Nuestros pasos tienen su inicio junto a la Iglesia Parroquial de San Felix, cuyo campanario
sobresale entre el pequeño conjunto de viviendas que configuran esta agradable población,
muchas de ellas en estado de ruina y otras reformadas y rehabilitadas con pocos residentes.
A la salida del pueblo y sin cruzar el canal nos encontramos con su curioso Caseto, guiando
y encarrilando el itinerario por el camino dispuesto con los siguientes apuntes y referencias.
saludando a unos simpáticos equinos que aceptan con agrado nuestros mimos y carantoñas,
continuando entre los verdes y saludables escenarios que muestra este hermoso peregrinaje.
La intensa luminosidad y sus bellos contrastes van empapando el paisaje de una tranquilidad
casi espiritual, encendiendo con su luz los detalles y pormenores de estas frescas praderías.
Mas adelante, la senda se interna entre la maravillosa umbría del río y su densa frondosidad,
amplificando y acrecentando esos toques de musicalidad con los que desciende su corriente.
No olvidamos el estupendo jardín que progresa en sus alrededores, cuyos colores y matices
harán fijar nuestras retinas por un holgado, frágil y delicado universo de flores y vegetación.
La tranquilidad y el sosiego campan a su libre albedrío en los ricos pastizales de Valdeponjos
en los que se asienta una amplia cabaña ganadera que disfruta de un relajado "sesteo" y de
una buena nutrición en las proximidades y derredores de un viejo y vetusto molinillo harinero.
La carretera LE-4411 cruza el puente sobre las aguas del río Omaña y nos introduce por las
calles de la localidad de Inicio, emprendiendo un interesante paseo entre las enormes casas
solariegas adaptadas y acomodadas en la estructura urbanística de este apacible pueblecito.
Despacio y de manera sosegada, vamos degustando su sorprendente trazado rural que llega
hasta la misma fachada de su Iglesia Parroquial, analizando con detenimiento los elementos
y particularidades que envuelven y acotan la sencillez y austeridad de este pequeño templo.
Los ladridos de los perros han roto el silencio y el mutismo de esta linda mañana, dejando el
pueblo entre los espacios decorativos y ornamentales que lucen algunas fachadas y ganando
altura por una pista asfaltada que conduce a la parte mas alta de la localidad, desde la cual
iremos admirando y saboreando las encandiladas imágenes que ofrece el Valle del Omaña.
Un desvío hacia la derecha marca un duro y continuado repecho, que a través de numerosos
zigzags, atraviesa una amplia explotación apícola situada en las solanas de la Fuente Arriba,
atenuando sus rampas sobre los frescos herbazales apostados en las laderas de La Tarviesa.
El límpido azul celeste del cielo contrasta entre la "agostada" vereda por la que ascendemos,
convirtiendo nuestras charlas en debates y deliberaciones a cuenta de la escasez de lluvias.
En medio de toda esta sequía que padecemos, la primavera irrumpe con inusitada fortaleza,
mientras dirigimos nuestras miradas por la preciosa atalaya que escudriña Castro de Lomba.
Superamos el asfalto de la carretera recorriendo unos 800 metros, alcanzando a la izquierda
una senda en la que el piorno serrano ha cubierto e impregnado el aire con su aroma dulzón
y cuya floración tiñe los cerros de esta comarca con un opulento y ostentoso manto amarillo.
Fijando nuestro rumbo en dirección oeste, vamos superando los ademanes de un itinerario
entre pequeños prados de pasto y con nuevos asentamientos dispuestos para las colmenas.
Una destacada selección floral adereza nuestros pasos entre la alternancia de llanos y lomas,
dejando que el matinal brillo solar esparza su resplandor y claridad por esta bonita vaguada.
Se suman al camino las espectaculares tonalidades de varios rosales silvestres, dándonos la
bienvenida junto a los vallados del pequeño cementerio de la localidad de Campo de Lomba.
Visitamos su entrañable fuente y abrevadero, un prestigioso rincón que nos anima a seguir
descubriendo la prodigiosa arquitectura tradicional del pueblo y el aprecio y la estima por todo
lo que signifique antigüedad en este solitario y desamparado lugar de la comarca omañesa.
Admiramos una tierra bella y desconocida que desconecta de lo habitual y cotidiano a través
de los solitarios retales de piedra y madera integrados e incorporados a este paisaje natural.
La Iglesia Parroquial de la localidad nos presta su soportal para recuperar fuerzas, partiendo
entre una amalgama de deteriorados corrales y pajares y encontrado frente a sus fachadas
las cariñosas complacencias y los afectuosos halagos de esta simpático grupo de mastines.
