CAMINANDO, AL VIAJERO LE BROTAN DE SUBITO ALAS EN EL ALMA Y DESCONOCIDOS MUNDOS EN EL MIRAR

martes, 27 de noviembre de 2018

VALLE DEL OMAÑA

El 19 de octubre de 2018 emprendemos un espectacular viaje por el valle leonés del río Omaña, la Homus Manium, que los romanos llamaron a la gente de estos lugares, constituyendo una emocionante aventura para el caminante. Pincha en "play" y comenzamos.
El río Omaña nace en las inmediaciones del Puerto de la Magdalena, en el pequeño pueblo de Montrondo y finaliza al confluir sus aguas con las del río Luna, dando nacimiento al río Órbigo. Todos los datos en: VALLE DEL OMAÑA 
Las aguas del río Luna cruzan la espadaña de la Parroquia de Santa María Magdalena en el antigüo poblado minero de La Magdalena, cogiendo la carretera LE-493
nos acercará, entre escudos y blasones,
hasta la Iglesia de San Adriano en la localidad de Canales.
En esta época del año, seguimos los aromáticos perfumes de la manzana
y la quietud del ganado que sestea en la pradería,
desviándonos entre la profunda huella del abandono
y las evidentes señales de aislamiento
hasta la Iglesia de San Juan, que comparten las minúsculas poblaciones de Quintanilla y Bobia.
Los vestigios del recuerdo van surgiendo durante el viaje
por un paisaje humilde y espontáneo,
alcanzando la Iglesia de Santa María en la localidad de Soto y Amío.
Nos refrescamos en su fuente y pilón
y deambulamos entre sus grandes "colgadizos" atiborrados de ramaje y leña,
encontrando el rastro y las marcas de un pasado no muy lejano.
Una acentuada desolación se sigue apoderando de nosotros,
continuando por amplios y emotivos horizontes
que nos obligan a una parada y descanso en el pueblo de Oterico.
Su singular Iglesia de San Pedro Apóstol
nos abren las ventanas para seguir destapando imágenes 
en las que el tiempo parece haberse detenido.
Unos pocos kilómetros mas para llegar hasta Riello, capital comercial de la zona,
donde sobresale la Iglesia parroquial de San Juan Bautista.
La vegetación crece recia y vigorosa
y entre las delicadas fragancias de romeros surge el antigüo Santuario de Nuestra Señora de Pandorado del siglo XVII. 
Nos resulta muy difícil explicar como estas legendarias tierras han caído en la dejadez y la desidia,
aunque seguimos disfrutando del portentoso equilibrio entre la arquitectura religiosa de Santa Marina de Guisatecha
y la naturaleza que la rodea.
Un bosque de ensueño y frescas praderas
rodean el incipiente patrimonio cultural del Castillo de Benal que vigila los pocos habitantes del pueblo de El Castillo,
mientras las ruinas de esta fortaleza omañesa son pasto de la abundante y extremada vegetación.
Desde lo mas alto de este anticuado castro
nos sumergimos en la frescura del río Omaña
a su paso por Vegarienza y el castro-ermita de Santa Colomba
y donde podemos admirar sus enormes casonas nobiliarias.
El otoño se hace palpable en Aguasmestas y los hermosos pastizales 
son impregnados por el húmedo relente que despliega el río
y los alegres tañidos de la cercana población de Omañón.
Las piedras de la vieja espadaña
constituyen un espléndido y magnífico balcón del Valle de Sabugo
donde está enclavada su rústica y sencilla Iglesia de San Lorenzo.
La luz del otoño nos sigue deslumbrando con sus tonos y matices
alcanzando la localidad de Villanueva de Omaña
en la que la piedra y la madera
se codean y alternan en un maravilloso entorno natural.
La dulce estrofa del Omaña atraviesa pequeños molinos
y junto a la del Arroyo Pequeño se cuelan entre las balconadas,
configurando unos tranquilos y apetecibles seles 
junto a las luminosas riberas de estos dos ríos.
Cruzamos un encantador y paradisiaco escenario
hasta conseguir abrir las puertas
de la Iglesia parroquial de Senra,
continuando el viaje por una hermosísima y brutal escenografía
dentro de un marco lleno de belleza y serenidad.
Una idílica y bella estampa nos atrapa en los lavaderos de Murias de Paredes
entrando junto a su casona blasonada de Los Quiñones,
al que hay que añadir el placer del paseo por su atractiva arquitectura popular
su fresca fuente y abrevadero,
sus peculiares y ornamentadas fachadas
y su Iglesia Parroquial de San Juan Bautista.
El viaje nos va regalando intensas experiencias como el olor de las huertas,
la placidez y la calma de estos gatitos,
los intensos efluvios de las frambuesas,
amenizando la llegada hasta el visceral Omaña
y su famoso Puente de la Lechería,
tomando aire para desvelar su sensible umbral y su bucólico decorado. 
Apostillados entre el maremagnum de piedra
llegamos hasta la amplitud de Montrondo
y entre sus bonitas casas de pizarra
descubrimos su Iglesia Parroquial de Santa Marta.
Regresamos a la LE-493 para subir hasta el "premio de la montaña" en el Puerto de la Magdalena,
descubriendo un hermoso y atrayente plató en el que se mezcla lo agreste y salvaje
con grandes dosis de tranquilidad y serenidad.
Durante el regreso sacamos los colores a esta tierra
en las diferentes y atractivas explotaciones de áridos de la zona
terminando esta emocionante aventura en el Embalse de Selga de Ordás.
El atardecer nos evoca y nos hace pensar que fuimos forasteros al comienzo de este viaje y al finalizar hemos sido capaces de convertirnos en unos paisanos mas.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes. 
ÁLBUM DE FOTOS: VALLE DEL OMAÑA 

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