La Cascada de la Fuentona es un presuntuoso rincón adornado con bellos tonos invernales
muy cercano a la localidad de Tubilla del agua donde empezamos este maravilloso itinerario.
para ir descendiendo paulatinamente hasta la pequeña Ermita de San Roque, localizando un
poco mas abajo la quiebra y la decadencia de la vieja iglesia con la advocación de San Juan.
Las últimas casas y viviendas de la Calle del Pozo tienen los privilegios y la preferencia para
poder escuchar los suaves acordes de la melodía interpretada por la bella Cascada de Tubilla
cuyo epílogo y conclusión se sintetiza entregando sus aguas al nítido caudal del río Rudrón.
Nos despedimos de Tubilla del agua entre la robusta arquitectura rural del Barrio de la Solana
y sobre la corriente del Arroyo Hornillo atravesando los azudes de viejas aceñas y molinos.
No ocultamos las gélidas imágenes que nos asaltan en esta fría mañana de enero, aunque el
sol comienza a calentar de manera tibia los contornos de la Iglesia Santa María en Covanera,
una localidad con varios palacetes y enormes casonas nobiliarias que intentan asomarse a
las espectaculares riberas adosadas en las márgenes del Rudrón y cuya corriente, después
de cruzar varios pontones y pasarelas, nos enseña el placentero camino hacia un estrecho y
angosto barranco con curiosas y llamativas formas calizas que tendrán su final en el seductor
entorno del Pozo Azul, importante surgencia kárstica que luce primoroso azul en sus aguas.
Los potentes colores del invierno van dejando rastro por la carretera BU-514, desviándonos
en la dirección que busca los primeros inmuebles de la población de Gredilla de Sedano,
cuyos edificios principales son la imponente Casona y Torreón de los Bocanegra y la cercana
Iglesia Parroquial de San Pedro y San Pablo, un notable ejemplo románico del siglo XII con
arquivolta lobulada que envuelve el magnífico tímpano con el bello pasaje de la Anunciación.
Abandonamos el pueblo entre los susurros de la Fuente del Arroyo, bajando por la carretera
hasta la localidad de Sedano que nos recibe con la suntuosidad del Palacio de los Bustillos.
Entre los arroyos de Gredilla y Moradillo, iniciamos subida por los cruceros de un Vía Crucis
que nos elevan hasta al resalte rocoso donde se encuentra la robusta Iglesia de Santa María,
un templo que luce al mediodía la estupenda portada renacentista con columnas corintias y
en sus alrededores, el afloramiento de una necrópolis medieval con túmulos antropomorfos.
La esencia y los atributos de esta localidad están formados por una arquitectura vernácula
con grandes casas nobiliarias y solariegas, luciendo también alargadas galerías de madera.
La vida y la obra del vallisoletano Miguel Delibes siempre será loada en este pueblo burgalés,
así como todas la líneas y trazos dibujados en su holgado cartel de viejos molinos y aceñas
que conciben y engendran poderosos rincones naturales como la galante Cascada de Lagos.
Seguimos remontando el valle para plantarnos entre los desmochados y ruinosos edificios de
la localidad de Moradillo de Sedano, mostrando el profundo sentido utilitario que tuvieron en
la vida laboral y que en la actualidad se combinan con las residencias habitadas del pueblo.
Columnas, arcos y canecillos adornan la Iglesia de San Esteban Protomártir con un depurado
y excelente románico presidido en su portada con un soberbio tímpano escultórico, sujetado
por varias pilastras y capiteles que presentan un catálogo de hojas de acanto y varias arpías.
En lo mas alto de la paramera oteamos el largo horizonte con el perfil de Fuentes Carrionas,
unas vistas que podemos disfrutar en la Iglesia de San Andrés en el pueblo de Quintanaloma.
Seguidamente bajamos hasta la Ermita de San Cornelio y San Cipriano, empezando la visita
entre una estupenda arquitectura rural con enormes casas y edificios solariegos que bajan al
encuentro del Escudo Real de la población situado entre las congeladas aguas de la fuente.
