Situada en la unión de las bocas de los valles de Fuente Moura, Los Torgos y de la Valiña Grande, iniciamos el itinerario desde la Iglesia de Santa María Magdalena, situada en la parte baja del
pueblo, ascendiendo entre la enorme riqueza tradicional de un caserío bien conservado y que
ha sabido adaptarse a los tiempos actuales, guardando y custodiando todos y cada uno de
los elementos esenciales que han seguido conformando el reflejo cultural de épocas pasadas.
Todos los datos del recorrido, longitud, desniveles y altimetrías lo podeís ojear en 👇👇👇
precioso arroyo de la Valiña Grande donde el agua se precipita formando hermosas cascadas
para concebir e instaurar la exhibición de un espectáculo acuático que solo acaba de empezar.
La Frevencia do Beiro es un descomunal salto de agua que nos proporciona una sensación
de expectación durante su ascenso en paralelo por escaleras de piedra y empinado sendero,
alcanzando las diferentes gradas naturales en un bosque de cromáticas hayas centenarias.
Todos nuestros sentidos se animan e involucran ante la poderosa corriente de sus aguas, en
especial nuestros ojos y oídos, ya que sus sonidos y sus vistas nos hechizan con su belleza.
Seguimos remontando una senda que codo a codo va gratificando todos nuestros caprichos
y donde el agua sigue fluyendo por todas partes, alcanzando su zona alta en donde hallamos
una mesa para disfrutar del torrente sobre una pared granítica. En este lugar leemos "Paseos
sin rutas, momentos sin tiempo, silencios que se escuchan, anarquía ordenada de formas, luces invisibles, pisadas sin huellas......"
Sigue la oda: "El cielo engrisece, las nieblas nos abrazan, las hojas bailan, la humedad se respira, el musgo resplandece y el sol nos olvida... Ya huele a otoño en el hayedo".
Después de vivir estos preciosos momentos, retomamos la marcha entre la luminosidad que
se filtra entre estos fantásticos árboles, cruzando dos pontones de madera que sumergirán
nuestros pasos en el simbolismo mágico de un hayedo que alcanza todo su esplendor otoñal.
Una intersección a nuestra izquierda nos indica y anuncia la dirección hacia Cova da Raposa,
alejándonos de la senda principal durante unos cien metros para identificar una grandísima
roca con extenso recubrimiento vegetal y con una pequeña cavidad en toda su parte inferior.
Regresamos al itinerario principal por un asombroso bulevar tapizado y revestido por un bello
manto de hojarasca de ocres tonalidades que nos abren la puerta al hayedo en estado puro.
Entre la oscura frondosidad y la atemperada umbría de esta enigmática arboleda, abordamos
la denominada "Piedra de los Poetas", un recóndito lugar en el que por iniciativa de la escritora
natural de la localidad, Carmen Busmayor, emplaza un día del mes de agosto a varios poetas
para la realización y el desarrollo de un recital de poesía apellidado "Versos en el Hayedo".
Coplas, poemas, sonetos y estrofas se van desvaneciendo a medida que avanzamos entre
los brezales y escobas que asoman en los soleados prados del Arroyo de la Valiña Grande,
inaugurando el tramo mas largo, ascendente y empinado por una alargada hilera de acebos
y entre los restos y señales que el viento y la lluvia arrancaron para sucumbir en el camino.
Nos late el corazón con fuerza pero nos siguen brillando los ojos ante los nuevos tocados de
rojizas tonalidades que salpican la encrucijada y confluencia que se dirigen al Mirador O Rego.
Volvemos a sentir la energía del hayedo bajando entre un "ordenado desorden" selvático, a
cuyos pies vamos a encontrar auténticas joyas micológicas, y aunque nos puedan enamorar
con sus vivos colores, deberemos tomar las precauciones necesarias para no tocarlas y mucho menos ingerirlas.
Poco después empezamos a distinguir un nuevo riachuelo abriéndose paso entre el bosque,
acercándonos poco a poco hacia el estimulante y provocador caudal de la Fervenza de Arriba
cuya reverberación acuosa se quiebra entre la frescura de las pequeñas pozas de su curso y
donde vislumbramos la blancura brillante de su manto deambulando entre densa vegetación.