Empieza un tranquilo descenso hacia el valle por donde se deslizan las aguas del río Negro
con las vistas a nuestra derecha de la cercana localidad de Santibáñez de la Lomba y por los
intrincados vericuetos de las laderas del Barrial que divisan el espeso Robledal de la Lomba.La señalización de este tramo de la ruta ha desaparecido por completo, teniendo que buscar
la mejor alternativa para alcanzar los pastos y praderas acuñadas por el cauce del río Negro.
Un estrecho puente de madera nos ayudará a cruzar el bucólico espacio dibujado por el río,
alcanzando en muy pocos metros el Molino Negro, una vetusta y decrépita aceña en la que
sus ruinas desprenden los ecos y los murmullos de un pasado entre gratos aromas de harina.
Ingresamos entre el descomunal encanto y la inmensa hermosura del Robledal de la Lomba,
posando con la decidida y resuelta perspicacia entre los claroscuros de este mágico bosque
que sigue animándonos a caminar entre el numeroso ejército de robles que puebla el lugar.
Aparecen algunos ejemplares centenarios que con su porte y su gran envergadura hacen que
nos sintamos como pequeñas hormiguitas en este tierno pulmón verde de la sierra leonesa.
Las faldas del Monte de Cariello se abren sobre la imagen del pueblo de Inicio, atravesando
la carretera de Andarraso y volviendo al robledal para observar el revoloteo y los cánticos de
pequeñas aves como los Herrerillos, Reyezuelos, Pico Picapinos, Arrendajos y Carboneros.
Atrás dejamos el robledal para sentir de nuevo la suavidad del paseo por el esponjoso manto
de hierba que se acumula en las inmediaciones de La Forca y que nos permite ponernos en
contacto y acercarnos hasta las apacibles y sosegadas aguas del protagonista del día de hoy.
Aspiramos el frescor y la humedad de este intrépido río leonés por una travesía paralela que
avanza sin obstáculos y confusiones entre un ameno y placentero bosque de ribera, oteando
entre la arboleda las ruinas del Castillo de Trascastro, un viejo fortín del reino astur leonés.
Ya en la carretera y con mucha precaución, continuamos hasta el puente sobre el río Omaña,
tomándonos un tiempo para registrar la imagen con los intérpretes y artistas de esta trayecto.
La vieja Iglesia de San Antonio tiene espadaña pero no tiene campanas y en ella reposan los
vecinos que antaño merodearon estos hermosos paisajes dibujados y creados por el Omaña,
un río de aguas cristalinas que nace a los pies del Tambarón y entrega sus aguas al río Luna.
El Valle de Omaña seguirá escuchando los ecos de las campanas que convocaban a concejo
así como los alegres "crotoreos" de decenas de cigüeñas que pueblan sus templos e iglesias.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes. Galería fotográfica de la ruta: RIBERAS DEL RÍO OMAÑA
en los que se asienta una amplia cabaña ganadera que disfruta de un relajado "sesteo" y de
una buena nutrición en las proximidades y derredores de un viejo y vetusto molinillo harinero.
La carretera LE-4411 cruza el puente sobre las aguas del río Omaña y nos introduce por las
calles de la localidad de Inicio, emprendiendo un interesante paseo entre las enormes casas
solariegas adaptadas y acomodadas en la estructura urbanística de este apacible pueblecito.
Despacio y de manera sosegada, vamos degustando su sorprendente trazado rural que llega
hasta la misma fachada de su Iglesia Parroquial, analizando con detenimiento los elementos
y particularidades que envuelven y acotan la sencillez y austeridad de este pequeño templo.
Los ladridos de los perros han roto el silencio y el mutismo de esta linda mañana, dejando el
pueblo entre los espacios decorativos y ornamentales que lucen algunas fachadas y ganando
altura por una pista asfaltada que conduce a la parte mas alta de la localidad, desde la cual
iremos admirando y saboreando las encandiladas imágenes que ofrece el Valle del Omaña.
Un desvío hacia la derecha marca un duro y continuado repecho, que a través de numerosos
zigzags, atraviesa una amplia explotación apícola situada en las solanas de la Fuente Arriba,
atenuando sus rampas sobre los frescos herbazales apostados en las laderas de La Tarviesa.
El límpido azul celeste del cielo contrasta entre la "agostada" vereda por la que ascendemos,
convirtiendo nuestras charlas en debates y deliberaciones a cuenta de la escasez de lluvias.
En medio de toda esta sequía que padecemos, la primavera irrumpe con inusitada fortaleza,
mientras dirigimos nuestras miradas por la preciosa atalaya que escudriña Castro de Lomba.