El paseo descubre los escudetes enmarcados con orla isabelina de la Casa-torre del siglo XV
y el derrumbe de cuadras y corrales donde antaño se cuidaban a los animales para subsistir.
Entre la diversidad de matices de estos páramos solitarios, regresamos a la carretera N-623
pasando deprisa por la iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol en San Felices de Rudrón y
continuando hasta lo mas profundo del cañón donde encontramos la localidad de Valdelateja.
Gigantescos farallones rocosos envuelven el encantador entramado urbano de esta pequeña
localidad dividida y partida en dos por la alborotada y enfurecida corriente del río Rudrón que
atraviesa bajo el espléndido puente de piedra con impecable pureza y nitidez digna de elogio.
Desde su Iglesia dedicada a la Santa Eulalia, podemos iniciar una corta excursión que pasa
por la fuente y el lavadero mientras penetra por una exuberante y arbustiva senda junto al río.
En ella vamos a ir descubriendo un fantástico entorno ribereño de sencilla y humilde belleza
entre la paz y el sigilo de un paraje que se quebranta estrepitosamente en una bella cascada
que se abre ante nosotros con la fuerza de un prodigioso recital y un grandioso espectáculo.
Dejamos el Rudrón para remontar las aguas del Ebro en la localidad de Quintanilla-Escalada
donde hallamos los restos de arcos, bóvedas y nervios de la antigüa Iglesia de San Román.
Soledad y melancolía caminan impetuosas por las calles de esta bonita localidad, dibujando
en cada rincón y recoveco agradables sorpresas que alegran nuestras caras, pasando junto
a la Casa del Médico con una variada y deteriorada serie de canecillos y cornisas románicas
que lucen en su fachada y entre los sillares mas longevos de este insigne y egregio palacete.
El trazado angosto de sus callejuelas se ensancha en la Plaza del Viejo Seminario, donde se
hace notar la moderna fisonomía y el estilo neogótico de la Iglesia de San Miguel Arcángel.
Decimos "adiós" entre alargadas galerías de madera y encantadoras solanas, tomando una
preciosa senda junto al Ebro que nos ayudará a conseguir llegar a la localidad de Escalada.
Un guiño de alegría es el estímulo suficiente para empezar a descubrir este pueblo burgalés
en el que la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor domina la totalidad del caserío y cuya
portada conserva la memoria, los recuerdos y las señales pictóricas de la lejana Edad Media.
Todo la capacidad artística del siglo XII se resume en este espectacular anfiteatro escultórico
que observa invariablemente los distinguidos y elegantes torreones del Palacio de los Gallo.
El conjunto urbano traza una estupenda arquitectura rural con hermosos balcones y solanas
que bajan en busca de la cercana Torre de los Gallo de Alcántara, casa palacio con escudos
desmembrados, yelmo y mitos que hacen mención y referencia a la fidelidad de la progenie.
Nos sigue sorprendiendo la enorme cultura del agua a través de sus innumerables fuentes y
lavaderos donde antaño se lavaba la ropa y se fraguaban amoríos, leyendas y casamientos.
Terminamos la andadura entre enormes casonas señoriales y portentosos blasones y divisas
mezcladas con los extraordinarios colores que aderezan y embellecen sus palcos y fachadas.
"Río Ebro, río Ebro, bajamos a acompañarte para poder escuchar tu eterna estrofa de agua".
Emulando el romance de Gerardo Diego, seguimos remontando su curso por este apreciado
cañón coronado por colosales y gigantescos farallones calizos que abrazan y envuelven el
encantador escenario protagonizado por la mágica y bella Cascada de Orbaneja del Castillo.
Tras visitar el pueblo, contemplamos con asombro la espectacular caída del agua del arroyo,
deslizándose por la toba cubierta de musgos y líquenes que dan ese precioso color turquesa
y creando multitud de terrazas escalonadas para fundir esta maravillosa armonía en el Ebro,
"que a la vez, quieto y en marcha, cantas siempre el mismo verso pero con distinta agua".
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
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