CAMINANDO, AL VIAJERO LE BROTAN DE SUBITO ALAS EN EL ALMA Y DESCONOCIDOS MUNDOS EN EL MIRAR

viernes, 14 de octubre de 2022

BARRANCO DEL RÍO CEGA

Enmarcada en las segovianas Tierras de Pedraza, nos disponemos a realizar la ruta por el Barranco del Río Cega, también llamada Senda de los Pescadores, entre las localidades de La Velilla y Pajares de Pedraza en un entretenido recorrido lleno de aventuras. Es día 6 de octubre de 2022, comenzamos.

En una de las plazoletas de la localidad de LA VELILLA iniciamos nuestros primeros pasos que

confluencia y el encuentro del Arroyo Vadillo con la corriente del río Cega que empieza a dar
muestras de su agreste y salvaje recorrido entre las rocas de un hermoso paisaje de ribera.
El Camino del Molino deja a nuestra espalda una maravillosa y encantadora estampa otoñal,
mientras continua nuestro avance entre unos animados diálogos y una interesante tertulia.
Atravesamos varios pajares y palomares, alguno de ellos con numerosos síntomas de ruina,
entre los que podemos ver un nutrido y cuantioso conjunto de vacunas en régimen extensivo.
Una dilatada paleta de colores nos sorprende a la llegada al Molino de la Cubeta, situado en
un precioso rincón natural y apretado entre suaves oteros con multitud de encinas y enebros,
refugiándose también el atractivo y cautivador embalse que agrupa las aguas del río Cega
que se precipitan por su vieja presa entre notables melodías y destacadas composiciones.
Tras cruzar el puente y hacia la izquierda, bajaremos hasta la maravillosa orilla del río sin
abandonar la senda hasta finalizar y concluir en la pequeña localidad de Pajares de Pedraza.
Avanzamos entre la abundante vegetación y la roca, ayudándonos con socorridas cadenas y
varias escaleras de madera que nos permiten progresar y afrontar los inconvenientes de un camino
en el que tomaremos las precauciones necesarias para no sufrir y padecer ningún accidente.
Sin darnos cuenta nos vamos sumergiendo en lo mas profundo de este angosto cañón en el
que los tenues rayos solares comienzan a rellenar de luz todos los rincones del desfiladero.
Continua la emoción de internarnos en las tripas de un barranco agreste, indómito y salvaje, 
conduciéndonos entre la exuberante y densa vegetación que ocupan sus márgenes y riberas 
consiguiendo conjugar en todo momento la gran belleza y la enorme hermosura que destilan 
sus aguas, ademas de dibujar bucólicos rincones que quedaran fijados en nuestras retinas.
El entorno que pisamos se va engrandeciendo con espectaculares paredes de rocas calizas,
buscando la mejor manera para abrirnos camino a través de un gran desconcierto granítico
y entre el soberbio escenario de luces y sombras que alberga esta sublime cúpula vegetal.
Vamos encontrando, adosadas a las peñas, pasamanos, escaleras y pasarelas de madera
que nos incrustan entre sólidos pasadizos de piedra, arrojándonos y despachándonos hacia
una zona mas abierta y espaciosa envueltos en todo momento por el hábitat selvático del río.
Aspiramos los deliciosos vapores y el estupendo relente que nos proporciona esta magnífica
estela de agua cuya humedad proporciona el ambiente idóneo para ejecutar y construir este
ambicioso milagro de la naturaleza, prolongando nuestro camino por esta pequeña selva en
la que disfrutamos de una inmensa tranquilidad, solamente alterada por los susurros del río.
Seguimos desgranando este atractivo itinerario entre la conmoción y el impacto de superar 
varios pasos artificiales que van descubriendo las partes mas íntimas y reservadas del cañón,
sorteando y esquivando la exagerada estrechez y angostura que nos determina la senda en
un sube y baja constante e ininterrumpido para fatigar y disgustar a todos nuestros músculos.
El trance de salvar el viejo cauce de un molino nos provocará sensaciones claustrofóbicas y
cierto sobresalto, quedando mitigado entre los estupendos matices y tonalidades del otoño y 
por las prisas para hacer un alto en el camino para reponer fuerzas y realizar un merecido descanso.
Alcanzamos uno de los lugares mas deslumbrantes y asombrosos de todo el recorrido que 
nos incita y estimula para uno de los mejores posados y fotos de este Comando Senderista,
rodeado y acordonado por la magia y el hechizo que transmite y divulga el Puente del Chaparral.
El río Cega se convierte en el arquetipo ideal para distribuir las bonitas imágenes de su orilla,
aderezadas y embellecidas por los suaves aromas y los lustrosos colores de infinitas flores y
para seguir tiñendo el paisaje con toda la amplia gama de colores que despliega este estupendo bosque.
Tras la llegada del equinoccio con sus tintes verdes, marrones y amarillentos, este adorable
soto fluvial sufre una auténtica metamorfosis y una poderosa transformación que aumenta en
grandes proporciones la imperturbabilidad, el sosiego y el silencio de estos bellos parajes.
La satisfacción del paseo se cuela en el grupo, ahora con una senda ancha y sin acrobacias
