La Iglesia de Santa Ana en la localidad palentina de PIEDRASLUENGAS nos invita a subir hasta
el Mirador de Piedrasluengas, disfrutando de una excepcional panorámica de su entorno y
donde obtenemos todos los datos precisos y detallados de la ruta SENDA DE LOS ROJOS.
pequeño prado para tomar la pista que arranca mas arriba, introduciéndonos en el hayedo de
Monte Hoyo Espedroso que en estas fechas luce una clara desnudez y un fuerte desabrigo.
Las últimas rampas y pendientes de este pequeño bosque calientan nuestras piernas y nos
preparan la llegada al maravilloso Collado de Tajes, un portentoso balcón que otea el pétreo
murallón granítico que forman los Picos de Europa con unas vistas panorámicas de ensueño.
Según vamos avanzando, iremos descubriendo y divisando la cercana Sierra de Peña Sagra,
cuyas laderas montañosas descienden vertiginosas hasta el fondo del Valle de Liébana,
quedando a nuestra espalda los 2028 m. del altivo y poderoso contrafuerte de Peña Labra.
Dice el refranero que "El veranillo de San Martín dura tres días y fin", así que nos deleitamos
con esta despejada y ventosa mañana que nos obliga a cobijarnos en la deliciosa umbría del
hayedo Hoyo de los Lobos, otro pequeño refugio natural en el que percibimos la humedad y
el frescor que rodean este pequeño paraíso que traza los rasgos mas seductores del bosque.
La altura y las condiciones atmosféricas mas desfavorables han impactado e influido en una
precipitada expoliación de las hojas de los árboles, aunque siempre nos quedarán suculentos
y destacados escenarios para deleitarnos con algún derroche de luz de cegadora definición.
Esta oleada de luz recorre el último aliento del hayedo, recorriendo el interior de su corazón
de una manera aleatoria y conformando una gran disparidad entre sus luces y sus sombras.
Seguimos caminando entre un digno y pintoresco tejido arbóreo en el que la brisa y el aire
flota entre un alegre y trepidante bullicio otoñal, extendiéndose cuesta arriba para alcanzar
los despejados y espaciosos 1456 metros en los que se encuentra el Collado de Sobrepeñas.
Afrontamos por nuestra derecha la vertiente y ladera norte del Coto Rusil que nos convida a
y la inspección del Pico Cuernón de 2047 m. de altitud, la mayor elevación de Peña Sagra.
La visibilidad nos permite divisar las aguas del Mar Cantábrico, aunque esta visión generó
una gran controversia y un acalorado debate que se disolvió entre los espléndidos pastizales
lebaniegos y las inconmensurables perspectivas que da a conocer la Peña Ciquera o Brez.
El viento nos vuelve a vapulear y zarandear con intensidad en la bajada de La Rebasa y por
la parte mas baja del Collado de la Espina, intentando acelerar nuestra marcha para entrar
en el cálido y confortable refugio que promete el espectacular hayedo del Valle de Pesaguero.
La estación otoñal siempre tiene algo que le da ese componente lleno de mágia y misterio
para convertirlo en un atractivo paisaje digno de cualquier cuento de hadas, pudiendo surgir
en nuestra imaginación el rápido correteo y aligerado paso de algún "duendecillo" del bosque.
Continuamos bajo el amparo hogareño que nos brinda este pulmón de pulidos cromatismos,
dejando a nuestra derecha un alargado pilón y abrevadero dispuesto para el ganado y donde
entre musgos y verdines irrumpen con frescura las cristalinas aguas del Caño de Cuéneres.
Con elegancia y distinción van aflorando bajo nuestros pies un cúmulo de joyas micológicas
que reclaman su destacada presencia y protagonismo en este soberbio paseo por la historia.
Este hermoso hayedo desemboca en el radiante y deslumbrante pastizal de Los Corralejos,
un lugar ideal para desahogar la vista entre envidiables montañas y rutilantes praderas que
configuran la regia, despejada y conmovedora arquitectura natural del Collado de Cuéneres.
Miramos, escuchamos, en definitiva sentimos que los corazones se alivian en estos apacibles
parajes antes de llegar hasta el refugio en donde disfrutaremos de un placentero almuerzo.
