La pequeña aldea de Villabáscones de Bezana constituye un perfecto mirador de los resaltes rocosos del Dulla
y también el lugar de inicio de nuestros primeros pasos por una ruta con los siguientes datos.
una senda herbosa que asciende decidida para escuchar los suaves acordes de la fuente y
caño situado en el Barrio Alto de Villabáscones, mientras nos encandilamos entre atractivas y
excelentes muestras de arquitectura popular presente en todas y cada una de sus moradas.
Enseguida notamos los serenos y sosegados latidos del bosque y su excelente luminosidad,
haciendo del paseo un magnífico tratamiento terapeútico para enarbolar todos los sentidos.
Los robles y las hayas dan paso a zonas de pastos y praderías, preparándonos para afrontar
una pronunciada rampa de ascenso que finaliza con una cancela metálica de paso ganadero.
El placentero camino alcanza los verdes pastizales del páramo Leva de Valdeporres en pleno
Monte Mayor, constituyendo los preámbulos para culminar la parte mas alta del recorrido con
las incomparables y espléndidas vistas que se abren y despliegan hacia el Valle del río Nela.
Inauguramos un evidente descenso que pasa junto a la Fuente de los Pozos en un profundo
zigzag que dribla unas enormes hayas centenarias que abrazamos con agrado y satisfacción,
prosiguiendo una desescalada entre los claros de un bosque mixto a través del cual se otean
los pequeños núcleos urbanos desperdigados entre las montañas del Valle de Valdebezana.
Los colores y los aromas de algunos "narcisos" nos anuncian la llegada a las primeras casas
de la localidad de Villavés, expresando y transmitiendo esa genuina sobriedad tradicional que
se ha ido tejiendo a lo largo del tiempo para crear y concebir esta valiosa arquitectura rural.
Tras una rápida visita al edificio parroquial de San Juan Evangelista, nos asentamos para dar
buena cuenta de un rico y suculento "tentempié" para recuperar energías y poder descansar.
Volvemos al camino con un buen sabor de boca y a la espera de seguir conociendo nuevos
lugares que van cambiando y mudando con el ritmo y compás que determinan las estaciones.
La estrecha pista asfaltada baja a Los Casares al encuentro de la carretera entre Villarcayo y
Santelices, circulando paralela a la Vía Verde Santander-Mediterráneo, un itinerario diseñado
para peatones y ciclistas que pretendía unir y conectar Cantabria con Sagunto en Valencia.
Rodeando los farallones rocosos del Barranco del Dulla nos vamos a encontrar la impulsiva
y precipitada corriente del río Nela, enamorándonos rápidamente con su armoniosa melodía
y sucumbiendo a un agradable paseo entre la lozanía y frescura que desprenden sus riberas.
Subimos de nuevo a la antigüa línea ferroviaria para sentir y escuchar el "traqueteo" que nos
llevará hasta el desvencijado edificio y estación para el control y paso de convoyes y trenes,
alcanzando un poco mas adelante las primeras residencias y domicilios de Quintanabaldo.
Por nuestra izquierda baja el cauce de las aguas del Arroyo de Saúl, que de manera discreta
y sigilosa rinde pleitesía a la poderosa corriente del río Nela en las inmediaciones del puente.
Decidimos irrumpir en el pueblo contemplando y admirando el atemperado deambular del río,
despidiéndose con prisas para buscar con ahínco las aguas del Padre Ebro en Trespaderne.
Apreciamos el relajado paseo entre sus calles y moradas que conducen ineludibles hasta la
espadaña de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, realizando un pequeño descansillo
con tertulia al sol de marzo, "por la mañana rostro de perro y por la tarde valiente mancebo".
Abandonamos Quintanabaldo aprisionados por su sobria y elegante arquitectura tradicional y
dejando atrás las últimas casas del pueblo, para ir remontando poco a poco el Arroyo Saúl
por un precioso bosque de jóvenes robles apostados y ubicados a ambos lados del sendero.
