La numerosa cabaña ganadera que pace con tranquilidad en los Prados de Cerezo forman la
avanzadilla para llegar a la Iglesia de San Julián en la localidad de Cantalojas, desplegando
el poderío de una representativa arquitectura tradicional en el que la piedra y la pizarra negra
modelan y armonizan cada uno de los bellos rincones que salen a nuestro paso en el pueblo.
Tras el estudio del itinerario 👇👇 y con la reserva previa del vehículo, podremos acceder a la
pista forestal que en 8 kms nos dejará en el aparcamiento donde comienza nuestro trayecto.
La clásica Senda de las Carretas parte entre las frescas melodías de la fuente emplazada enlas verdes Praderías del Ramo, acomodando y atenuando nuestros primeros pasos junto a la
ribera del río Lillas que baja vocinglero y cantarín tras los últimos episodios de fuertes lluvias.
Paralelos a su corriente, remontamos su grato y placentero discurso con la mirada puesta en
las fabulosas cumbres de la Sierra de Ayllón y el perfil señorial de su mítico Pico de Buitrera.
Junto a la pradera y a nuestra izquierda pronto aparece un hermoso pinar de pinos silvestres
mientras nuestros ojos siguen sin perder detalle de la perspectiva natural que marca el río.
Inundados por los primeros estímulos otoñales, vamos despojando la esencia de un paisaje
en el que afloran los llamativos sombreros rojos y anaranjados de algunas amanitas muscarias.
Seguimos exponiendo nuestras mentes hacia un entorno que gana espectacularidad y grandiosidad,
escuchando a cada instante las dulces coplas y los suaves pareados del cauce del río Lillas
y sin sentir el menor cargo de conciencia ante el precioso don de vivir y disfrutar estos bravíos parajes.
Reflejos y reverberaciones enriquecen nuestro camino, un camino que de repente se inserta
entre la túpida fronda y el candente follaje de un bosque vestido con los colores del otoño y
cuyas perlas cuelgan sobre el fastuoso anfiteatro que estamos deseosos de conocer y averiguar.
El profundo robledal nos da su bienvenida entre los ecos y murmullos del Arroyo de Carretas,
dejándonos observar en sus claros su densa amalgama vegetal y sus luminosas tonalidades.
Una fuerza inexplicable nos obliga y nos empuja a entrar de lleno al corazón de este hayedo
en el que los furtivos rayos del sol intentan colarse entre las ramas, además su intensa luz y
el toque húmedo del arroyo imprimirán una de las imágenes mas encantadoras de su entorno.
Nos late el corazón y nos brillan los ojos al intuir que avanzamos hacia una gran experiencia
protagonizada por las aguas de éste travieso y revoltoso arroyo que crece al terminar el estío
para desbordar con su opulenta humedad los entresijos y las entrañas de éste encantador lugar.
Mas adelante cruzamos la corriente del río por un puente de madera, conduciéndonos hasta
la antigüa carbonera, un ingenio artesanal de combustión sin oxígeno para producir carbón.
Disfrutar del Hayedo de la Tejera Negra en la estación otoñal supone la sensación y el placer
de un espectáculo y una exhibición que garantiza el deleite y la comunión con la naturaleza,
antes de que sus motivadores resplandores y llamaradas se desvanezcan en un corto periodo de tiempo.
La senda sigue remontando la perfecta incoherencia y el impecable desorden de ésta rutilante masa boscosa,
alcanzando un nuevo pontón de madera donde reafirmamos nuestra presencia en estas latitudes.
El paseo engendra escenarios con aspectos y apariencias casi idílicas y cuya contemplación
nos produce un enorme abanico de sensaciones e impresiones difíciles de olvidar, además el
poderoso ambiente del hayedo nos ofrecerá los mejores beneficios y rendimientos para nuestra salud física y mental.
¿Cuantas veces hemos dicho que el paisaje, "parece un cuadro"?, seguro que cientos de veces,
pues éste lienzo real que nos ofrece el bosque está reservado sólamente para todos aquellos que lo visiten.
El extenso catálogo de tonalidades ocres y amarillentas van formulando a nuestros pasos un
frondoso y apacible ambiente que podríamos definir como el "Bosque Encantado", desde el
cual pudiéramos imaginar el correteo de "hadas", "gnomos" y "duendecillos" entre el alma y la piel de este relicto hayal.
La ascensión y el progreso siguen endureciéndose entre el hechizo del hayedo y la profunda
invitación al silencio, únicamente roto por el crepitar de la hojarasca y los suspiros del arroyo,
alcanzando la llanada de Mata Redonda a 1660 m. de altitud y punto culminante de la ruta.
Abandonamos el encantamiento y el halo de misterio de esta extraordinaria arboleda hacia
un atractivo pasillo que nos dejará admirar la aterciopelada alfombra de la Loma de Calamorro,
así como escudriñar la mayoría de los horizontes montañosos de la Sierra de Ayllón y la vista
sobre el Valle de las Carretas que cabalga hasta las inmediaciones del Alto de la Escaleruela.
Impregnados entre delicadas sensaciones otoñales, la senda en suave bajada nos transporta
entre los frescos destellos de un bosque mixto de pinos silvestres, hayas y robles melojos,
apareciendo a nuestra izquierda un ejemplar de tejo debidamente cuidado y bastante protegido.
Ahora el verde lo inunda todo y su aura nos enmarca entre una entretenida conversación bajo
la espesa bóveda forestal y la placentera penumbra que nos asiste, creando insólitos pasillos
y espacios diáfanos para seguir sintiendo el colorido y la riqueza de expectativas de este asombroso lugar.
Una bifurcación a la derecha nos invita a un corto recorrido para desplazarnos hasta otear el
cercano Collado del Hornillo, alcanzando una amplia pista forestal para poder asomarnos por un
magnífico mirador natural y una excelente terraza herbosa donde disfrutaremos del fabuloso
horizonte que dibuja el Valle del Arroyo del Hornillo y la silueta del lejano Pico del Granero.
Tras las anotaciones, fotos y vídeos que se incluirán en respectivos "blogs" y "páginas web",
abandonamos ese poderoso escenario desandando el camino hasta la Senda de las Carretas,
observando con atención la viveza y la animación que se desarrolla y brota a nuestros pies
entre la blancura de algunos champiñones y el amplio inventario de integrantes micológicos.
En el descenso vamos aspirando preciadas vocanadas de aire mientras escuchamos el canto
y los silvidos ocasionales de algunos azores y gavilanes que sobrevuelan sobre nosotros,
constituyendo el hábitad ideal para éstas aves y otras como pinzones, herrerillos y carboneros,
El último tramo del itinerario atraviesa un soberbio y suntuoso bosque de pinos silvestres que
se va aclarando y disipando en la medida que nos acercamos al aparcamiento donde dejamos el coche.
Al final de esta maravillosa ruta andariega sólamente nos queda reposar la experiencia de lo
vivido, lo sentido y lo disfrutado para motivarnos a seguir descubriendo nuevos caminos y futuros horizontes.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes.
Todas los fotos de la ruta en: TEJERA NEGRA
Sin duda, un trabajo precioso tanto en el apartado de la descripción de la ruta como fotográfico. Impresionante resultado, enhorabuena.
ResponderEliminarVuestra propuesta para ésta época del año no pudo ser mas gratificante y espectacular, el paseo por este maravilloso bosque nos volvió a ofrecer un maravilloso día e inmejorables perspectivas. Muchas gracias Eduardo e Irene.
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