La Iglesia Parroquial de San Pedro Advíncula de la localidad leonesa de Crémenes está enmarcada dentro del Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre y constituye el inicio
y el lugar para emprender una deliciosa caminata que consigna los siguientes datos 👇👇👇
entre majestuosos prados y pastizales darán el banderazo de salida hacia la pequeña localidad de Argovejo.
Sin apenas tráfico y junto al denso robledal de El Pilón, vamos ascendiendo entre su frescura
para desembarcar entre la cálida cordialidad de los Prados de la Serna, abarcando el abrazo
esencial de un paisaje forestal que rodea por completo la Ermita de Nuestra Señora de Pereda.
El rumor y el "cuchicheo" de las aguas del Arroyo de las Llampas se convertirá en compañero
y escolta de nuestra subida entre los bosques de La Parada y La Piorneda, alcanzando en un
par de kilómetros la espectacular localidad de Argovejo. Su Calle Mayor nos va a transportar
hasta la Iglesia Parroquial de San Andrés Apóstol, desembocando hacia la Plaza del Pontón
donde podremos disfrutar de las muestras decorativas que lucen las galerías de casas y viviendas
y donde podremos saborear y rellenar nuestras cantimploras con el frescor del agua de su fuente.
Este encantador pueblo se convierte en un lugar perfecto para respirar absoluta tranquilidad
mientras se van desvelando rincones que exhiben una auténtica y original arquitectura rural
complementada con peculiares y curiosas fachadas perfectamente adornadas y aderezadas.
Al final del pueblo, el popular "Pozo Regalao" nos dirige hacia el Camino de las Llampas por
un fabuloso y estupendo túnel vegetal, debiendo ir pendientes y atentos para tomar mas adelante
el Camino de la Trapa, cuyos parajes empiezan a convertirse en excelentes lienzos multicolor
y en vibrantes y emotivas postales donde la serenidad y el reposo mas absoluto solamente
es resquebrajado por la impetuosa, vertiginosa e impulsiva corriente del Arroyo de la Trapa.
Atravesamos el enorme muro granítico que sostiene las cuestas y declives de los Campiellos,
encontrando entre sus huecos y oquedades una hornacina natural con imágenes de la virgen.
Abandonamos las aguas del Arroyo de la Trapa saltando a las del río Achín, y en muy pocos
metros alcanzaremos la gigantesca brecha rocosa de la Peña los Avellanales que modela laangosta puerta del hayedo, ejerciendo las precauciones necesarias ante la inundación total de la senda.
El Hayedo de Argovejo empieza a imprimir sus ilustres "llamaradas" a través de un implícito
caleidoscopio de matices rojos, naranjas, ocres y amarillos, escuchando las suaves melodías
de un arroyo que serpentea entre las piedras con pequeñas cascadas y tranquilos remansos.
Los múltiples colores y tonalidades otoñales generan un bello espacio cromático que animan
nuestros pasos por una senda que va buscando el mejor recorrido y las mínimas dificultades,
teniendo la suerte de observar una amplia biodiversidad vegetal y un bello paisaje inolvidable.
Aparecen viejos ejemplares de hayas que parecen surgir de las mismas piedras y donde las
aguas cristalinas del arroyo de desparraman entre los verdes tapizados de musgos y briófitas.
forestal que alcanza las inmediaciones del rústico Puente del Vadico, un idílico paraje donde
la inmensa naturaleza que nos envuelve disparará sin ninguna duda todos nuestros sentidos.
Tras un leve descanso, continuamos entre la serenidad, la humedad y la umbría del bosque,
ascendiendo y caminando en silencio para tratar de inhalar todos sus bálsamos y fragancias
al tiempo que reverenciamos los sentimientos y sensaciones que produce este mágico lugar.
La ruta sigue fluyendo bajo el lienzo de las hojas y nuestro camino sigue avanzando por un
entorno en el que a veces tenemos que desviarnos para salvar zonas totalmente embarradas.
Cuando la garganta se estrecha sin solución de continuidad, sería el momento del regreso tras un apacible paseo por este encantador hayedo.
Bajo el maravilloso cimborrio natural del hayedo, nosotros optamos seguir hasta la escarpada
e intrincada Hoz de las Escaleras, debiendo cruzar el arroyo para soportar y resistir un duro y
pindio repecho que a través de varios zigzagueos iremos disfrutando de la transformación de
un paisaje teñido de resplandecientes dorados y ocres que terminaran coronando el atractivo
balcón que divisa las espléndidas panorámicas de la hoz y los 1833 mts. de la Peña Rionda.