Descendemos por una soberbia y maravillosa senda rodeada por un bosque de cuento hasta
el portentoso y formidable escenario formado por la Fervenza de Abajo, un concierto donde el
agua brilla con destacados destellos entre musgos y helechos de verdes intensos, pugnando
por llamar la atención en las escarpadas paredes de piedra y entre la luz mágica del ambiente.
Seguimos el camino marcado y atentos al balizado de la ruta, aunque en algunos momentos
dudosos echamos mano del rumbo descargado en nuestro GPS, orientando nuestros pasos.
Esta portentosa naturaleza sigue ofreciéndonos hermosos lienzos pintados para contemplar,
alcanzando un nuevo repecho que discurre por un lujoso y tupido pasadizo vegetal por el que
vamos a ir escuchando y percibiendo a los diferentes trinos y gorjeos de algunos pajarillos.
Coronamos la pequeña subida inmersos en un universo de rocas cubiertas de musgos, para
mas adelante atrapar "en pañales" el patrimonio hídrico del Arroyo da Valiña que baja alegre y alborozado entre las pindias y empinadas laderas de la Cotela do Faro a 1600 m. de altura.
El sol de la tarde aun colorea las ramas y las hojas mas altas del bosque en el momento que
franqueamos un pequeño recinto de pastos donde un reducido rebaño de vacunas ejercen la
tarea de alimentarse y nutrirse, además de adecentar los prados de maleza y malas hierbas.
Una multitud de avellanos secuestran nuestro paso por el bosque después de haber dejado
atrás algunos acebos, varios abedules, serbales, robles y las protagonistas de hoy, las hayas.
Admiramos con asombro la belleza del bosque encendido entre una serie de penumbras que
crecen bajo la cúpula de los árboles, dando paso a una claridad templada y a la refrescante
atmósfera por donde se infiltran las suaves melodías con las que descienden los manantiales.
En plena bajada nos desviamos momentáneamente hacia la Cueva Veiga de Cima, subiendo
unos pocos metros para encontrar una gran cavidad que sirvió de refugio en la Guerra Civil.
Ya en el camino del Campo do Gamonal el valle se abre y las panorámicas se ensanchan en
una larga bajada de interesante atractivo visual entre amarillos que envuelven todo el paisaje.Contenemos el aliento mientras escuchamos el silencio y la tranquilidad de este bello rincón
cuyos pasos acolchados por la hierba nos dejarán caer hasta la pequeña área recreativa en
los alrededores e inmediaciones de la Fuente Emprovida, pudiendo realizar un merecido descanso.
Oteamos el final de nuestro circuito entre las espectaculares panorámicas del valle, lanzando
una mirada a nuestra espalda para admirar el remate y colofón que ha supuesto la visita a este maravilloso hayedo.
Entramos finalmente en las calles de Busmayor, volviendo a disfrutar de su arquitectura rural
y de los semblantes de asombro de algunas gallinas picoteando y rebuscando entre el corral.
Piedras, pizarras y maderas conforman y modelan la casa tradicional berciana y todas ellas
han conservado sus rasgos y atributos de identidad a través del tiempo hasta nuestros días.
Tras una buena cervecita en la cantina del pueblo, solamente nos queda el plácido y sereno
paseo entre los rincones de sus callejuelas, poniendo el punto final para ir cerrando puertas
a un estupendo y extraordinario viaje a la naturaleza que nos produjo un recuerdo imborrable.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
para la realización y el desarrollo de un recital de poesía apellidado "Versos en el Hayedo".
Coplas, poemas, sonetos y estrofas se van desvaneciendo a medida que avanzamos entre
los brezales y escobas que asoman en los soleados prados del Arroyo de la Valiña Grande,
inaugurando el tramo mas largo, ascendente y empinado por una alargada hilera de acebos
y entre los restos y señales que el viento y la lluvia arrancaron para sucumbir en el camino.
Nos late el corazón con fuerza pero nos siguen brillando los ojos ante los nuevos tocados de
rojizas tonalidades que salpican la encrucijada y confluencia que se dirigen al Mirador O Rego.
