colofón entre los distinguidos y delicados murmullos del agua que bajan rápidos y presurosos desde las alturas.
Este rincón de la Sierra del Escudo es un verdadero tesoro natural para seguir invitándonos a
disfrutar de panorámicas de ensueño y a las fascinantes estampas que desde aquí se divisan,
vislumbrando algunas haciendas ganaderas ubicadas aleatoriamente en las laderas del valle.
Los Montes de Ucieda describen su perfil en el cielo, mientras tanto, nuestro camino se cubre
de asfalto y se llena de aromas de eucalipto, mezclados y combinados a la perfección con los
arduos trabajos de la siega de heno, alimentando con seguridad los numerosos rebaños ganaderos del lugar.
Atrás queda un aislado y particular espacio rural en el que sus habitantes se ganan el pan con
su dedicado esfuerzo y su humilde trabajo, nosotros por el contrario, continuamos el trayectoadmirando la tranquila serenidad que envuelve y acordona estos plácidos seles de Cantabria.Los estómagos empiezan sus quejas, acelerando y agilizando el paso a través de las soleadas
camperas que se extienden en las colindantes proximidades de las laderas de Los Pendios.
Un definitivo y postrero esfuerzo nos ayudará a aterrizar en las inmediaciones del renovado e
innovador Puente del Saja, cuya estructura y disposición nos acercará de nuevo al itinerario
urbano de la localidad de Ruente, finalizando esta magnífica excursión por sus alrededores.
Ruente nos descubrió sus hermosos paisajes, pero cuando te adentras en estas comarcas de
Cantabria, lo que nos asombra es su mas antigua y elemental arquitectura montañesa, con
sencillos locales y caseríos enredados entre los bellos y brillantes colores de las hortensias.
Terminamos con su gran joya y su enorme tesoro, "La Fuentona", una surgencia y manantial
natural que brota al pie de una roca caliza caracterizada por manar variables caudales y con
periodos intermitentes. Esta cavidad movió viejos batanes y molinos harineros, además el
extraño comportamiento de su caudal originó en el imaginario popular infinidad de historias y leyendas.
El paseo por este idílico rincón nos deja extraordinarias perspectivas de su cercana serranía
y de sus gigantescas casonas con huertos y tierras de labranza que se asoman a sus aguas,
unas aguas transparentes, diáfanas y cristalinas donde podremos observar el relajado nado
de algunas truchas y la sosegada navegación de algunas parejas de ánades y palmípedas.
Tras visitar esta belleza, nos desplazamos hasta la cercana localidad de Ucieda para comer en el Restaurante Enrique.
De allí a la Playa de Luaña, toca relajarse en un mar Cantábrico que siempre nos enamora 😍😍.
Cantabria no es solo verde, es una sinfonía de paisajes que invitan a todos los viajeros a "perderse para encontrarse" 😉😉
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
Junto a su historia y a su honorable pasado nos sentamos a disfrutar de unas ricas viandas.
Partimos de nuevo, retrocediendo unos metros para comenzar el descenso por una estrecha
vereda muy marcada y perfectamente iluminada por la bella cúpula vegetal de algunas hayas
y que a los pocos minutos nos lleva hasta la majestuosa cajiga del "Mellizo", un roble común
cuyas investigaciones técnicas datan del año 1400 con una edad real cercana a los 622 años.
Continuamos por la escultural y atractiva arboleda, alcanzando en pocos metros los dominios
de la otra gran cajiga que sigue en pie, el "Belén", con el tronco hueco y vacío, con forma de
portal, llegando a tener una amplia circunferencia de unos 10 metros y una altura de dieciseis.
Seguimos descendiendo por el entorno y la serenidad que emanan estos sofisticados árboles,
fijándonos y precisando nuestras miradas en los pequeños tesoros que germinan en la tierra
y destacando esa serie de matices que muchas veces pasan desapercibidos a nuestros ojos.
Es destacable y no nos vamos a olvidar de los numerosos acebos que se entremezclan con
otras especies, así como la enorme comunidad de helechos que colonizan estas bellas colinas.
Proseguimos este fabuloso "baño de bosque" de manera tranquila y apaciguada, caminando
entre las últimas muestras de estos colosos naturales y abrazados por un profundo e intenso silencio.
Pequeños prados y seles rompen la continuidad de esta encantadora espesura que tiene su
colofón entre los distinguidos y delicados murmullos del agua que bajan rápidos y presurosos desde las alturas.
Este rincón de la Sierra del Escudo es un verdadero tesoro natural para seguir invitándonos a
disfrutar de panorámicas de ensueño y a las fascinantes estampas que desde aquí se divisan,
vislumbrando algunas haciendas ganaderas ubicadas aleatoriamente en las laderas del valle.
Los Montes de Ucieda describen su perfil en el cielo, mientras tanto, nuestro camino se cubre
de asfalto y se llena de aromas de eucalipto, mezclados y combinados a la perfección con los
arduos trabajos de la siega de heno, alimentando con seguridad los numerosos rebaños ganaderos del lugar.
Atrás queda un aislado y particular espacio rural en el que sus habitantes se ganan el pan con
su dedicado esfuerzo y su humilde trabajo, nosotros por el contrario, continuamos el trayectoadmirando la tranquila serenidad que envuelve y acordona estos plácidos seles de Cantabria.Los estómagos empiezan sus quejas, acelerando y agilizando el paso a través de las soleadas
camperas que se extienden en las colindantes proximidades de las laderas de Los Pendios.
Un definitivo y postrero esfuerzo nos ayudará a aterrizar en las inmediaciones del renovado e
innovador Puente del Saja, cuya estructura y disposición nos acercará de nuevo al itinerario
urbano de la localidad de Ruente, finalizando esta magnífica excursión por sus alrededores.
Ruente nos descubrió sus hermosos paisajes, pero cuando te adentras en estas comarcas de
Cantabria, lo que nos asombra es su mas antigua y elemental arquitectura montañesa, con
sencillos locales y caseríos enredados entre los bellos y brillantes colores de las hortensias.
Terminamos con su gran joya y su enorme tesoro, "La Fuentona", una surgencia y manantial
natural que brota al pie de una roca caliza caracterizada por manar variables caudales y con
periodos intermitentes. Esta cavidad movió viejos batanes y molinos harineros, además el
extraño comportamiento de su caudal originó en el imaginario popular infinidad de historias y leyendas.
El paseo por este idílico rincón nos deja extraordinarias perspectivas de su cercana serranía
y de sus gigantescas casonas con huertos y tierras de labranza que se asoman a sus aguas,
unas aguas transparentes, diáfanas y cristalinas donde podremos observar el relajado nado
de algunas truchas y la sosegada navegación de algunas parejas de ánades y palmípedas.
Tras visitar esta belleza, nos desplazamos hasta la cercana localidad de Ucieda para comer en el Restaurante Enrique.
De allí a la Playa de Luaña, toca relajarse en un mar Cantábrico que siempre nos enamora 😍😍.
Cantabria no es solo verde, es una sinfonía de paisajes que invitan a todos los viajeros a "perderse para encontrarse" 😉😉
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
Galería fotográfica de la ruta en: MONTE Aá DE RUENTE
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