Atrancamos el refugio bajo la portentosa perspectiva de los picos Peña Labra y Tres Mares,
partiendo por una expedita y dilatada vereda que nos conducirá hasta el Collado Pelapotros.
Atrás queda la preciosa postal de la prestigiosa quebrada de Cuéneres, prolongando medio
kilómetro de ascensión hasta dar con nuestros huesos en el abrevadero de La Camperona,
cuya fuente y albañal relaja con sus cantinelas un abreviado descanso en nuestra escalada.
Entre los brezos y las urces empezamos a percibir los sigilosos y discretos silbidos del viento
que van incrementando su fortaleza y vitalidad junto al farallón rocoso de la Peña Ciquera.
El Collado de Brez es la culminación de la ruta y uno no se despierta todas las mañanas
para tener ante nuestros ojos la perfección y el esplendor de la muralla de Picos de Europa,
los enormes y colosales farallones graníticos de las Peñas Ciqueras y las imperturbables
vistas para descubrir el alto Valle de Redondo bajo las cumbres de la Sierra de Peña Labra.
Como de costumbre, rubricamos y suscribimos nuestra presencia en estos sobrios entornos,
volviendo sobre nuestros pasos sin demandar mas a un excelente trayecto tan bien servido.
Mucho mas relajados, atravesamos las alegres y verdes praderías bajo un sol radiante que
nos anima a realizar alguna parada para saborear y paladear estos grandiosos escenarios.
Las nubes que aparecen sobre el horizonte van apagando el intenso azul del cielo, entrando
de nuevo al hayedo con las apresuradas ráfagas de aire que hacen correr todas las hojas.
La luz del sol logra abrirse paso entre la cúpula vegetal que forma la arboleda, llegando con
sus rayos hasta la reluciente humedad que conservan los musgos apostados en los árboles.
Seguimos disfrutando del paseo por los confines de este insólito y asombroso pasadizo que
nos expulsa y despacha hacia las nobles panorámicas que divisa el Collado de la Espina.
La disposición natural del paisaje sigue animando un camino que deja escondido en la zaga
las instantáneas otoñales de Fuentes Carrionas con la estampa del Curavacas en la lejanía.
Ya en el Collado de Sobrepeñas vuelven las amplias sensaciones de perspectivas, en el que
el "zoom" de nuestra cámara juega para poder alejar y acercar estos parajes tan hermosos.
El viento, el frío y la lluvia ha convertido la senda en una gruesa alfombra de hojas y barro,
aunque seguimos apreciando los aromas, sonidos y colores de esta descomunal naturaleza.
Tras la llegada del equinoccio, el bosque se va transformando en una suave metamorfosis
bruñida con un holgado catálogo de tintes cálidos, amarillentos y amarronados, en la medida
que aumenta su encanto y su atractivo para delinear un paseo tranquilo y atestado de paz.
El espectacular Collado de Tajes nos vuelve a mostrar la intensa armonía de un paisaje que
colisiona con los descomunales e inconmensurables macizos central y oriental de los Picos
de Europa, estremeciéndonos con su accidentado semblante y su demoledora fisonomía.
Hemos probado y experimentado la variedad de una apetitosa carta con los ingredientes mas
autóctonos y genuinos de esta elaborada naturaleza y solamente nos queda compartir las
vivencias de la ruta en torno a la mesa del restaurante VENTA MORENA, donde su administradora Amor, nos hizo sentir como en nuestra propia casa.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
Galería fotográfica de la ruta: SENDA DE LOS ROJOS
Rutas cercanas: PERNÍA Y CASTILLERÍA , CUETO SAN SALVADOR y NACIMIENTO DEL PISUERGA
Es realmente alucinante el verdor de los prados y las vistas desde esa balconada a Picos de Europa que es la Montaña Palentina. Enhorabuena por el reportaje. Un abrazo para todo el Comando Senderista. Irene y Edu.
ResponderEliminarComo siempre, muchas gracias por viajar por este relato que nos descubrió pequeños hayedos, confortables horcadas y unos espectaculares miradores de la muralla de Picos de Europa. Saludos cordiales, Eduardo e Irene.
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