CAMINANDO, AL VIAJERO LE BROTAN DE SUBITO ALAS EN EL ALMA Y DESCONOCIDOS MUNDOS EN EL MIRAR

domingo, 6 de junio de 2021

SENDA DE LOS TRES RÍOS

Cuando hablamos de cerezos a todos se nos viene a la cabeza el famoso Valle del Jerte, pero existe una estupenda alternativa en el Parque Natural de las Batuecas-Sierra de Francia en el que además de cerezos podremos pasear entre olivos, vides, castaños y alisos mientras vamos sintiendo las caricias del Francia, Cuerpo de Hombre y Alagón, los tres ríos del pueblo salmantino de SOTOSERRANO. Es día 29 de mayo de 2021, comenzamos la aventura.

Nuestros pasos comienzan junto a la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción
y por el entramado de callejuelas que lucen la típica y atractiva arquitectura serrana
engalanada y ornamentada por el encantador colorido de innumerables tiestos y macetas.
Piedra y madera van conformando largos pasadizos y obscuros corredores
que desembocan de manera fortuita en la estrecha y angosta simetría urbanística
que alcanza ante nuestros ojos la orgullosa Torre del Reloj del siglo XVI.
La frescura de su Fuente rezuma evocadoras esencias de un pasado con huellas árabes y judías
que se desvanecen entre los alegres balcones de sus viviendas tradicionales
y se van perdiendo y difuminando a la salida de la localidad.
Todos los datos de este interesante itinerario los podeis ver en: SENDA DE LOS TRES RÍOS 
A la salida del pueblo seguimos caminando con el buen humor que nos caracteriza,
alcanzando las cruces y portada de la Ermita del Cristo del Humilladero,
continuando unos metros por la carretera hacia Riomalo de Abajo y tomando a la izquierda una amplia senda entre flores y olivos.
En este primer tramo de la ruta el paisaje es nuestro cómplice 
y colabora en la percepción de agradables recompensas en forma de colores,
acompañados en todo momento por la luminosa tonalidad de los cerezos
y las bellas y verdes estampas de los florecidos viñedos.
El ritmo de la caminata nos permite una agradable charla y conversación
y nos va proporcionando esa maravillosa sensación del viaje en profunda libertad.
Un extraordinario bosque de encinas nos aporta una singular tranquilidad,
colándose en las suaves y esponjosas contorsiones del itinerario
que otean y escudriñan las apacibles y reposadas aguas del río Alagón.
Nos dejamos embriagar por la serenidad y el sosiego que desprende este hermoso rincón
en un silencio solo perturbado por el ligero rumor de la corriente del río.
Nos sacudimos la pereza y recuperamos el paso tras cruzar el Arroyo Castalanejo,
comenzando a progresar y remontar las riberas del cauce del Alagón
que arroja y desprende una sutil y delicada brisa que atenúa el exagerado calor del día de hoy.
Mientras caminamos, intentamos ir poniendo palabras a este enigmático paisaje
que rebosa y desborda una naturaleza salvaje, bravía y montaraz
y que además nos muestra sus detalles mas íntimos y sus rincones mas insólitos.
El viaje continua entre la frondosa vegetación y un calor asfixiante 
atemperado por este maravilloso río que abraza la tierra, los pueblos y las personas,
recogiendo las caricias y el cariño de su hermano menor, el río Cuerpo de Hombre.
Las cantimploras se van vaciando y nuestros pasos resultan mas ligeros
al tiempo que atravesamos viejas construcciones y vetustos corrales de ganado.
Apresuramos el ritmo y la cadencia con enormes ganas de llegar 
hasta las inmediaciones del robusto y corpulento Puente Romano,
ascendiendo un pequeño, leve y suave repecho
para situarnos en mitad del puente y disfrutar de las espléndidas panorámicas
que desde aquí se divisan y contemplan tanto río abajo como río arriba.
Seguimos elaborando una intensa entrevista a este pulcro y sugestivo viaducto romano
ahondando entre sus mas espectaculares apartados y reseñas, que con sus colores
generan y suscitan unos tiernos y sensibles matices en sus inmediaciones.
Abandonamos este remanso de paz que continua río arriba por un camino asfaltado
hasta los alrededores del Camping Vega de Francia para disfrutar de uno de los lugares mas llamativos de la ruta.
Nos referimos a su encantadora piscina natural, o mejor dicho, su mágica playa fluvial
de aguas cristalinas que refleja con profunda nitidez su poderoso y enérgico entorno,
obligándonos a divertirnos y distraernos con un refrescante "chapuzón" en sus aguas.
La senda continua entre la gama de tonalidades del sobrio encinar
en busca de nuestro tercer y último río, el Francia que muestra sus deliciosos estertores y su marcada agonía
entregando su vida al protagonista y actor principal, el río Alagón.
Pasamos un puente sin cruzarlo y un poco mas adelante comenzamos a ascender
entre los potentes cúmulos que sobresalen por las cimas de la sierra,
aspirando los penetrantes efluvios de lavandas y cantuesos
y admirando de nuevo las fabulosas terrazas abarrotadas de olivos.
El calor y la pendiente del terreno va disminuyendo nuestras fuerzas
entre solanas y galerías repletas de numerosos olivos, vides
y cerezos que son el motor de la economía y sustento de los habitantes de estos montes.
Bajo la bóveda azul del cielo brillan las estrellas y actrices mas distinguidas de esta ruta
que se van combinando y compaginando con un ejército de flores
que pueblan y colonizan estos prósperos y acomodados suelos
con una inmensidad de colores y un semblante de bellas tonalidades.
Casi exhaustos por las altas temperaturas, vamos escuchando el fin de la mañana
y topándonos con el soberbio escenario que nos proporciona la Sierra de Francia
en un apretado y denso bosque de encinas, alcornoques, madroños, quejigos y rebollos.
Atrás dejamos el polvo del camino para continuar por la pista pavimentada con maravillosas estampas
que alcanzan un discreto "banco" colmado de unos magníficos aledaños.
Caminamos con las vistas del perfil que dibuja SOTOSERRANO en el horizonte
entre los aromas claros y brillantes de muchos melocotoneros 
y los sabrosos destellos de estas frutas tan apetecibles.
Olemos el final de la aventura y deslizamos nuestros pasos por las suaves orillas
entre "puñados" de rosas que superan la estética para avisarnos de posibles plagas y epidemias
y que a los viticultores les sirven de alarma ante la aparición de alguna enfermedad.
La Iglesia de la Asunción aparece entre el bosque y las crestas graníticas de la Sierra,
abordando la pequeña Fuente de Maricabosa, un agradecido oasis a la entrada del pueblo.
Penetramos por la estrecha y ceñida Calle de Pancocho
entre tejas, adobes y maderas que delinean vistosos tapiales
y agradables portadas con muy buena decoración.
Sus callejuelas nos sumergen por un atmósfera mas propia del medievo
y por un tremendo deleite y satisfacción arquitectónica que nos dirigen
hasta el punto de inicio de este interesante y enriquecedor viaje. 
La Plaza Mayor es el lugar ideal para sacudir la sed con unos buenos refrescos y comentar las vicisitudes de esta hazaña por este enclave privilegiado de la Sierra de Francia.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes. Toda la galería fotográfica en: SENDA DE LOS TRES RÍOS y también en facebook: SENDA DE LOS TRES RÍOS

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