Este bello municipio se encuentra enclavado en el Parque Regional de la Montaña de Riaño
y Mampodre y desde su Iglesia de San Juan iniciaremos el recorrido a través de sus calles,
cogiendo agua fresca en su curiosa y esmerada fuente situada en la espaciosa Plaza Mayor.
La calle Raimundo Alonso nos dejará la mejor visión de su casco urbano, presentando una
atractiva y agradable arquitectura que conectará con la pista GR-1 hacia el Puerto de Tarna,
mientras vamos consignando y analizando todos los datos de este prometedor circuito 👇👇
faenas domésticas, cruzando bajo las colosales y gigantescas paredes de la Peña Hoguera.
Los prados de Fuente Maraña embellecen el macizo de "Mampodre", cuyo término viaja a un pasado de guerra entre romanos contra astures y cántabros, cortando las manos para no utilizarlas contra Roma, de ahí "Manus Putres", manos cortadas, progresando a Mampodres.
Después de la reseña histórica, continuamos entre la pasmosa quietud del Valle de Maraña,
ascendiendo por un camino sencillo y entretenido, sobre todo gracias a una primavera llena
de lluvias que ha encalado y coloreado de verde los fértiles pastos de estas bellas montañas.
Cruzamos los Campos de San Roque con las panorámicas vistas de las Peñas de Cagüezo,
pudiendo admirar la tranquila y numerosa cabaña ganadera que se alimenta en sus prados.
La serenidad y el sosiego siguen relajando los horizontes por los que transitamos, inundando
de verdes la inmensa vaguada de la Fuente Alba, por donde discurre el Arroyo de Espinaredo.
Las suaves laderas del Salgorio y Panazal articulan las notas y sonidos de los arroyuelos que
circulan bajo la Peña del Cagüezo, alcanzando en pocos metros el collado del mismo nombre,
donde nos espera un bonito ejemplar de "asturcón" que mira imperturbable nuestro trayecto.
Conviene echar la vista atrás para apreciar la hermosa perspectiva del macizo de Mampodre,
prosiguiendo nuestra marcha hasta la Cruz del Humilladero, junto al Prado de La Cantarilla y
atisbando en lontananza las laderas del puntiagudo "Remelende", de 1888 metros de altura.
A nuestra derecha se abren sin ambajes las suaves y tiernas tonalidades del Valle de Riosol,
proliferando en sus extensos pastizales los "capilotes", una hermosa flor amarilla símbolo e
icono de la Montaña de Riaño y emblema del recuerdo de los valles sepultados bajo las aguas del pantano.
El delicioso remanso del Arroyo de Riosol nos acompaña entre sus bellísimas notas de luz y
proporciona el escenario perfecto para nuestra asistencia al Caserío y Ermita de San Miguel.
Riosol es el lugar perfecto para hacer una pequeña parada y recobrar fuerzas antes de seguir
con la ruta, ya que el lugar está dotado de área recreativa con bancos y mesas para reposar.
Las marcas impresas en el camino comienzan a hablar, siguiendo la orientación y la directriz
hacia el PR-LE 19 del Puerto de las Señales con 2,5 kms por delante y una hora de ascenso.
Tras recorrer unos cientos de metros pegados al Arroyo de las Cabañas, cambiamos de orilla,
iniciando una pequeña rampa que nos embarca hacia un valle donde la luminosidad del día
ilustra y enciende las hermosas praderías y pastizales entre solitarios cobertizos y tenadas.
Sin rastros de sombras y con el sol en todo lo alto, la senda nos conduce en suave ascenso
por la Vega de las Cabañas, unas veces escoltados por un maremagnum de urces y retamas
y en otras obligados a vadear y franquear los distintos arroyuelos que descienden hacia el val.
Los Prados del Molino se conjugan con algunos resaltes rocosos de la vieja Mina de Escarlatti
y entre sus herbazales y escombreras no encontraremos ni calcitas ni cinabrios, pero sí estas
auténticas joyas y bellezones, que con sus fulgurantes tonalidades pondrán color al camino.
Tomamos unos momentos de descanso para hidratarnos y tomar alguna fotografía de la bella
y extraordinaria estampa que dejamos atrás, preparándonos para efectuar el tramo mas duro
de la subida por un estrecho canal que atrapará la cima y cumbre del Puerto de las Señales.
El Pico del Lago o del Pinar preside el puerto por su vertiente meridional y sus pinos, abetos
y matorrales comienzan a exhalar sus dulces aromas y sus delicadas fragancias aromáticas.
Desde la pequeña explanada del puerto también nos recibe con solemnes vistas la Peña Ten,
por el contrario y en la vertiente occidental emerge con poderío la abrupta Peña de San Justo.
Nuestros pasos toman el sinuoso asfalto de la carretera que baja hacia el Puerto de Tarna,
dejándonos espectaculares panorámicas del Valle de Cabañas o Riosol cuyas aguas morirán
en el río Esla. También disfrutaremos de la nueva perspectiva del Pico Lago, alcanzando en
la lejanía el Pico Espigüete, dueño y señor de Fuentes Carrionas con permiso del Curavacas,
terminando el paseo montañoso entre las cumbres nevadas de Peña Prieta y de San Glorio.