La Hoz de las Escaleras se abre ante nuestros ojos con grandiosas panorámicas del entorno,
divisando el precipicio y el abismo de la hoz y alcanzando los Picos de Europa en la lejanía.
En pleno desfiladero deberemos superar un canchal de piedra muy marcado, continuando la
trocha siguiendo unos puntos rojos y verdes que nos ayudarán a no perder nuestra dirección.
Situados bajo los afilados apéndices rocosos de Peña Cebedo y Pico Cerroso, volvemos la
vista atrás para lanzar una ojeada al primoroso horizonte protagonizado por los Picos Janos.
Salvando algún pequeño escollo, descendemos con sumo cuidado al abrigo de una garganta
muy húmeda y resbaladiza, llegando al punto clave de la ruta para efectuar un "destrepe" de
unos 3 metros por una placa casi lisa en el que tomamos el tiempo necesario para ejecutarlo con calma y seguridad.
Tras la dificultad la senda se tranquiliza, devolviéndonos los agradables semblantes del otoño
mientras escapamos de las fauces rocosas del desfiladero, encaminándonos con seguridad
a las amplias cárcavas y torrenteras por donde se juntan los arroyos y caudales del río Achín.
Una vez vadeado el riachuelo, comenzamos un ascenso que nos llevará hasta el Collado de
Tejedo, cuya subida nos dejará bonitos fotogramas de todo el Circo y las Fuentes del Achín.
La grata y agradable temperatura del día nos alenta y estimula para fortalecer nuestro paso
por esta maravillosa alfombra herbosa y alcanzar sin problemas el distinguido Collado Tejedo.
La tranquilidad y el sosiego se desperdigan por estos maravillosos prados de montaña cuya
actividad ganadera pasta en silencio y despreocupada sin atender a nuestro reposado paseo.
Siguiendo el itinerario, encontraremos una especie de catalejo de madera justo a la entrada
del Contadero, un estrecho paso entre las rocas donde antigüamente se contaba al ganado.
Algunos productos de temporada son la señal y el distintivo inequívoco para darnos paso a la
entrada del Hayedo de las Barreticas, otro bosque encantador que hará cuestionarnos si lo
que se presenta ante nuestras miradas está relacionado con la realidad o es pura fantasía.
Enseguida volvemos a sentir esa debilidad y ese afecto incondicional a esta naturaleza otoñal
que sigue enamorándonos y encandilándonos con su colorida indumentaria y fresco atuendo,
descendiendo relajadamente entre su frondosa umbría y respirando el frescor del aire puro.
Vuelve el incendio al bosque, vuelve el resplandor de sus llamaradas para seguir desvelando
la opulencia y el cromatismo de un paisaje cuyas escenas quedarán grabadas y esculpidas en nuestra mente.
Seguimos descendiendo entre láminas de matices multicolor por una de las joyas naturales
de la provincia leonesa, donde podríamos imaginar cruzarnos entre inquietos duendecillos y
encantadoras hadas y embrujarnos con sus ancestrales hechizos y sus inmemoriales leyendas.
Abandonamos el hayedo entre tonalidades verdes, amarillas y marrones, alcanzando en muy
pocos metros un lozano pastizal desde el que podremos vislumbrar todos los picos, todas las
canales y todas las colladas con fuertes paredes verticales de estas cumbres al sur de Riaño.
Solamente nos queda descender por un abrupto y pindio sendero hasta los aledaños y los
arrabales del pueblo de Argovejo, apropiando a nuestra izquierda el Camino de los Barriales
para introducirnos en la extraordinaria y espectacular luminosidad del Robledal de Mataces.
Durante la bajada podremos efectuar una bonita incursión en los verdes y flamantes Prados
de Valdepino, un enclave de belleza, puro y cautivador donde reina un sosiego sobrecogedor.
El camino recorre los últimos metros de este exuberante robledal convertido en un hermoso
santuario donde poder admirar distinguidas y exclusivas especies vegetales, cuyos aromas y
fragancias alcanzan las resplandecientes praderías por donde transcurre la vieja Calzada Romana de la ruta Vadiniense.
El río Esla junto a la localidad de Crémenes ponen el broche final a un circuito por verdaderos tesoros naturales que en otoño
alcanzan su máximo esplendor, ofreciendo una experiencia única para los amantes de la naturaleza y la fotografía. ¡¡No te los pierdas!!
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
Puedes ver todas las fotos de la ruta en: HAYEDO DE ARGOVEJO
No hay comentarios:
Publicar un comentario