El hermoso cauce del riachuelo nos hipnotiza y nos seduce con sus estupendos escenarios,
atrapándonos entre sus voraces orillas y capturándonos entre la gran densidad del bosque.
La senda continua hasta cruzar la Fuente de Castejón, un pequeño manantial que aflora en
las calizas del Cerro de las Cruces adornado de manera impecable entre el color de la hojas.
Alumbrados por la hermosa luz del mediodía, vamos remontando este bello bosque de ribera
que cada vez nos pone mas impedimentos y dificultades para acariciar la brillante estela del
arroyo, aspirando con todas nuestras fuerzas la humedad y la frescura de sus nítidas aguas.
Hemos dejado atrás las ruinas de un viejo molino para llegar hasta un remodelado puente demadera que nos ayudará a cambiar de margen y a disfrutar de los seductores reflejos del río.
La magia del hayedo nos embarga con su prestigioso ambiente y su desbordada naturaleza
mientras va dibujando un bellísimo panorama tapizado con austeros marrones y anaranjados
que crean y conciben un espacio de ensueño y de fantasía que cautiva a cualquier visitante.
Ponemos pie en los edificios vernáculos y originales de Villabáscones de Bezana, admirando
esa interesante arquitectura que el paso del tiempo nos ha legado y transferido y aguzando
el oído hasta escuchar el hermoso y gratificante susurro del caño de la fuente localizado en
el entorno de la Iglesia Parroquial de Santa Águeda, un pequeño santuario rural del siglo XV.
El remate final de éste maravilloso itinerario nos introduce de nuevo por el imponente paraje
del hayedo hasta confluir y converger con las incipientes aguas del Arroyo de los Canales.
Seguimos descubriendo este poderoso escenario entre las entrañables luces que filtra el sol,
descendiendo con cuidado entre la resbaladiza hojarasca que tapiza la senda para alcanzar
en pocos metros el Arroyo Saúl, que en esta zona pasa a denominarse Arroyo de la Gándara.
Un pontón de madera nos echa un cable para cruzar y vadear la entonada corriente del río,
alcanzando el radiante entorno de la Cascada de las Pisas y sorprendidos por su magnífica
carta de presentación. Nos conformamos con la acogedora surgencia de agua que emerge
en la roca, ya que el cauce principal de la cascada solo trae agua en épocas de deshielos y
lluvias continuadas, como en esta imagen de nuestro compañero Jesús Herrero Lanchero.
Sobrevuela un sentimiento de tristeza y desconsuelo, haciendo borrón y cuenta nueva con la
foto de grupo para seguidamente emprender el regreso en connivencia y complicidad del río.
De la mano del Arroyo de la Gándara, seguimos el precioso sendero que discurre junto a él,
percibiendo la infinita frescura del agua y escuchando su maravillosa armonía y musicalidad.
La senda nos proporciona la felicidad y el regocijo necesarios para disfrutar de un paisaje que
roza la magia y la seducción, además de provocarnos altas emociones de calma y serenidad.
Solamente queda el protagonismo de las pequeñas alhajas florales que brotan en el bosque,
continuando al abrigo del hayedo mientras escuchamos el crujir de hojas bajo nuestras botas.El ritmo y la cadencia imperecedera de la fuente de Villabáscones de Bezana resuena entre
el despiadado silencio de la localidad, poniendo el toque final a este extraordinario itinerario.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes. Hasta una nueva aventura.
GALERÍA FOTOGRÍCA: LAS PISAS
Vaya pedazo de reportaje que te has marcado, compa! Enhorabuena 👏
ResponderEliminarMuchas gracias, sabeis muy bien que estos parajes nos fascinan, lástima de la Cascada de las Pisas, habrá que volver cuando irrumpa con fuerza. Un saludo y un abrazo a los dos, Eduardo e Irene.
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