Seguimos consumiendo kilómetros por carretera, bordeando los impresionantes dominios que
nos rodean y adentrándonos en un alborozado sol del mediodía que esclarece la peña rocosa
donde se sitúa el viejo Fortín de Tarna y la alargada Galería de Fusileros usadas en la Guerra Civil Española.
El Puerto de Tarna es una de las vías de comunicación entre León y Asturias y está presidido
por el prestigioso Pico Remelende de 1888 metros de altitud. En sus inmediaciones vamos a
poder saborear las frescas y recogidas aguas de la Fuente la Nalona, un río Nalón que incoa
su periplo por los valles asturianos hasta alcanzar el Cantábrico en San Esteban de Pravia y San Juan de la Arena.
En el mismo puerto retomamos el sendero GR-1, iniciando el descenso hacia el Caserío y la
la Ermita de Riosol, no sin antes cruzar los pingües arroyos y profusos regatos de este sector.
La Polinosa, Peña la Cruz y el Pico de Mediodía exhiben sus mejores galas en el momento de
aterrizar junto a los muros de la Ermita de San Miguel, cerrando un circuito que nos devolverá
a través de la imponente Peña de Cagüezo hasta las cercanías y proximidades de Maraña.
Paisajes de ensueño y bellas encrucijadas conforman el suave y melodioso discurso de unas
tierras con modales dignos e insinuantes en un pintoresco jardín que además de escuchar las
melodías del río, se presenta para contemplar y admirar las esbeltas imágenes de la lejanía.
Seguimos recreándonos con un amplio gabinete de prados alfombrados y el brillo almibarado
de una opulenta cabaña ganadera, en un espectacular esparcimiento de luces y de sombras
que nos harán insignificantes ante la grandeza e inmensidad de estos agraciados territorios.
La belleza son los ojos de quien la contempla y este viaje nos regala experiencias inauditas
de una primavera que comienza a despertar con vistas sobrecogedoras, donde los prados y
las flores se iluminan en un enérgico y poderoso entorno que nunca jamás podremos olvidar.
Las caricias y carantoñas de estos caballos leoneses se mezclan entre el aire puro de estas
tierras, haciendo que nos brillen los ojos y los corazones bailen al son de esta bella aventura.
El concierto de graznidos y chillidos de centenares de chovas y treparriscos son la sinfonía de
llegada a Maraña, volviendo a sorprendernos con sus inmensas casonas solariegas y con los
despistados y atolondrados "quiquiriquís" de algún gallo que pulula libremente en sus calles.
Finalizamos esta maravillosa aventura que nos llevó hasta las recónditas tierras del río Esla.
por el prestigioso Pico Remelende de 1888 metros de altitud. En sus inmediaciones vamos a
poder saborear las frescas y recogidas aguas de la Fuente la Nalona, un río Nalón que incoa
su periplo por los valles asturianos hasta alcanzar el Cantábrico en San Esteban de Pravia y San Juan de la Arena.
En el mismo puerto retomamos el sendero GR-1, iniciando el descenso hacia el Caserío y la
la Ermita de Riosol, no sin antes cruzar los pingües arroyos y profusos regatos de este sector.
La Polinosa, Peña la Cruz y el Pico de Mediodía exhiben sus mejores galas en el momento de
aterrizar junto a los muros de la Ermita de San Miguel, cerrando un circuito que nos devolverá
a través de la imponente Peña de Cagüezo hasta las cercanías y proximidades de Maraña.
Paisajes de ensueño y bellas encrucijadas conforman el suave y melodioso discurso de unas
tierras con modales dignos e insinuantes en un pintoresco jardín que además de escuchar las
melodías del río, se presenta para contemplar y admirar las esbeltas imágenes de la lejanía.
Seguimos recreándonos con un amplio gabinete de prados alfombrados y el brillo almibarado
de una opulenta cabaña ganadera, en un espectacular esparcimiento de luces y de sombras
que nos harán insignificantes ante la grandeza e inmensidad de estos agraciados territorios.
La belleza son los ojos de quien la contempla y este viaje nos regala experiencias inauditas
de una primavera que comienza a despertar con vistas sobrecogedoras, donde los prados y
las flores se iluminan en un enérgico y poderoso entorno que nunca jamás podremos olvidar.
Las caricias y carantoñas de estos caballos leoneses se mezclan entre el aire puro de estas
tierras, haciendo que nos brillen los ojos y los corazones bailen al son de esta bella aventura.
El concierto de graznidos y chillidos de centenares de chovas y treparriscos son la sinfonía de
llegada a Maraña, volviendo a sorprendernos con sus inmensas casonas solariegas y con los
despistados y atolondrados "quiquiriquís" de algún gallo que pulula libremente en sus calles.
Finalizamos esta maravillosa aventura que nos llevó hasta las recónditas tierras del río Esla.
Todas la fotos de la ruta👉 LAS SEÑALES Y TARNA