que transita paralela entre los brillantes y fantásticos reflejos de esta significativa naturaleza
que se abre paso entre las resplandecientes escalas cromáticas que ofrecen fresnos y encinas.
Una última ojeada al Cega para empaparnos de su delicada perfección, abandonándolo por
momentos para salir a terrenos mas abiertos sobre las praderas de las Tres Cruces, un llano
desde el que observamos y contemplamos el universo de cárcavas cuyas laderas y cuestas
muestran algunas cuevas y cavernas entre un bien conservado bosque de enebros y sabinas.
Atravesamos una extensa y soleada planicie con un nutrido ejércitos de chopos y álamos,
topando de nuevo con otro fabuloso e inverosímil rincón delineado por las márgenes del río.
Emboscados entre la magnífica luz de la arboleda, seguimos disfrutando de este pasillo natural
entre los enormes farallones rocosos que albergan las ruinas románicas de la Ermita de la Vega,
alargando nuestras zancadas y presagiando la cercanía y proximidad de finalizar nuestro objetivo.
Tras el posado sobre este singular escenario otoñal, retomamos el derrotero y la travesía 
entre la cautivadora y arrebatadora estampa de este majestuoso "camino de agua" que como
un cuadro te invita y te convida a una exhaustiva contemplación entre una inmensa calma.
La anaranjada Peña del Tuero nos informa de la llegada al pueblo de PAJARES DE PEDRAZA
que se encuentra inmersa en las labores y tareas de recolección de manzanas y membrillos.
Su alargada Calle del Río nos va presentando su pequeña y coqueta Iglesia de San Gregorio
así como su excelente arquitectura rural segoviana con pequeñas casas, cuadras y corrales
que segregan y aportan la necesaria serenidad y placidez que se percibe en la localidad.
Para zanjar y completar esta entretenida excursión tendremos que desandar todo el recorrido
fijándonos en los detalles que pasaron desapercibidos, tales como paladear ricas frambuesas
o recoger escaramujos para la confección de mermeladas, confituras y jaleas, ademas de 
saborear y degustar los últimos racimos y ramilletes de las numerosas zarzamoras del lugar.
A estas horas de calor cogemos el gusto al amparo de las sombras, con la mente puesta en
acercarnos al caudal del río para admirar su maravillosa umbría y sus increíbles penumbras.
Nos sentimos transportados hasta hasta nuestro propio y particular cuento de hadas mientras
empezamos a observar los primeros buitres leonados apostados en sus elevadas atalayas y
donde aun respiramos la suave brisa del bosque que se retuerce y contorsiona entre la arboleda.
Repetimos un entrañable trayecto que nos conduce y guía por rígidas y estrictas estrechuras,
admirando y sobrecogiéndonos entre la diáfana luminosidad que se infiltra entre los árboles
y entre las flamantes llamaradas de las hojas con sus brillantes tonos rubios y amarillentos.
Ralentizamos nuestros pasos entre los escarpes de estas imponentes formaciones rocosas,
asegurando y manteniendo un agudo equilibrio para salir intactos de esta sugestiva proeza.
El apretado valle nos sigue cautivando entre una naturaleza arrolladora que nos envuelve y 
nos embala para escuchar el esponjoso y aterciopelado discurso que trasmite este prodigioso río Cega,
amplificando e incrementando sus murmullos y resonancias entre el tumulto calizo de la garganta.
Cruzamos el contraste y la disparidad de un severo y riguroso paraje en el que se refugian 
estas imponentes aves rapaces que cumplen la importante misión sanitaria de limpieza del monte.
Vamos oliendo el final de esta aventura entre la frondosa arboleda y los enormes berruecos 
que aprisionan la enésima escalinata de madera, disponiéndonos de forma cómoda sobre un
idílico lugar que rezuma esa inmensa placidez y quietud tan necesaria e imprescindible que 
hace sentir la vida sin las tensiones, sin los agobios y sin el nerviosismo que impera en las ciudades.
Dice el refranero popular que "en octubre, de la lumbre huye". Con este calor alcanzamos el
Molino de la Cubeta mientras escuchamos la sensación de frescura y lozanía de su cascada,
dándonos alas para efectuar un relajado y distendido regreso a la localidad de LA VELILLA y
disfrutando del portentoso perfil medieval de la villa de PEDRAZA entre las cumbres de la Sierra de Guadarrama.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes. 

Galería Fotográfica de la ruta en: BARRANCO DEL RÍO CEGA 

2 comentarios:

  1. Nos ha encantado leerte. Que maravilla de texto y de fotos, nos ha gustado mucho ver que el otoño ya está aquí. Un abrazo fuerte. Irene y Edu.

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  2. El otoño empieza a dejar sus trazos mas elocuentes, convirtiendo el paseo en un maravilloso catálogo de colores. Gracias por vuestro paso por esta humilde ventana y gracias por dejar vuestras palabras en el diario de esta atractiva aventura. Saludos Irene y Edu.

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