La Iglesia Parroquial de Vallejo de Orbó dedicada a Santa Bárbara marca el comienzo de nuestros pasos
que van cruzando por las diferentes edificaciones y casas de la Avenida del Marqués de Comillas
entre una interesante charla y el colorido otoñal con que se viste esta época del año.
Al final del pueblo tomamos un camino a la izquierda
que cruza el Arroyo de Escobar y nos muestra las estupendas y lozanas praderías que rodean la localidad.
Frescura y humedad son los detonantes de esta primera hora de la mañana
que combina con las estupendas vistas del Monte Cocoto
y la sosegada perspectiva de Vallejo asentada e instalada en el corazón del valle.
Penetramos entre la heráldica y los blasones del primer pueblo de la cuenca minera palentina,
la pequeña aldea de Orbó, conocido por la riqueza y la calidad de su carbón,
alcanzando la pequeña Iglesia con espadaña románica de San Juan Bautista.
Llegados a este lugar, recomiendo encarecidamente a nuestros seguidores buscar la carretera, mediante el itinerario rojo marcado en el mapa, entre Vallejo y Valberzoso, desechando la subida por el Alto de San Pedro y El Terena debido a la abundancia de vegetación y a sus confusas sendas. Por otra parte los datos de nuestro itinerario están en: VALLE DE ORBÓ
Nosotros abandonamos Orbó por un amplio camino
en el que se refleja la tranquilidad de su entorno,
internándonos entre las luces y las sombras de un joven robledal
por el que vamos encontrando una larga infinidad de pequeñas joyas micológicas
que lucen con sus mejores galas y destacan en la umbría del bosque.
Buceamos por un luminoso mar de vegetación
encontrando varios claros soleados y alguna zona abierta,
antes de pelear y combatir buscando el mejor camino por un terreno tremendamente hostil lleno de zarzas, espinos, ramas y escobas
que han creado un paso infranqueable y casi inaccesible entre el tupido robledal.
Tras una parada en el Alto de San Pedro para almorzar y recuperar fuerzas, continuamos la ascensión
con horizontes mas hermosos y relajados
alcanzando las míticas cumbres del Espigüete y Curavacas de la Montaña Palentina.
Nos queda un último empujón por este retazo de arboleda
alcanzando la despejada cima del Terena a 1338 metros de altura
para posar y retratarnos tras la ardua y difícil ascensión.
Caminamos bañados por la implacable y rigurosa luz del sol
que ilumina este magnífico balcón sobre Vallejo de Orbó y sus bellos alrededores
para seguidamente extremar todo tipo de precauciones en la bajada que alcanza la carretera entre Vallejo y Valberzoso.
Con las vistas puestas en los gigantes eólicos del Monte Cocoto
cruzamos con paso decidido por los pequeños prados de la collada,
contemplando estas inquietas criaturas que se alimentan entre el sosiego y la tranquilidad.
Ante nosotros surge de nuevo el holgado lienzo del bosque
atravesado por una intensa claridad que se va colando entre las hojas
y que la llegada del otoño hace que los árboles se vistan con sus mejores galas y con colores únicos y exclusivos.
Robles y hayas en su mayoría, van otorgando esos matices especiales al paisaje
combinándose con frutos rojizos y azafranados que se van diseminando por las agrestes y ásperas laderas del monte.
Transitamos rodeados de una cálida y acogedora vegetación,
tropezando con algún despistado y bello lepidóptero que incansable,
no deja de posarse y revolotear en todas y cada una de las plantas que surgen entre las hojas.
Bajo la hermosa bóveda del bosque y con la otoñada en pleno apogeo,
una suave brisa recorre su interior y los árboles comienzan a hablar aleteando el brillo de sus hojas
constituyendo nuestro paseo en una agradable y sorprendente experiencia.
Disfrutamos del aspecto espléndido y de un magnífico escenario que muestra sus mas ricos matices,
respirando sus intensos aromas y dejándose llevar por el placer de perderse en plena naturaleza.
Aspiramos los últimos contrastes llenos de sutileza
para encaramarnos al Alto de Fuente Tejeros donde el viento empieza a fortalecerse
lanzando su poderoso torbellino hacia la comarca cántabra de Campoo-Los Valles.
Cruzamos un entorno tranquilo lleno de parsimonia y despreocupación
siguiendo una larga y extensa ascensión azotada por las intensas ráfagas de viento
que hacen enloquecer la inmensa hilera de molinos eólicos.
Una pequeña y singular laguna nos anuncia la proximidad
a Peña Cocoto de 1513 metros de altitud, techo de nuestra ruta y desde donde obtenemos una magestuosa panorámica de buena parte de la Montaña Palentina
y del hermoso Valle de Santullán.
Descendemos enredados entre las hélices de los molinos, girando hacia el oeste
junto a una línea eléctrica que nos vuelve a introducir por un brillante robledal
en la que encontramos los restos de una cornamenta de algún joven ciervo.
La luz del día se ha vuelto mas rica y mas dorada llegados a la majada del Corral de Porquera
volviendo a disfrutar de los interesantes horizontes que se extienden hacia Aguilar de Campoo.
El pilón-abrevadero situado en dicha majada nos marca el camino a seguir,
descendiendo por terreno despejado hacia el valle mientras se rodea el robledal
y percibiendo el pueblo de Barruelo de Santullán acotado entre un fantástico bosque.
Avanzamos acompañados por el agradable sonido de la risa y las conversaciones ligeras,
apareciendo entre el silencio que recorre los vestigios y la memoria de la Mina Luisa
y que en otros tiempos el lugar rezumaba un intenso fragor de voces, sonidos y algarabías.
Abandonamos el misterio y la intimidad que envuelve la mina
a través de un camino que vuelve resucitar con extraordinarias tonalidades
y nos acerca, finalizando nuestra ruta, de nuevo en Vallejo de Orbó.
Traspasamos el viejo edificio del Hospital con bellos ventanales en el que aún puede leerse la inscripción de "sanatorio"
siguiendo nuestro recorrido por una luminosa vereda
que baja hasta la amplia explanada donde podemos ver una pequeña carretilla
en la que salía el producto del carbón procedente de la cercana bocamina de San Ignacio.
El interesante paseo por Vallejo de Orbó nos lleva hasta el Cine Ideal, con capacidad para 400 personas y que parece ser que fue el primero de la provincia de Palencia.
Las calles se llenan de grandes casas con preciosos balcones
y viviendas de dos plantas con galerías corridas construidas para los mineros.
Escuelas y espacios rehabilitados que dan un toque de modernidad
entre las secuelas de un patrimonio minero que sale a la luz para embellecer diferentes rincones y lugares de esta maravillosa localidad.
Por último destacamos la singularidad de este longevo y portentoso cedro
que contrasta entre la indumentaria de un tibio y cálido día de otoño
en el que una ligera brisa hace bailar las hojas de los álamos
y se cierne sobre un cielo azul que guarece la Iglesia de Santa Bárbara.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
GALERÍA FOTOGRÁFICA:VALLE DE ORBÓ y también en Facebook: VALLE DE ORBÓ
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