Volvemos a sentir la energía del hayedo bajando entre un "ordenado desorden" selvático, a
cuyos pies vamos a encontrar auténticas joyas micológicas, y aunque nos puedan enamorar
con sus vivos colores, deberemos tomar las precauciones necesarias para no tocarlas y mucho menos ingerirlas.
Poco después empezamos a distinguir un nuevo riachuelo abriéndose paso entre el bosque,
acercándonos poco a poco hacia el estimulante y provocador caudal de la Fervenza de Arriba
cuya reverberación acuosa se quiebra entre la frescura de las pequeñas pozas de su curso y
donde vislumbramos la blancura brillante de su manto deambulando entre densa vegetación.
Descendemos por una soberbia y maravillosa senda rodeada por un bosque de cuento hasta
el portentoso y formidable escenario formado por la Fervenza de Abajo, un concierto donde el
agua brilla con destacados destellos entre musgos y helechos de verdes intensos, pugnando
por llamar la atención en las escarpadas paredes de piedra y entre la luz mágica del ambiente.
Seguimos el camino marcado y atentos al balizado de la ruta, aunque en algunos momentos
dudosos echamos mano del rumbo descargado en nuestro GPS, orientando nuestros pasos.
Esta portentosa naturaleza sigue ofreciéndonos hermosos lienzos pintados para contemplar,
alcanzando un nuevo repecho que discurre por un lujoso y tupido pasadizo vegetal por el que
vamos a ir escuchando y percibiendo a los diferentes trinos y gorjeos de algunos pajarillos.
Coronamos la pequeña subida inmersos en un universo de rocas cubiertas de musgos, para
mas adelante atrapar "en pañales" el patrimonio hídrico del Arroyo da Valiña que baja alegre y alborozado entre las pindias y empinadas laderas de la Cotela do Faro a 1600 m. de altura.
El sol de la tarde aun colorea las ramas y las hojas mas altas del bosque en el momento que
franqueamos un pequeño recinto de pastos donde un reducido rebaño de vacunas ejercen la
tarea de alimentarse y nutrirse, además de adecentar los prados de maleza y malas hierbas.
Una multitud de avellanos secuestran nuestro paso por el bosque después de haber dejado
atrás algunos acebos, varios abedules, serbales, robles y las protagonistas de hoy, las hayas.
Admiramos con asombro la belleza del bosque encendido entre una serie de penumbras que
crecen bajo la cúpula de los árboles, dando paso a una claridad templada y a la refrescante
atmósfera por donde se infiltran las suaves melodías con las que descienden los manantiales.
En plena bajada nos desviamos momentáneamente hacia la Cueva Veiga de Cima, subiendo
unos pocos metros para encontrar una gran cavidad que sirvió de refugio en la Guerra Civil.
Ya en el camino del Campo do Gamonal el valle se abre y las panorámicas se ensanchan en
una larga bajada de interesante atractivo visual entre amarillos que envuelven todo el paisaje.Contenemos el aliento mientras escuchamos el silencio y la tranquilidad de este bello rincón
cuyos pasos acolchados por la hierba nos dejarán caer hasta la pequeña área recreativa en
los alrededores e inmediaciones de la Fuente Emprovida, pudiendo realizar un merecido descanso.
Oteamos el final de nuestro circuito entre las espectaculares panorámicas del valle, lanzando
una mirada a nuestra espalda para admirar el remate y colofón que ha supuesto la visita a este maravilloso hayedo.
Entramos finalmente en las calles de Busmayor, volviendo a disfrutar de su arquitectura rural
y de los semblantes de asombro de algunas gallinas picoteando y rebuscando entre el corral.
Piedras, pizarras y maderas conforman y modelan la casa tradicional berciana y todas ellas
han conservado sus rasgos y atributos de identidad a través del tiempo hasta nuestros días.
Tras una buena cervecita en la cantina del pueblo, solamente nos queda el plácido y sereno
paseo entre los rincones de sus callejuelas, poniendo el punto final para ir cerrando puertas
a un estupendo y extraordinario viaje a la naturaleza que nos produjo un recuerdo imborrable.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
Todas las fotos de la ruta en: HAYEDO DE BUSMAYOR
En la cercana localidad de Barjas existe un precioso soto de castaños con varias esculturas: RAKELETA
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