Superamos el asfalto de la carretera recorriendo unos 800 metros, alcanzando a la izquierda
una senda en la que el piorno serrano ha cubierto e impregnado el aire con su aroma dulzón
y cuya floración tiñe los cerros de esta comarca con un opulento y ostentoso manto amarillo.
Fijando nuestro rumbo en dirección oeste, vamos superando los ademanes de un itinerario
entre pequeños prados de pasto y con nuevos asentamientos dispuestos para las colmenas.
Una destacada selección floral adereza nuestros pasos entre la alternancia de llanos y lomas,
dejando que el matinal brillo solar esparza su resplandor y claridad por esta bonita vaguada.
Se suman al camino las espectaculares tonalidades de varios rosales silvestres, dándonos la
bienvenida junto a los vallados del pequeño cementerio de la localidad de Campo de Lomba.
Visitamos su entrañable fuente y abrevadero, un prestigioso rincón que nos anima a seguir
descubriendo la prodigiosa arquitectura tradicional del pueblo y el aprecio y la estima por todo
lo que signifique antigüedad en este solitario y desamparado lugar de la comarca omañesa.
Admiramos una tierra bella y desconocida que desconecta de lo habitual y cotidiano a través
de los solitarios retales de piedra y madera integrados e incorporados a este paisaje natural.
La Iglesia Parroquial de la localidad nos presta su soportal para recuperar fuerzas, partiendo
entre una amalgama de deteriorados corrales y pajares y encontrado frente a sus fachadas
las cariñosas complacencias y los afectuosos halagos de esta simpático grupo de mastines.
Empieza un tranquilo descenso hacia el valle por donde se deslizan las aguas del río Negro
con las vistas a nuestra derecha de la cercana localidad de Santibáñez de la Lomba y por los
intrincados vericuetos de las laderas del Barrial que divisan el espeso Robledal de la Lomba.La señalización de este tramo de la ruta ha desaparecido por completo, teniendo que buscar
la mejor alternativa para alcanzar los pastos y praderas acuñadas por el cauce del río Negro.
Un estrecho puente de madera nos ayudará a cruzar el bucólico espacio dibujado por el río,
alcanzando en muy pocos metros el Molino Negro, una vetusta y decrépita aceña en la que
sus ruinas desprenden los ecos y los murmullos de un pasado entre gratos aromas de harina.
Ingresamos entre el descomunal encanto y la inmensa hermosura del Robledal de la Lomba,
posando con la decidida y resuelta perspicacia entre los claroscuros de este mágico bosque
que sigue animándonos a caminar entre el numeroso ejército de robles que puebla el lugar.
Aparecen algunos ejemplares centenarios que con su porte y su gran envergadura hacen que
nos sintamos como pequeñas hormiguitas en este tierno pulmón verde de la sierra leonesa.
Las faldas del Monte de Cariello se abren sobre la imagen del pueblo de Inicio, atravesando
la carretera de Andarraso y volviendo al robledal para observar el revoloteo y los cánticos de
pequeñas aves como los Herrerillos, Reyezuelos, Pico Picapinos, Arrendajos y Carboneros.
Atrás dejamos el robledal para sentir de nuevo la suavidad del paseo por el esponjoso manto
de hierba que se acumula en las inmediaciones de La Forca y que nos permite ponernos en
contacto y acercarnos hasta las apacibles y sosegadas aguas del protagonista del día de hoy.
Aspiramos el frescor y la humedad de este intrépido río leonés por una travesía paralela que
avanza sin obstáculos y confusiones entre un ameno y placentero bosque de ribera, oteando
entre la arboleda las ruinas del Castillo de Trascastro, un viejo fortín del reino astur leonés.
Ya en la carretera y con mucha precaución, continuamos hasta el puente sobre el río Omaña,
tomándonos un tiempo para registrar la imagen con los intérpretes y artistas de esta trayecto.
La vieja Iglesia de San Antonio tiene espadaña pero no tiene campanas y en ella reposan los
vecinos que antaño merodearon estos hermosos paisajes dibujados y creados por el Omaña,
un río de aguas cristalinas que nace a los pies del Tambarón y entrega sus aguas al río Luna.
El Valle de Omaña seguirá escuchando los ecos de las campanas que convocaban a concejo
así como los alegres "crotoreos" de decenas de cigüeñas que pueblan sus templos e iglesias.
Saludos de COMANDO SENDERISTA a tod@s caminantes. Galería fotográfica de la ruta: RIBERAS DEL RÍO OMAÑA
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